Un magma basáltico circula por las grietas de la roca, desde un corazón volcánico en las profundidades, y fluye al mar. Al enfriarse, deja estructuras cristalinas, cristales negros y verdosos. Los geólogos llaman ofitas a estas rocas magmáticas. Y cuesta imaginar la escena de su formación en una isla como Ibiza, pero eso es lo que sucedió en es Figueral para que se creara lo que conocemos como es Paller d´en Camp, un monolito de diez metros de altura que, tal y como sentencia el geólogo Luis Alberto Tostón, «algún día caerá». No sabemos en que momento geológico, pero la erosión y las grietas que presenta ya lo anuncian. Algún día, Eivissa perderá su rollizo dedo de Dios al igual que Gran Canaria perdió el suyo, una alargada, fina y emblemática formación basáltica, durante una tormenta tropical en 2005. De hecho, hace tan sólo medio siglo, la columna ibicenca parecía una montaña y doblaba o triplicaba su actual perímetro.

Al acercarnos a la columna, descubrimos que su roca oscura es cristalina y esta formada, efectivamente, por esos cristales verdes y negros que revelan que el enfriamiento fue un proceso lento, que no se produjo en superficie. A grandes rasgos y situándonos en el Triásico, tenemos que imaginar una línea, una gran grieta, desde la zona de es Pou des Lleó y es Cap Roig y hasta la Cala de Sant Vicent. Pero debemos imaginarla en el fondo marino, porque la isla aún no había emergido. Y por la grieta iba surgiendo el magma desde los fondos de la tierra hacia un mar que aún no era el Mediterráneo. En esa época, Europa y África se están rompiendo, el supercontinente Pangea se resquebraja aún, y es por ello que de la grieta brota el magma. «El monolito es material filoniano», concreta el geólogo. Es decir, es una roca procedente de un magma que se ha enfriado a una velocidad inferior a la que se hubiera producido de haberlo hecho en superficie. Por ello no es, técnicamente, una roca volcánica y por ello muestra un aspecto distinto que se define por su cristalización. Luis Alberto Tostón propone incluso visitar el lugar con una lupa para observar mejor esos pequeños cristales que le ayudan a interpretar que el enfriamiento se produjo despacio. La roca presenta un color oscuro, añade, porque predominan micas y piroxenas en su composición; el color más claro es el que le aporta el feldespato. En definitiva, el monolito es también una diorita, una roca plutónica (por su forma de enfriamiento) y formada por feldespastos y minerales oscuros. Muy similar al granito. Y cuando todo este proceso acabó, cuando la materia estuvo consolidada, fue cuando el movimiento de las placas tectónicas lo sacó a la superficie. Es como un escenario de Star Trek.

En el libro ´Eivissa i Formentera: Camins i pedras´, Roger Mata y Xisco Roig señalan que en la zona de es Figueral también pueden destacarse otros grandes bloques, de al menos un metro, de rocas subvolcánicas, y que se observa como va aumentando gradualmente el número de bloques, «hasta el punto de que el sector norte [donde se encuentra la columna] está formado sólo por ofitas». En el libro, la zona es calificada como un «caos geológico». El acantilado y las rocas a sus pies, señalan los autores, «está en constante retroceso y desmantelamiento», compuesto por piedras en una matriz fangosa que ofrece facilidades a la erosión.

Y respecto a la toponimia del lugar, y aunque es más usual encontrar su nombre escrito como Paller des Camp, parece ser que lo correcto es Paller d´en Camp, ya que el monolito está asociado a la zona también conocida como Paller d'en Camp y al nombre de quien lo habitó. En la actualidad, y mientras no llegue su inexorable desplome, es una de las formaciones rocosas costeras más fotografiadas de las islas.