Las playas de Formentera son la joya de la corona de las Pitiusas y constituyen verdaderos paraísos naturales, bañados por aguas transparentes y turquesas, que recorren la peculiar forma recortada de una isla que es única en el Mediterráneo.

Todo su litoral está compuesto por calas de roca, playas de arena y por rincones costeros que se convierten en un reducto de tranquilidad cuando la isla llega a su máxima ocupación en el mes de agosto.

La playa de es Pujols. | C.F.

Aún así, cuando se trata de Formentera, cualquiera de sus playas se convierte en un acierto. Este es el caso de ses Illetes, situada dentro del Parque Natural de ses Salines y considerada una de las playas más bellas del mundo. Sus más de 450 metros de extensión de arena blanca y sus aguas tranquilas y poco profundas, la convierten en el paisaje más espectacular. Otra gran opción es la playa de es Pujols y sa Roqueta. Aunque es urbana mantiene la misma belleza que el resto del litoral de la isla y tiene la ventaja de tener a solo un paso de distancia toda clase de servicios.

La zona de Migjorn tampoco deja indiferente a ningún bañista. Se trata de la costa sur de Formentera que se extiende a lo largo de cinco kilómetros y que tiene diversas calas y playas paradisíacas que conforman un enclave privilegiado.

El litoral de la zona de Migjorn. | C.F.

La playa de Llevant es ideal para desconectar y disfrutar de un paisaje sin apenas edificaciones. Está orientada hacia el este y ocupa toda la costa opuesta a ses Illetes, a la que no tiene nada que envidiar ya que se extiende a lo largo de 1.450 metros de arena blanca y aguas cristalinas.

Cala Saona, por su parte, está considerada como la joya de la costa occidental de Formentera por sus aguas turquesas, su tierra rojiza y atardeceres de ensueño.

Para quienes buscan más privacidad, ses Platgetes es el sitio ideal. Se trata de un rincón encantador, poco frecuentado, con un puerto de pescadores y cualificados establecimientos gastronómicos.

La lista de enclaves de ensueño se completa con Cavall d’en Borràs, la primera playa al entrar en el Parque Natural de ses Salines, que guarda una belleza salvaje de aguas cristalinas.