Arte&letras

Pearl S. Buck: 'best Seller' y Nobel

La escritora de 'literatura popular' que se llevó el premio Nobel en 1938

Pearl S. Buck

Pearl S. Buck / Por Miguel Ángel González

Los novelistas que han sido galardonados con el Premio Nobel de Literatura no suelen ser autores de best-sellers y la mayoría de ellos -Garducci, Rolland, Hamsum, Undset, Sachs, Sillampää, Laxness, Martinson, etc., entre muchos otros- ni tan siquiera son conocidos y, en el mejor de los casos, duermen olvidados en las bibliotecas. Es el caso de Pearl S. Buck, (1892-1973), Sai Zhen en China donde pasó 40 años, razón de que sean de allí casi todos los argumentos de sus novelas. A pesar de que los letraheridos califican sus historias como ‘literatura popular’ y escritura de bajo voltaje, algo haría bien cuando mereció el Nobel en 1938. A los mayores de la tribu nos son muy familiares títulos como ‘Viento del este, viento del oeste’, ‘La buena tierra’ (Premio Pulitzer), ‘La madre’, ‘Pabellón de mujeres’, ‘La primera esposa’ ‘La buena tierra’, ‘La gran dama’ y ’La estirpe del dragón’. Pearl Buck escribió más de 80 novelas, varias de ellas han sido llevadas al cine y a series de televisión. Por cierto, pronto veremos a Juliette Binoche en un biopic en el que dará vida a la escritora.

Siendo una autora que le da cien patadas a los plumíferos, escribientes o escribidores que con una primera publicación ya se tienen por escritores, cabe reconocer que la obra de Pearl –que tuvo el mérito de llevar a la lectura en los años 50 y 60 a un público, sobre todo femenino, que no había leído antes ni una sola novela-, no ha envejecido bien. Un problema, supongo, de modos y modas. El estilo narrativo de Pearl S. Buck, contrario al experimentalismo de Joyce o Virginia Wolf, no pretende ser novedoso,ni sorprender con idas, venidas y alambicados laberintos. Son relatos lineales al viejo estilo de planteamiento, nudo y desenlace. Sin mixtificaciones, su escritura es sencilla, directa, con resonancias bíblicas y épicas, y de indudable inspiración femenina, algo que el lector descubre en sus protagonistas, mayoritariamente mujeres, por su particular sensibilidad y por la minuciosidad de sus descripciones, atentas siempre a los más nimios e íntimos detalles.

A Pearl también le ha perjudicado situar sus historias en un escenario socio-cultural tan alejado al nuestro como es la milenaria y misteriosa China, en un periodo concreto de su historia que conocemos mal y que, siendo de un enorme interés, hace difícil que nos identifiquemos con sus situaciones y protagonistas. Todo ello, sin embargo, no le resta ni un ápice de valor a su escritura. Y en cuanto a su contexto, conviene advertir que sus novelas no son libros de historia, son historias humanas, vivencias comunes a todos que trascienden escenarios y momentos concretos y que, por su valor humanitario, van más allá de lo meramente literario. Otra característica de Pearl es que sólo ficciona lo estrictamente necesario, consciente de que la realidad es suficientemente increíble y compleja. Sus experiencias le aportan más material del que necesita para su escritura, que suele ser autoreferencial y testimonial. Pearl ha visto y vivido lo que explica, más de lo que hubiera querido ver. Para entender el conocimiento y el grado de implicación que la autora tiene de las convulsas situaciones por las que pasa el país, basta decir que cuando llega a China con sus padres, misioneros presbiterianos, tiene sólo unos meses de edad, que en las escuelas chinas aprende el mandarín y que escribe sus primeras textos, paralelamente, en inglés y en chino.

Los años veinte que vive en China son tiempos convulsos, especialmente trágicos. En 1927 tiene lugar el ‘Incidente de Nanking’, en el que se ven involucrados los elementos del Chiang Kai-shek, las tropas nacionalistas, las fuerzas comunistas y los llamados ‘Señores de la Guerra’. Se prepara la sublevación de los bóxers (1899-1901) y a su familia le toca vivir plagas de hambre, violencia, pillaje, destrucción y tumultos revolucionarios que ponen en peligro su vida. El sistema tradicional confucionista se opone a las necesarias reformas y surgen sociedades secretas xenófobas. Los impuestos abruman a los campesinos y crecen los movimientos antigubernamentales.

Escondida con una familia

Millones de personas se hallan en la más extrema miseria, la inseguridad es total, la mortalidad infantil aterradora y del todo insostenible la explotación que sufren los pequeños agricultores por parte de los terratenientes, de manera que se abandonan los arrozales y el éxodo masivo a las ciudades aumenta el caos. Las misiones extranjeras –caso de la que gestionan sus padres- son estrechamente vigiladas. Se las tiene por propagandistas occidentales y vanguardia del imperialismo. Las escuelas misioneras quedan bajo control gubernamental, sus directores son expulsados, se confiscan sus propiedades, sus centros son destruidos y algunos de sus miembros, sin juicio alguno, son asesinados con falsas imputaciones. Muchos de ellos tienen que huir. Una familia muy humilde esconde a los Buck en su cabaña y pasan unos días aterrorizados. Finalmente, salvan la vida de milagro, rescatados por la tripulación de una cañonera estadounidense.

Cuando en 1934 la novelista abandona China, el Guomindang, dirigido por Chiang-Kai-shek ha consolidado su poder y el partido comunista no tarda en iniciar su famosa Gran Marcha. De todo ello toma buena nota Pearl y, escuetamente novelado, será lo que trata de explicar al mundo. De regreso a los Estados Unidos, a partir de 1934, Pearl mantiene su activismo en defensa de los derechos civiles y de la mujer, publica ensayos, poesía, teatro y guiones cinematográficos, publica numerosos artículos en prensa y durante veinte años da clases en la Universidad Howard (Washington), la de Harry Potter. En 1942 funda la Asociación East and West, dedicada al intercambio cultural entre Asia y Occidente y en 1949 funda la Welcome House, agencia que promueve la adopción de niños asiáticos y mestizos. Todavía en 1970 publica ‘China tal como yo la veo’ y ‘Los Kennedy’. Pearl Buck muere en marzo de 1973 a los 81 años. Sus papeles y manuscritos se custodian en el Pearl S. Buck International, en el West Virginia & Regional History Center. Una estatua suya preside la entrada de la Universidad de Nanking.

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