Anthony Blake impresiona en persona por su altura, su mirada penetrante y por la fama que le precede: ¿Me estará leyendo el pensamiento en estos momentos? En su móvil suena el Tubular Bells de Mike Oldfield contribuyendo al halo de misterio que rodea a su persona. Sin embargo, a los pocos minutos de conversación, Blake se muestra cercano, enérgico y convincente sobre la seriedad de su trabajo, aunque él no pretende convencer a escépticos sino provocar interrogantes y sorprender.

-El título del espectáculo que presenta este fin de semana en Can Ventosa `Más cerca´ ¿anuncia una cita en la que el espectador va a ser protagonista?

-Cuando monté el espectáculo anterior, `Lo saben todo de ti´ con el director Esteve Ferrer quedé para comer con él y, durante la comida, la cucharita se doblaba sola, el vaso de agua se movía... y la gente de las mesas de alrededor estaba más pendiente de nosotros que de lo que sucedía en su propia mesa.

-No es de extrañar...

-La gente decía: pero cómo es posible, estamos cerca, estamos por todos los lados, cómo lo hace. Y entonces Esteve Ferrer se quedó con aquello, con lo de estar cerca de la gente. Además, cuando llegué a Madrid hace más de 20 años había un montón de garitos, un montón de lugares donde la gente podía hacer sus actuaciones: Galileo Galilei, el Maravillas, el Café del Mercado... estabas realmente cerca de la gente. Como aquí en el Pereira, que estás encima de los músicos. Imagínate una actuación mía en el Pereira. Desde el punto de vista técnico hay que ser muy bueno porque la gente está encima y cualquier error se ve. La proximidad de la gente también le da frescura porque los espectadores se conocen, saben que esa persona que colabora conmigo no es amigo ni conocido. Los grandes espectáculos, como el primero que monté con Esteve, gustaron al público pero me decían: Sí, pero estás muy lejos. He querido recuperar ese espíritu de los pequeños locales.

-¿Es entonces un espectáculo especialmente participativo?

-Piensa que cada noche son 80 ó 90 las personas que participan activamente en el espectáculo. Si no te toca a ti será alguien que está cerca de ti. El 20 por ciento de la gente que acuda a Can Ventosa participará. Quiero dejar claro que sólo sale quien quiera y que no insisto. Que nadie va a salir si no quiere y también quiero aclarar que no hago hipnosis. Me parece cutre ridiculizar a una persona para hacer un espectáculo. En esta cita extraigo lo mejor de los 26 años de profesión y añado algunas cosas realmente espectaculares. Un paseo por el mentalismo, empezando por la comunicación no verbal, saber si se cuenta una mentira por un gesto. Después entramos en la historia de cada uno, en que nuestras acciones pueden estar condicionadas por la persona que tienes delante. Hasta llegar a un momento muy particular en el que una persona del público me lee el pensamiento a mí.

-¿Cualquier persona puede hacer algo así?

-Vale casi cualquier persona pero sí que es el único momento del espectáculo en el que, de entre varios que quieran salir, yo elijo a uno que me parece que es el más efectivo o el que mejor va a funcionar.

-¿Su mayor satisfacción es convencer a un escéptico sobre lo que usted hace?

-En absoluto, yo no quiero convencer a nadie. Que nadie olvide que esto es un espectáculo, es una película que tiene la misma realidad, la misma fantasía, la misma verdad o la misma mentira que tiene una película. Vas al cine y no te planteas si el muerto está muerto, si la sangre es de verdad o si los tiros son auténticos. Hay que dejarse llevar por la historia, es así de simple. No tengo ninguna intención de que nadie crea en mí. No tengo una secta, ni he fundado una religión nueva. A la gente que viene le digo que haga todo menos ponerse escéptico... sería como ir al cine escéptico, absurdo. Lo que busco es que la gente se divierta y salga de la sala con una grandísima intriga y que, cuando se vaya a cenar con sus amigos, comience la segunda parte del espectáculo que es estar toda la noche hablando de ello. No tengo poderes, no soy vidente, no hago cosas paranormales, nada de lo que hago es sobrenatural.

-Un espectáculo que sólo se concibe con público ¿Cómo se ensaya?

-Uy, pues haciendo cenas en nuestra casa de Eivissa, cogiendo a mi mujer de conejillo de indias... También tengo un par de garitos, uno en el País Vasco y otro en Madrid, donde ensayo con público.

-Innovar en cada espectáculo, sorprender siempre... ¿Cuánto trabajo hay detrás de todo esto?

-Mucho trabajo, un estudio exhaustivo. Investigo, renuevo propuestas de libros de los años 10, 20 y 30, sobre todo americanos. Más de cien horas de trabajo y años de investigación hay detrás de mis propuestas. He tardado hasta quince años en sacar un número.