El béisbol es el deporte estrella en la República Dominicana. Una tendencia que se extiende a Santo Domingo, la capital del país, y a sus más de cuatro millones de habitantes. Los Tigres de Licey y los Leones del Escogido pugnan en el estadio Quisqueya por la supremacía en una época en la que el fútbol ya ha empezado a extender su red. La revolución digital ha transportado hasta todos los rincones del mundo la luz que desprenden estrellas como el argentino Leo Messi o el portugués Cristiano Ronaldo, y el balompié está aprovechando su tirón para calar en todos los estratos de sociedades que hasta el momento eran inaccesibles.

«No es como Europa, donde manda el fútbol. La República Dominicana es un país con mucha cultura de béisbol, pero hace seis o siete años que el fútbol está creciendo y ya tiene una Liga profesional, que podría ser como la Segunda División B española. Poco a poco, y con muchas carencias, se está creando una estructura y los niños se interesan cada vez más», asegura el ibicenco David Escandell, director de la escuela de David Villa en Santo Domingo, que arrancó el pasado mes de enero y que ya cuenta con un centenar de jóvenes futbolistas.

El Guaje se ha puesto al frente de un proyecto «ambicioso» que pretende la «formación integral» de los más jóvenes en territorios «con potencial» y en los que el 'deporte rey' todavía no ha logrado instalarse. «Trabajamos con la metodología del fútbol español, que busca un juego vistoso mediante el buen trato de la pelota. Además, que David pueda transmitir a los niños su experiencia con entrenadores como Diego Pablo Simeone, Josep Guardiola o Vicente del Bosque es brutal», explica Cuquet, con un catalán que ha incorporado al dialecto balear pinceladas del Baix Ebre, donde conoció a su mujer.

Escandell tuvo su primera experiencia en la formación de jóvenes jugadores en la escuela internacional del Fútbol Club Barcelona en Varsovia y, a su vuelta de Polonia, llegó a estar al frente del primer equipo del Tortosa.

Su etapa en el Barça, que duró cuatro años, le permitió conocer «a gente muy potente», lo que le abrió las puertas de «un barco que no podía dejar pasar». En América, donde se trasladó con su pareja y sus dos hijas (que están a punto de cumplir los dos y cuatro años de edad), se ha encontrado una situación «muy diferente» a su anterior aventura europea.

«Estoy muy contento de que pensaran en mí para este proyecto, en el que tienen puestas muchas expectativas. En Polonia no teníamos hijos, por lo que esta vez es muy diferente. Aunque la gente de allí es encantadora y nos ha acogido muy bien», asegura Escandell, que tiene a otros seis entrenadores en la escuela DV7 Santo Domingo, donde ha cambiado la brisa del mar Mediterráneo por la del Caribe.

Es una de las últimas academias del delantero asturiano, que posee otros siete centros formativos con su marca: Puerto Rico, Valencia, Asturias, Hong Kong, Corea y dos en Nueva York (Queen's y Manhattan). El preparador pitiuso afirma que Villa quiere estar pendiente de la evolución de todas las academias. «Sus vacaciones las dedica a dar la vuelta al mundo por las escuelas», apunta.

Un país con dos realidades

Un país con dos realidades

Después de trabajar con un proyecto como el azulgrana, que navega con viento favorable gracias a una marca mundialmente reconocida, Escandell ha encontrado en la República Dominicana un territorio de grandes contrastes.

Algunos de sus pupilos se mueven entre la tranquilidad que ofrecen las familias más acomodadas, mientras que otros viajan empujados por la ilusión y el nerviosismo de las clases más humildes, que ven en el deporte una vía de escape de una vida llena de barreras. En estos casos ofrecen becas, para que estos niños puedan formarse en la academia DV7. «Tenemos que ir con mucho cuidado, ya que nosotros no vendemos ningún tipo de sueño», añade el ibicenco.

«El objetivo principal es formar a las personas en unos valores y que, una vez tengan 15 o 16 años, encuentren en el fútbol un lugar para resguardarse y que se aparten de lo malo que puedan tener alrededor. Lo que intentamos es detectar el talento, formarlo en estos lugares estratégicos e intentar darles una salida. Es una forma de ayudar a que el fútbol crezca en estos países, donde tienen mucho talento pero les falta cultura futbolística para desarrollarlo», asevera Cuquet.

Pese a que habla con entusiasmo de su etapa como formador, no olvida su etapa como futbolista: «El compañerismo es algo que se hecha de menos. Nada es comparable a ser jugador».