­Santi Ramírez, su mujer, y sus dos hijos, de 11 y 7 años, debían haber salido ayer a las 10.10 horas de la mañana en un vuelo de Vueling con destino a Ámsterdam, donde tenían pensado disfrutar de una semana de vacaciones. A las seis y media de la tarde, sin embargo, aún estaban en Ibiza, en el tercer avión al que se subían y con la esperanza de que ése, por fin, fuera el definitivo.

El pasajero, que define la situación como «surrealista», explica que el embarque se produjo en hora, sobre las nueve y media de la mañana, pero les hicieron bajar porque, según les informaron, el avión tenía una avería. A las tres y media de la tarde embarcaban en otro aparato. Sin embargo, cuando ya estaban dentro, se habían mezclado pasajeros de dos vuelos: unos iban a Ámsterdam y otros, a Barcelona. Les pidieron que desembarcaran. A las seis y media de la tarde se subieron al tercer avión. Eso sí, Ramírez recalca que el pasaje se había reducido considerablemente: «Había gente que tenía conexiones con otros vuelos o que tenían que embarcar en cruceros. Por miedo a no llegar y como nos daban largas y muy poca información, pidieron que les devolvieran el dinero y buscaron otros vuelos».

Este pasajero asegura que, en contra de lo que anunciaron ayer Vueling y el Consell, tuvieron que salir de la zona de embarque para informarse sobre qué pasaba con su vuelo. Ramírez, a cuyos hijos se les hizo larga la jornada, afirma que, a la vuelta de las vacaciones, presentará una reclamación.