La SD Formentera cosechó ayer su tercera derrota consecutiva en la Liga y la quinta seguida si se contabiliza la eliminatoria de la Copa del Rey ante el Alavés. La situación no es alarmante pero sí preocupante, al menos estadísticamente, porque es la primera vez que el club formenterés pierde tres partidos seguidos desde que volvió a Tercera División en la temporada 2012-13. Dicho de otra forma: los formenterenses han caído derrotados tres veces seguidas después de los 212 encuentros que acumulan en categoría nacional en las últimas seis temporadas.

Es verdad que no deja de ser un dato puntual y que la situación clasificatoria no es peligrosa gracias a los 25 puntos que se consiguieron en la primera vuelta. Lo que más inquieta es que el equipo se ha quedado sin un hombre clave y determinante, en todas las facetas, como era Liñán, y que solamente se han marcado 16 goles en 22 partidos, de los que 13 han sido a balón parado. Estas dos cosas sí que son dignas de analizar porque explican lo que está ocurriendo ultimamente sobre el terreno de juego y en los marcadores.

El Formentera, es verdad, le pone ganas, pero en esta categoría no es suficiente. En Segunda B hace falta oficio y está categóricamente prohibido perdonar de cara a puerta, algo de lo que el conjunto entrenado por Tito García Sanjuán peca desde que comenzó el campeonato.

Por si fuera poco, las duras declaraciones de Álvaro Muñiz han dañado a un vestuario que estaba sellado hasta ahora pero no se sabe hasta cuándo, especialmente si hay más bajas.

Todas estas circunstancias explican el negativo resultado de ayer ante un Atlético Saguntino que sabe a lo que juega y que recurre al fútbol práctico, a las marrullerías, a las pérdidas de tiempo y a la presión a los árbitros cuando el partido lo precisa.

Ayer, el Formentera empezó jugando bien. Tocando el balón con criterio y buscando las bandas. Se antojaba que el choque sería tranquilo, pero no fue así porque faltó continuidad y sobraron nervios.

Riera tenía ganas y fue el más incisivo desde los primeros compases, en los que disparó dos veces por encima del larguero. El encuentro parecía controlado, pero los de Sagunto se acercaron una primera vez a la portería de Chechu -de nuevo titular- y metieron el 0-1 en el minuto 23, obra de Gallego.

Fue un jarro de agua fría para un equipo formenterés frágil e inquieto, que, encima, no fue capaz de empatar solo tres minutos después al desaprovechar el delantero Bruno una clarísima ocasión de gol en el mano a mano con el meta de los levantinos.

La réplica la puso el defensa visitante Quesada, cuando en el minuto 30 remató alto de cabeza un balón que pudo significar el 0-2.

El último cuarto de hora fue un querer y no poder de los pitiusos, que dominaron en la zona ancha pero fueron incapaces de llevar el balón al área rival, a pesar de que durante toda la semana se había hablado y entrenado de entrar por bandas y servir balones a los dominios de Lluna.

La segunda parte fue más de lo mismo. El Formentera se volcó más y el Saguntino estaba cómodo jugando al contragolpe. Riera lo intentó otras dos veces, pero sus disparos hicieron cosquillas al portero saguntino, mientras que en el área de Chechu estuvo providencial Samu evitando un gol de Gámez a poca distancia de la línea de gol en el minuto 79.

El partido se rompió completamente en los últimos diez minutos y el que arriesgó más fue el Formentera, pero ayer tampoco cambió la suerte para los delanteros. Los visitantes lanzaron un balón al poste y Juan Antonio respondió con otro a la madera, pero el marcador no se movió. El Saguntino se dedicó a perder tiempo y el Formentera a bombear balones al área en busca de un gol que le diera el empate, pero fue imposible. El Formentera ha empezado 2018 con muy mal pie.