Claves del porqué de la epidemia de la gripe

Los virus invernales llegan todos los años, pero han vuelto a desbordar los centros sanitarios porque, según los expertos consultados, no se han adoptado suficientes medidas preventivas y estructurales.

Se considera que hay infradiagnóstico de covid porque los pacientes no acuden al médico o no se hacen un test. | SHUTTERSTOCK

Se considera que hay infradiagnóstico de covid porque los pacientes no acuden al médico o no se hacen un test. | SHUTTERSTOCK / texto patricia martín

Patricia Martín

Hagamos lo que hagamos, la gripe va a aparecer en la temporada invernal y, junto a ella, otros virus como el VRS (virus respiratorio sincitial) que provoca resfriados, bronquiolitis o neumonía, y el covid, que todavía causa estragos. Por ello, algunos epidemiólogos hablan de la «tripledemia», un cóctel de virus que ha provocado un llamativo pico de infecciones que, de nuevo, ha saturado los hospitales. Con el ingrediente añadido de la bronca política que también ha desatado el episodio.

Pero, si ya se sabe que todos los años llegarán los virus invernales y hemos pasado una pandemia que ha dejado una serie de lecciones y de promesas políticas, ¿por qué, de nuevo, estamos ante una ola que pone al sistema sanitario en tensión? Estos son los principales fallos cometidos, según el diagnóstico de cuatro especialistas. Un avance: no se han adoptado ni medidas preventivas ni estructurales que podrían haber mitigado la situación que se vive actualmente.

Vacunación: tasas bajas

Las cifras muestran que la tasa de vacunación tanto de gripe como de covid es baja. Por ello, hace semanas, cuando se tuvo constancia de ello, se debería haber hecho «pedagogía». «Se ha actuado de manera pasiva, esperando a que pidieran cita, cuando se debería haber promovido la vacunación sin cita previa y en espacios grandes, como se hizo en 2021», cuestiona Daniel López Acuña, epidemiólogo y exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tampoco se ha informado lo suficiente de que este año se puede vacunar a los niños -de 6 meses a 5 años- de la gripe y a los bebés contra el VRS, dos de las medidas estrella. En consecuencia, las mayores tasas de infección se dan en menores de 0 a 4 años, que, a su vez, pueden contagiar a sus padres o abuelos.

Poco uso de la mascarilla

La bronca política sobre si la mascarilla es o no necesaria en los centros de salud llega «tarde», según los expertos consultados por este diario. «No hemos terminado de entender que se trata de un pilar de la prevención, independientemente de que sea una imposición o no. El Gobierno no me obliga a llevar paraguas cuando llueve, pero lo uso. Igual tendría que suceder con la mascarilla cuando se tienen síntomas», explica Javier Membrillo, vicepresidente de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). «Lo ideal sería que actuáramos como los asiáticos, que la utilizan para no contagiar o contagiarse habitualmente», añade el epidemiólogo Joan Caylà, partidario de haber impuesto el tapabocas en los centros sanitarios desde primeros de diciembre.

Es una práctica habitual dar a los niños paracetamol y llevarlos al colegio con mucosidad, tos o dolor de garganta. | SHUTTERSTOCK

Es una práctica habitual dar a los niños paracetamol y llevarlos al colegio con mucosidad, tos o dolor de garganta. | SHUTTERSTOCK / texto patricia martín

Déficit de manos y camas

Otro de los errores ha sido no reforzar los centros sanitarios, que siempre tienen pocos recursos pero en navidades, con las vacaciones y los festivos, quedan en mínimos. Los planes invernales de las comunidades, según los especialistas, son insuficientes, sobre todo en la maltrecha Atención Primaria. «Si tuviéramos una enfermería fortalecida, que pudiera ir con frecuencia a los domicilios, las personas mayores no tendrían que desplazarse tanto a las urgencias», ejemplifica Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas). Además de manos, en los hospitales están faltos de espacios como bóxes, salas de espera y camas, lo que está obligando a algunos centros a aplazar operaciones quirúrgicas no urgentes.

Sistema de vigilancia

También es deficiente el sistema de vigilancia, que no registra el total de los test que se realizan sino una proporción, y de ahí se extrapolan los datos. Además, se considera que hay infradiagnóstico de covid puesto que, como la mayoría de personas no acusa síntomas graves, o bien no acude al médico o bien se hace un test de farmacia, que no se registra. Por tanto, no se dispone de la «foto de la situación, para tomar las decisiones adecuadas», según Hernández.

Agencia de Salud Pública

Los especialistas también echan en falta la puesta en marcha de la Agencia de Salud Pública, aprobada pero sin funcionar. «Si hubiera existido y fuera independiente y de carácter técnico, sería más difícil usar los Consejos Interterritoriales de manera partidista, porque sus recomendaciones serían difíciles de rebatir. Además, podrían haber adoptado una política de comunicación sobre la vacunación, la mascarilla o la higiene que no dependería del color político», añade el portavoz de Sespas. A su vez, Caylà reclama que haya más epidemiólogos expertos en enfermedades transmisibles y que estos tengan más poder de decisión sobre las políticas.

Falta de flexibilidad laboral

Otro de los problemas estructurales es que no se disponen de los suficientes permisos laborales o de teletrabajo como para que una persona con síntomas leves se quede en su domicilio, con el fin de evitar la propagación del virus. También es una práctica habitual dar a los niños paracetamol y llevarlos al colegio con mucosidad, tos o dolor de garganta. «Se debería crear un grupo de trabajo que estudie las medidas necesarias para abordar el asunto de las bajas laborales, el teletrabajo o las cuestiones relacionadas con el colegio, que estudie las políticas de otros países y haga propuestas sensatas», reclama Hernández.

«El toro por los cuernos»

Pero aún hay tiempo de «coger el toro por los cuernos», según asegura López Acuña, dado que «faltan dos meses de temporada invernal». Ante ello, el exdirector de Salud Pública de la Organización Mundial de la Salud reclama que las autoridades sanitarias intensifiquen sobre todo los mensajes sobre la conveniencia del uso de mascarilla o que se eviten los sitios concurridos cuando se tengan síntomas de haber contraído alguno de esos virus. Además, este experto pide que se «pise el acelerador» con la vacunación, puesto que aún hay tiempo. La actual ola de gripe va a la baja, pero no se descarta que se produzcan nuevas embestidas y, ante ello, es importante inmunizarse con vacunas. También frente al coronavirus, que no es estacional.

LA CLAVE

La vacunación en niños y adultos

Las autoridades sanitarias recomiendan la vacunación contra la gripe para la población infantil de entre 6 y 59 meses de edad y para los adultos que padecen enfermedades crónicas cardiovasculares, neurológicas o respiratorias.

La burocracia frena la prescripción de las pastillas anticovid

Hace justo dos años, Pedro Sánchez anunció a bombo y platillo la compra a Pfizer de 344.000 dosis de antivirales contra el covid. Cuando el coronavirus dejaba récords diarios de positivos debido a la llegada de la variante ómicron, los medicamentos en pastillas se publicitaron como una de las grandes esperanzas, dado que los estudios apuntan a que reducen un 89% el riesgo de hospitalización o muerte. Sin embargo, diversos fallos en la composición de alguno de los fármacos, las trabas burocráticas en su acceso y la falta de formación de los médicos han frenado su uso.

Recientemente, un estudio realizado por el Instituto Nacional de Salud de EEUU (NIH, por sus siglas en inglés) revela que solo el 15% de los estadounidenses con factores de riesgo, la población indicada para tomar el antiviral de Pfizer -Paxlovid-, lo recibieron tras el contagio, debido a la preocupación de los médicos por las posibles interacciones con otros medicamentos o el rechazo entre los pacientes, entre otros motivos, por su regusto metálico. 

En España el porcentaje de uso «probablemente es inferior» porque en EEUU el medicamento se puede adquirir en las farmacias, mientras que en nuestro país se requiere la autorización de un farmacéutico hospitalario que debe revisar el resto de terapias del paciente para descartar interacciones. Esta obligación se introdujo porque el antiviral se desaconseja para personas con insuficiencia renal e interfiere en muchos medicamentos habituales, como los que se prescriben contra el colesterol o para reducir la presión arterial. No obstante, esta prevención, en la práctica, ha provocado una «barrera burocrática», según denuncia Javier Membrillo, vicepresidente de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC). 

Pacientes con mascarilla.

Pacientes con mascarilla. / DI

A ello se añade que, si en los primeros días el covid produce síntomas leves, muchas personas no se hacen ningún test para saber si están infectadas, ni acuden al médico, que podría prescribir Paxlovid a los pacientes con factores de riesgo, como ancianos o enfermos inmunodeprimidos. 

Interacciones

En cuanto a la interacción con otros medicamentos, «no pasa nada por suspender unos días el fármaco contra el colesterol, comparado con el riesgo de sufrir covid grave». A pesar de ello, muchos médicos deciden «esperar» a ver la evolución del paciente y recetarlo si empeora, cuando los estudios indican que cada día que no se administra -se debe tomar lo antes posible y dentro de los primeros cinco días posteriores al inicio de síntomas- disminuye su eficacia en un 12%. 

«Esperar a que el paciente sufra insuficiencia respiratoria para administrarlo es un error, pero es el drama de lo que ocurre en España y otros países», añade Membrillo, quien sostiene que existen «herramientas» terapéuticas frente al covid que «los médicos no saben usar o no lo hacen bien». Por tanto, el tercer problema es la falta de formación de los profesionales, que se agrava debido a que España es el único país de la UE que no tiene especialidad de enfermedades infecciosas. 

De hecho, la traba burocrática se podría solventar si se permitiera al médico de primaria o al especialista su prescripción, puesto que tienen acceso a todos medicamentos del paciente. «Si aparecen dudas es cuando se debería consultar con el experto farmacéutico -añade Membrillo-. Pero, eliminando este requisito previo, el proceso sería más ágil». 

Existe otro tratamiento en pastillas, el Molnupiravir -comercializado como Lagevrio-, que fue el primer antiviral oral que se autorizó a gran escala con el fin de dar la estocada al covid, porque reduce la duración y los síntomas en pacientes vulnerables. El problema es que el pasado mes de septiembre se publicó una investigación que concluyó que provoca un aumento de las mutaciones del SARS-CoV-2, por lo que «hoy día casi no se usa», según el portavoz de SEIMC. También existen otros fármacos de administración intravenosa o indicados para cuando se presenta insuficiencia respiratoria; es decir, para los casos graves. 

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