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Arte&letras

Orhan Pamuk: «No tengo miedo de ir a una cárcel de Erdogan»

El Nobel, que habla sobre la pandemia, Ucrania y el fin del líder turco, tiene nueva novela, ‘Las noches de la peste’, por la que el fiscal le pide casi dos años de prisión

Orhan Pamuk (Estambul, 1952), Premio Nobel de Literatura en 2006. E.P.

Pese a todo, «¡la vida es bella!», asegura Orhan Pamuk desde su casa, en su natal Estambul, girando la pantalla hacia la ventana para mostrar el río Bósforo a los periodistas que le siguen por videoconferencia. «Soy positivo respecto al futuro de la humanidad», añade el Nobel de literatura turco de 69 años tras opinar muy seriamente sobre Ucrania, la falta de libertad de expresión y los encarcelados en la Turquía de Erdogan, la pandemia o la petición de casi tres años de prisión que pesa sobre él del fiscal del Gobierno por «insultar a Atatürk», el fundador de la república turca, en su último libro, Las noches de la peste (Literatura Random House / Més llibres).

Pamuk empezó a escribirlo cinco años antes del covid y llevaba 40 pensando en él. Así que nadie puede acusarle de oportunismo al relatar en la novela la devastación que provoca en 1901 la peste bubónica en la isla ficticia de Minguer, perla del Mediterráneo oriental, inspirada en Creta, y las medidas de contención que se intentan aplicar, como el confinamiento, que implica el paro de la economía. «Mis amigos me preguntaban por qué escribía sobre una pandemia si no las había en nuestro mundo. Y de repente descubrí que estaba viviendo una pandemia como la que describía. Al final todas las pandemias se han superado y se han ido. La humanidad siempre sobrevive, y se inventa nuevos problemas. Sobrevivir está en nuestros genes, la resiliencia -explica el autor de Nieve-. Mucha gente mayor ha fallecido y es una vergüenza que se hayan sacrificado tantas personas mayores porque los gobiernos estaban más preocupados por los negocios y las tiendas».

«La humanidad se comportaba igual. Reduje mis descripciones de la cuarentena porque todo el mundo sabía ya cómo era. Y ante tantos elementos negativos introduje humor e ironía, y la belleza de la isla y de la vida. Pero vi que mi mundo de escritura se convertía en público y me sentí algo celoso de la realidad», admite el Nobel, buen conocedor de la literatura sobre epidemias, en especial, Diario del año de la peste, de su admirado Daniel Defoe, que «se basó en las notas de su tío durante la peste de Londres de 1715 y tiene instinto para entender el corazón y el comportamiento humanos, el miedo… la psicología de los personajes», Los novios, de Alessandro Manzoni, y La peste, de Albert Camus.

«No tengo miedo de ir a la cárcel», asegura Pamuk, que va por la calle con protección, ante la petición del fiscal. «El ataque no tiene ningún fundamento. No es verdad que ataque a Atatürk, ni lo he pretendido. No hay ninguna alusión directa a él. Pero sí es una alegoría del alzamiento de nuevas naciones -Bulgaria, Turquía, Serbia…- tras la desintegración del Imperio Otomano. Cuando me llamó la fiscalía les pregunté en qué página me burlaba o insultaba a Atatürk. En ninguna. No pueden probar nada. Son acusaciones kafkianas. No me preocupa y no quiero ofrecerme como víctima. La experiencia me dice que todo esto se desvanecerá en los laberintos de la burocracia de Ankara. Forma parte de una lucha política: los enemigos nacionalistas islamistas se quejan de que mis libros se lean en las escuelas».

Periodistas y escritores encarcelados

No se muerde la lengua ante la situación en Turquía. «El Gobierno de Erdogan ha acabado en los últimos años con la libertad de expresión. Quienes tienen problemas no son los escritores de ficción sino periodistas valientes que pasan dos años en la cárcel y al salir vuelven a escribir cosas valientes y vuelven a la cárcel -lamenta-. Tenemos un ministro de Justicia que anuncia con orgullo que construyen nuevas prisiones, como si se tratara de hospitales. Esto ha sucedido en los últimos seis años, mientras la humanidad estaba mirando. Y, subrayo, sin libertad de expresión, no hay democracia. Tenemos una democracia falsa en el sentido de que la gente vota, y vota a Erdogan a pesar de que meta a gente en prisión solo por insultarle cuando solo lo criticaban».

Pero también hay «algo bueno»: «Las encuestas dicen que su popularidad está cayendo y, si las próximas elecciones son claras y justas, Erdogan caerá, créanme. Porque en los últimos meses y años la economía se ha hundido y la pobreza es tremenda y la gente no tiene qué comer, hasta los periódicos pro-Erdogan y los islamistas están enfadados con él y denuncian la pobreza. A la gente le importa poder comer no los periodistas en prisión».

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