La jornada del 13 de septiembre de 1936 ha sido la más negra de la isla de Ibiza en varios siglos. Ese día fueron asesinados unos cien ibicencos en el Castillo por anarquistas incontrolados llegados de la Península. Horas antes, otros cuarenta murieron víctimas del bombardeo realizado por tres aviones franquistas que destruyeron numerosos edificios de la Marina y Dalt Vila.

No ha sido hasta ahora cuando se ha hecho pública una fotografía de ese bombardeo, tomada por uno de los tripulantes de los aviones italianos Savoia Marchetti pertenecientes a la escuadrilla S-8, con base en Mallorca. La imagen procede del Centre de Història Contemporània de Catalunya, que dispone de fotos hasta ahora inéditas de bombardeos realizados sobre varias ciudades españolas en la Guerra Civil.

Ya el día anterior, otros aviones de la misma base habían sido rechazados por las tropas republicanas de Ibiza con ametralladoras situadas en las azoteas del actual Hotel Montesol, el muro del puerto, el edificio de Telefónica y el de Obras Públicas. Pero al día siguiente, domingo 13, llegó la verdadera tragedia.

Eran las tres y diez minutos de la tarde cuando los tripulantes de las aeronaves –todos ellos italianos– empezaron a descargar las bombas en dos pasadas diferentes sobre la Marina, Dalt Vila y el puerto. Uno de los proyectiles cayó en el Club Náutico, otro en el astillero que había donde ahora está la estación marítima de Formentera y uno más en el rincón de los andenes, frente a la actual CAM. Dos o tres barcos fueron hundidos o destruidos. También cayó una bomba al principio de la calle Riambau, junto al Montesol, una más en la esquina de las calles Aníbal y Guillem de Montgrí. En la Plaça de Vila, dentro del recinto amurallado, quedó destruida otra casa, así como otra vivienda en la Plaça de la Tertúlia, cerca del obelisco a los corsarios. El edificio de Obras Públicas, cercano a ese lugar, quedó también muy dañado. Asimismo, impactó una bomba junto al baluarte de Sant Joan, según el recuento combinado de dos fuentes: Enrique Fajarnés Cardona (´Lo que Ibiza me inspiró´) y el historiador Pere Vilàs. Las explosiones fueron dejando un reguero de muerte y destrucción que ha sido narrado por varios testigos presenciales en varias obras publicadas desde hace tiempo.

Sin embargo, allí donde el bombardeo ocasionó una tragedia mayor fue en la calle Castelar, en la Fonda Can Cires, que a esa hora estaba repleta de gente comiendo. El proyectil que cayó allí provocó más de veinte muertos, según las estimaciones de todas las fuentes. «Aquella fonda estaba llena aquél día por ser domingo y la mortandad que se produjo fue total. Ninguno se salvó. La calle estaba ocupada por muchos cadáveres de hombres, mujeres y niños, que muchas personas, prestando una ayuda humanitaria, retiraban de entre los escombros», relata en sus memorias uno de los testigos presenciales, Jordi Grünwald, citado por Antonio Colinas en su libro ´Rafael Alberti en Ibiza´.

Los demás muertos, hasta alcanzar unos cuarenta, eran gente que se hallaba bañándose o paseando en aquella mañana festiva por los alrededores del puerto, o bien estaban en sus casas, entregados a sus quehaceres cotidianos.

Según añade el libro de Colinas, una de las bombas cayó junto al yate de la escritora suiza Cilette Ofaire, que esos días estaba amarrado en el puerto. Se salvaron milagrosamente todos sus ocupantes, incluido un recién nacido. Sobre el mar flotaban infinidad de peces muertos y sobre la cubierta de los barcos se esparcían trozos de roca arrancada de los andenes, agujereados con enormes socavones.

Un pailebote que estaba varado en el astillero por reparación quedó partido en dos mitades, mientras que otra embarcación fue hundida unos metros más allá.

A raíz del bombardeo, los habitantes de la ciudad iniciaron un éxodo hacia los montes cercanos. «La población, presa del pánico, huye hacia el campo. Personas que durante el dominio rojo han estado escondidas en sus domicilios ante el temor de ser detenidas, se entremezclan con las demás, y juntos todos toman las direcciones de las carreteras de Santa Eulària y de Sant Antoni, en una marea humana que no hay quien detenga», según otro testigo citado por Colinas.

2.000 kilos de bombas

La transcripción del parte redactado por el oficial de la escuadrilla que bombardeó Ibiza, teniente Fozolo, detalla que especifica que los aviones salieron de su base a las 13.15 horas y llegaron al objetivo a las 15.10, una duración notablemente prolongada, aunque se ha de tener en cuenta la lentitud de esos aeroplanos. Cada Savoia iba cargado con 14 bombas de 50 kilos, sumando 42, que fueron lanzadas «en dos pasadas», según detalla el teniente Fozolo. La altura desde las que fueron arrojadas fue de 2.000 metros.

El mismo parte, facilitado por el coronel José Antonio Fernández Oliver, presenta una deficiente redacción y caligrafía que hace incomprensibles algunos pasajes, pero afirma que el resultado del vuelo ha sido un «ataque a los muelles y embarcaciones situadas al NE de la ciudad. Lanzamiento de 21 bombas en serie. El objetivo ha sido cumplido. Se han salvado varias embarcaciones (...) Tres bombas en la periferia de la ciudad. Un puesto de ametralladora antiaérea destruido (...) 20 bombas lanzadas en el muelle que han hundido un yate y una embarcación próxima». Más adelante añade: «El avión del subteniente Fiaggi ha efectuado una vuelta y le ha quedado a bordo una bomba que ha sido lanzada sobre el castillo [debe referirse al recinto amurallado] y ha dado en el blanco. Hago un dibujo de la acción sobre la ciudad», y acompaña el parte con un croquis en el que se aprecian las trayectorias de las pasadas hechas durante el bombardeo.

Según Vilàs, las tres bombas lanzadas sobre la «periferia de la ciudad» fueron arrojadas sobre es Soto y no llegaron a estallar. El investigador opina que las lanzaron deliberadamente sobre una zona despoblada para no causar más daños, una actitud que no era infrecuente durante algunos bombardeos.

Aviones italianos para Franco

Los autores que aluden al bombardeo aéreo del 13 de septiembre de 1936 identifican a los aviones que lo protagonizaron con el nombre genérico de Savoia, de fabricación y tripulación italianas, pero este modelo tuvo numerosas variantes. Los aviones que actuaron contra Ibiza podrían haber sido Savoias Marchetti SM-81, Pipistrello, que fueron recibidos por España ya en 1936, al poco de iniciarse la Guerra Civil. Pocos meses después llegarían los Savoia Marchetti SM 79, Sparviero, más modernos y veloces, y dotados de tren retráctil en vez de fijo. El modelo SM-81 alcanza sólo los 347 kilómetros por hora como velocidad máxima, que se reducía en caso de fuertes vientos en contra. Tenía tres motores y podía cargar algo más de 2.000 kilos de bombas. Desde su base de Mallorca, realizaron incursiones en varios puntos del territorio republicano de Balears y de Levante.

Los principales daños del bombardeo

En la imagen se recogen algunos de los principales enclaves que resultaron dañados o totalmente destruidos por efecto de las bombas lanzadas por la formación de bombarderos franquistas. De las 42 bombas lanzadas, muchas de ellas cayeron al mar o impactaron en sitios donde no causaron destrozos importantes, pero muchas otras mataron a hombres, mujeres y niños, cuyos cuerpos eran recogidos por los supervivientes. Tres bombas fueron lanzadas en es Soto, posiblemente de forma deliberada para no causar más daños, y además no llegaron a estallar. Fueron recogidas por artificieros posteriormente.