Síguenos en redes sociales:

Coses Nostres

La flor de las murallas

La alcaparra, que se encuentra en época de floración, es la principal planta que crece en la fortaleza de Dalt Vila y que pone en riesgo la estabilidad de la construcción

La flor de las murallasJoan Costa

Si hay una planta que represente a las murallas de Ibiza, que crezca y prospere en ellas como ninguna otra, esa es la alcaparra o alcaparro (Capparis spinosa), también una de las más características de las islas del Mediterráneo. Para levantar la actual fortaleza, iniciada a mediados del siglo XVI, hubo que eliminar amplios huertos de alcaparras que rodeaban la antigua muralla medieval, pero la resistente planta sobrevivió al exterminio y prosperó asimismo en los nuevos baluartes y paredes.

En las murallas renacentistas y en algunas torres de defensa es fácil encontrar estos arbustos, que, curiosamente, tienen en las piedras antiguas, además de en los acantilados, su hábitat predilecto. Antaño, los ibicencos se acercaban a Dalt Vila a recolectar sus frutos y sus botones florales, en tiempos en los que aún no existía una conciencia real sobre la necesidad de cuidar el recinto fortificado y antes de saber que tal planta, extendiéndose como hiedra venenosa por las piedras, podía poner en riesgo la solidez de los muros. Las alcaparras (tapareres en catalán) erosionan las paredes; sus raíces se introducen en las juntas de las piedras e incluso pueden hacer que se desprendan. Por ello, periódicamente, se elimina vegetación de las murallas para evitar que las plantas acaben cubriendo lienzos y baluartes. De esta forma, uno de los detalles más hermosos de las murallas, abundante en el Portal Nou, en la subida de sa Carrossa o detrás de la iglesia de Santo Domingo, y que en el mes de mayo ofrece grandes y hermosas flores blancas, es también una de sus amenazas.

Detalle de una flor de alcaparra, inconfundible por sus sépalos y una corola de cuatro pétalos blancos. Foto: Joan Costa

En 'Plantas medicinales. El Dioscórides renovado' de Pio Font Quer puede leerse que la alcaparra «abunda mucho en los muros de las Baleares y Pitiusas». Y el escritor y político ilustrado Gaspar Melchor de Jovellanos cita en más de una ocasión la alcaparra en sus amplias descripciones del castillo de Bellver, donde estuvo preso, y en sus impresiones sobre la isla de Mallorca, dando fe de la relación de esta planta con los monumentos antiguos y de su importancia como una de las plantas características de Balears. Hablando de la primavera, escribe que es entonces «cuando la humilde alcaparra, ántes cobijada y esperando en acecho la salida de las gavillas, asoma á la tierra su verde cabeza, y tiende sobre ella sus largos y frondosos brazos, y los cubre de graciosas flores papilonáceas, que abriendo sus blandas alitas convidan las industriosas abejas para que vengan á libar el dulce néctar de su cáliz».

Las grandes flores de la alcaparra son inconfundibles. Poseen un cáliz de cuatro sépalos y una corola de cuatro pétalos blancos o rosados, de cuyo centro emergen los estambres, largos, numerosos y de un suave y hermoso color purpúreo. Las alcaparras que, habitualmente encurtidas, se usan para condimentar ensaladas son los capullos, los botones florales, de esta planta, aunque también se consumen sus frutos, los alcaparrones.

Pulsa para ver más contenido para ti