­La hemorragia de dimisiones que se está produciendo en el grupo municipal del PP ha creado una situación de inestabilidad gubernamental de consecuencias imprevisibles.

La intención del PP insular es formar un equipo de gobierno con el que pasar el año que queda de legislatura sin nuevos escándalos y graves contratiempos, pero no es una tarea fácil. Y, además, el tiempo corre en su contra, porque tiene que confirmar, primero, los sustitutos de los dimisionarios Pilar Marí y Juan Mayans (a los que se sumarán más concejales en los próximos días) y, luego, marcar los plazos de la renuncia de la alcaldesa. La idea es no encontrarse con cinco o seis ediles el día de la investidura por no haber tramitado a tiempo sus bajas ante la junta electoral y perder la votación.

Al PP lógicamente no le interesa dilatar la estancia de Pilar Marí en la alcaldía (deterioraría más la imagen del partido) y debería tramitar las bajas de los otros ediles con rapidez para no llegar al pleno de investidura en franca minoría; pero cabe la posibilidad de que retrase la dimisión de la alcaldesa hasta que no cierre los sustitutos. Ayer, los teléfonos no paraban de sonar en la sede de Bartomeu de Roselló para tratar de convencer a los suplentes de la lista para que entraran en el equipo de gobierno, pero no es una misión sencilla encontrar a un voluntario que acepte formar parte el último año de legislatura de un equipo herido de muerte.

Otra posibilidad que se puede dar es la inversa, que el PP retrase la dimisón de Mayans y los que vengan hasta la elección del nuevo alcalde, escenario también complicado, pero que no está descartado. Pero, incluso, ni siquiera en estas dos situaciones el grupo popular tiene garantizada su continuidad en la alcaldía. Las concejalas no adscritas, Lina Sansano y Marienna Sánchez-Jáuregui, son las que con su voto pueden decantar el nuevo gobierno de Vila. De todas formas, la designación de Mar Sánchez, que entró en el Ayuntamiento de la mano de Sánchez-Jáuregui y nunca ha ocultado su querencia hacia ella, podría cambiar el comportamiento de las dos ediles no adscritas.

De acuerdo en lo previsto en su artículo 40, el reglamento de Organización, Funcionamiento y Régimen Jurídico de las Corporaciones Locales (ROF), que se rige por lo dispuesto en la legislación electoral, establece que la renuncia del alcalde debe hacerse efectiva por escrito al pleno de la Corporación, que deberá adoptar acuerdo de conocimiento dentro de los diez días siguientes. Ese pleno será convocado por el propio alcalde que presenta su dimisión. Una vez tramitada la renuncia, queda vacante la alcaldía, que deberá asumir en funciones el pimer teniente de alcalde hasta que tome posesión el nuevo en un pleno que deberá celebrarse dentro de los diez días siguientes a la aceptación de la renuncia. Es decir, el PP dispone de un máximo de 20 días a partir de que Pilar Marí presente el escrito de renuncia en el registro de entrada del Ayuntamiento.

En este contexto, todo apunta a que el cambio de mando en el Ayuntamiento se produzca durante los días previos o posteriores a las Festes de la Terra. Es probable que el discurso del día de Santa Maria lo pronuncie un alcalde accidental o, quien sabe, que a Abel Matutes la Medalla de Oro de la ciudad de Ibiza se la entregue Lurdes Costa. Cualquier escenario es posible a día de hoy en Can Botino.