Julio Herranz: Mis bodas de oro con Ibiza

Invitado en 1974 a pasar dos semanas en la isla, el poeta, escritor y periodista extremeño-andaluz cumple hoy 50 años de residencia continuada en la isla

En Radio Diario de Ibiza (1985), donde trabajé nueve años.

En Radio Diario de Ibiza (1985), donde trabajé nueve años. / ARCHIVO DIARIO DE IBIZA

Julio Herranz

Julio Herranz

El tiempo, como el algodón, no engaña, ay. Así que una sencilla resta me recuerda que este año se cumplen los cincuenta de mi llegada a Ibiza: el 3 de marzo de 1974. Vamos, que ya soy medio siglo ibicenco; y, por lo tanto, en este 2024 podría celebrar mis bodas de oro con esta isla querida a la que llegué por una invitación de mi hermana mayor para pasar dos semanas de vacaciones antes de incorporarme a mi destino laboral: funcionario de Correos en la oficina central de Málaga. Sí, con lo bien planificado que tenía uno la cosa desde que terminé la mili; y me salió el tiro por la culata. Uno puede proponer, pero vaya usted a saber quién finalmente dispone. Aunque si lo miro con ojos prácticos, cómodos e indulgentes, la experiencia me salió guapa finalmente; y la puedo contar desde la atalaya jubilosa del superviviente; lo que ya es mucho.

Portada de uno de
mis libros, ilustrado
por Micus (1993).

Portada de uno demis libros, ilustrado por Micus (1993). / J.H.

La verdad es que da cierto vértigo mirar el paso del tiempo a la par que uno lo coteja con los pasos que ha ido dando en la vida. Así, aquellas dos semanas se fueron estirando por encima de mis posibilidades previas, pero con una coartada que justifica hasta lo injustificable: la del Amor, con mayúsculas. ¿Y qué iba a hacer uno? Pues rendirle la pleitesía que merece semejante sentimiento. Toda, vamos; aunque mejor me abstengo de dar aquí detalles. Sólo precisar que mis primeros pasos laborales ibicencos comenzaron alquilando coches en el aeropuerto, aprovechando que tenía buen nivel de inglés, ya que venía de Inglaterra, donde había estado casi dos años de emigrado voluntario con una motivación singular: a ver si me aprendía bien los temas de Los Beatles que escuchaba en la emisora de la base americana de Rota, donde vivía desde los nueve años. No, no soy andaluz, a pesar de que así lo diga en la mayoría de mis libros. Nací en Ceclavín (Cáceres) el 24 de enero de 1948. Buff, más números excesivos. Es que te pones a vivir y ala, tira para adelante, mientras el cuerpo aguante. Tocando madera, que hace dos años tuve un infarto del que (como se ve) salí con suerte y puedo contarlo. Eso sí, privándome de fumar y de algún otro vicio de andar por casa.

¿Cuánto duró aquella etapa? Nueve años. Y del aeropuerto pasé a la que sería mi época más fructífera de actividad pública, y literaria, la periodística. Otra casualidad imprevista, porque no soy periodista de carrera. De nuevo, qué curioso, el pretexto fueron Los Beatles; o, precisando más, un beatle, mi favorito, John Lennon: era diciembre de 1981 y de la Cadena SER (que iniciaba en Ibiza su trayectoria y tenían aún pocos discos) pedían que los oyentes trajeran material para hacerle un homenaje, por cumplirse un año de su asesinato en Nueva York. Así que fui, me enrollé, les gustó mi voz, mi estilo y tal; y entré casi sin darme cuenta en el interesante y complejo mundo de los medios de comunicación. Primero hablados, en la SER y luego en Radio Diario, para animarme al poco tiempo a escribir también en este querido Diario de Ibiza. Primero con artículos semanales y luego alternando con entrevistas a personajes relevantes de la isla.

Los años de la inocencia social

Buff, qué tiempos más moviditos y animosos; qué energía había que tener para abarcar las distintas opciones que el mundo de la cultura ponía en mi camino. Sí, eran tiempos en los que Ibiza aún tenía cierta inocencia social y hambre cultural por derecho. O sea, libre, sin presiones políticas y al ritmo que marcaban los tiempos aquellos de la incipiente democracia española. Un lujo, vamos, para vivirlo con el empuje y el entusiasmo que daban aquellos años aún juveniles de mi biografía.

Pero en fin, aunque con tales mimbres me sería bien fácil contar la novela de mi vida, no es plan tampoco dedicar mi escaso tiempo ya a llenar páginas y más páginas. Cuando lo principal es leer, pasear y disfrutar del bien ganado ocio otoñal. Así que mejor detengo aquí el impulso comunicativo y levanto mi imaginaria copa con todos los lectores de este diario amigo, confiando en que la prórroga existencial me siga siendo benévola. Per molts d’anys.

Suscríbete para seguir leyendo