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Piden tres años a un constructor por la muerte de un empleado sin contrato

Un empresario de la constrcción de Eivissa, S. O. F., fue juzgado ayer acusado de ser el responsable de un grave accidente laboral. Un amigo y ex empleado suyo, Amador Rubio Trujillo, se cayó desde dos metros de altura el 29 de abril de 2003 y quedó tetrapléjico. El hombre falleció a principios de 2006 por una complicación en su estado. El empresario se sentó ayer en el banquillo del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa y se enfrenta a tres años de prisión por un delito contra los derechos de los trabajadores con imprudencia grave y lesiones. Los familiares le reclaman además una indemnización de 900.000 euros.

El relato de cómo sucedieron los hechos difiere totalmente según las versiones. La Fiscalía y la acusación particular sostienen que el hombre se cayó desde un tejado de una casa situada en el barrio del centro penitenciario de Eivissa en la que la empresa del acusado estaba efectuando obras de reforma. Según el relato de la acusación, el herido se encontraba trabajando para el acusado sin contrato, afiliación a la Seguridad Social ni medidas de seguridad.

En cambio, el acusado sostiene que el fallecido no estaba trabajando en el lugar y apuntó que, tal vez, la lesión se la había producido por una pelea. Otro empleado dijo en el juicio que tal vez se había caído en otro lugar, pues en los últimos meses sufría mareos frecuentes. Ambas hipótesis fueron desmentidas por el médico forense que examinó al herido, ya que consideró que la lesión que presentaba no podía producirse ni por una caída a nivel del suelo ni por una paliza que no fuese «brutal» y que, además, le habría dejado otras señales.

Ningún empleado (algunos de los que se habían citado no comparecieron al juicio al encontrarse en paradero desconocido) confirmó que el fallecido hubiese trabajado en la obra, a excepción de uno que, si bien no trabajaba allí entonces, sí refirió que había escuchado comentarios de otro compañero -un trabajador que previamente había declardo en el juicio y lo había negado- en los se mencionaba que Amador «se había caído en la obra».

El herido fue afiliado a la Seguridad Social por el acusado el 30 de abril de 2003, el día siguiente del accidente, con carácter retroactivo. El empresario aseguró que había sido de mutuo acuerdo con la familia del herido para no dejarle sin cobertura, aunque reiteró que el hombre no trabajaba allí. Incluso aseguró que, «dada su condición de ex toxicómano no estaba capacitado para trabajar en la obra», además de mencionar que «quería mucho» al fallecido y que, en numerosas ocasiones, le había dado dinero, extremo que confirmó una empleada de una tienda de la Marina, propiedad de la familia del acusado, que aseguró que «siempre» entregaban 20 o 50 euros a Amador cuando éste acudía a pedir: «Y lo apuntábamos en una libreta».

El letrado de la acusación particular rechazó este argumento: «Nadie duda de que el acusado ayudó mucho a Amador. Pero también es cierto que le dio trabajo en una obra, que no tenía contrato ni Seguridad Social ni medidas de prevención de riesgos y que la obra no tenía licencia». El médico forense también aseguró que no es cierto que los ex toxicómanos no puedan trabajar en la obra: «De hecho, es una de las terapias más habituales».

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