El ambiente de la final por el ascenso a LEB Oro

El pabellón de Sa Pedrera se quedó pequeño para la afición

La afición del Class Sant Antoni estuvo a la altura del momento y convirtió el polideportivo en una olla a presión para recibir al CB Morónn | El ruido era tan intenso que fue una de las causas del arrollador inicio de partido de los locales, que consiguieron una ventaja de 12-5 en los primeros cinco minutos de partido

Grimau da un discurso en su homenaje.

Grimau da un discurso en su homenaje. / Toni Escobar

El grupo de árbitros saltó al parquet para admirar la pancarta gigante que el club había colocado como homenaje a Jordi Grimau, que estaba a pocos minutos de afrontar su último partido. «Etern capità. Etern Jordi Grimau», proclamaba el cartel. A pesar de ello, los colegiados terminaron por girarse para observar la grada principal del pabellón Sa Pedrera, que no paraba de gritar para apretar el encuentro desde antes del salto inicial.

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Los aficionados ondean banderas. / TE

Los árbitros resoplaron con sonrisa irónica de espaldas a la pancarta en forma de camiseta, pues preveían el ambiente que les iba a acompañar durante el duelo del Class Bàsquet Sant Antoni. Tenían que hacer aspavientos y acercarse al oído del compañero que tenían al lado para entenderse.

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Un tiempo muerto del Class Sant Antoni. / TE

El locutor del encuentro pasó por dificultades similares mientras anunciaba el nombre de cada jugador antes de que entrase en el terreno de juego. Los deportistas no se mostraron demasiado eufóricos por la afición, que los recibió en pie. El técnico del conjunto local, David Barrio, mantuvo el mismo gesto pensativo del calentamiento. Como era de esperar, Grimau recibió los aplausos más apasionados y agradeció el apoyo desde el centro del campo. A continuación, el himno del equipo sonó como un murmullo entre el clamor del público.

El equipo ibicenco comenzó el partido en sintonía con su afición, que celebró como victorias las dos primeras jugadas del partido, que se saldaron con un fallo de los andaluces y una canasta de los locales. A pesar de que Grimau falló dos triples en los primeros minutos, el público no lo tuvo en cuenta y dedicó más gritos de ánimo al capitán.

Rápidamente empezaron a notarse los nervios entre el conjunto andaluz, que veía que se esfumaba su renta de nueve puntos del partido de ida. El técnico visitante, José Antonio Santaella, representaba mejor que nadie el estado anímico de los sevillanos. El entrenador caminaba en círculos y llegó a morderse las uñas en una ocasión.

El partido seguía adelante entre gritos de «a por ellos» y «sí se puede». A mediados del tercer cuarto, el técnico del CB Morón fue expulsado por protestar y se despidió del partido con un golpe a una de las puertas de los vestuarios. La respuesta de los jugadores visitantes fue hacer una piña y pedir a sus aficionados que hiciesen más ruido para contrarrestar.

Al principio del último periodo, Barrio era el que comenzaba a dar muestras de ansiedad. Por su parte, los aficionados saltaban al grito de «que bote Sant Antoni». La afición del Morón tomó la iniciativa por primera vez cuando su conjunto se puso por delante en el marcador a pocos minutos del final. Sin embargo, los seguidores del Sant Antoni volvieron a hacerse notar en el intento de remontada final, que fue insuficiente.

Después del partido, fue el momento del homenaje a Jordi Grimau. El jugador catalán escuchó al público corear su nombre y dio un emotivo discurso en el que agradeció la confianza de aficionados y directiva. Finalmente, se apagaron las luces mientras izaban la camiseta de Grimau, que se quedará para siempre en el techo del polideportivo.

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