El artista Gilbert Herreyns inaugura este sábado, a partir de las cinco de la tarde en el Espacio Micus de Jesús, una exposición retrospectiva que abarca cerca de cincuenta años de pintura abstracta, su modus operandi.
Es una exposición necesaria donde tienen cabida sus diferentes preocupaciones y compromisos pictóricos, que nos muestra parte de lo sucedido a nivel visual en Ibiza y Formentera en las últimas décadas. Este merecido homenaje, gracias a la dirección de Katja Micus, estará abierto al público hasta el mes de julio.
Herreyns está inmerso en la cultura pitiusa desde prácticamente su llegada al Mediterráneo, el contacto con el ambiente internacional y artístico de Ibiza de finales de los sesenta y la propuesta de desarrollar su trabajo en Ibiza por la invitación de la galería de Carl Van der Voort.
Fue descrita por Vicente Valero como «La experiencia de insularidad mediterránea» y se tradujo en un importante cambio en su pintura. De modo que su recorrido pictórico forma parte de la historia iconográfica de las Pitiusas. Además, cabe recalcar su faceta didáctica: el taller de grabado y litografía situado en la Mola (Formentera), junto a su compromiso en el mantenimiento de la infraestructura cultural de las islas: mediante su participación en el patronato del MACE, o en la ejecutiva de distintas asociaciones artísticas. Herreyns es una figura activa y comprometida con la cultura y arte.
Su compromiso con la pintura abstracta siempre ha sido la de convertirla en una seductora imagen que provoque una llamada de atención y consecuentemente, una inmersión por parte del espectador en la imagen, de manera que hay varios niveles de comprensión de su trabajo; en una lectura simple, podemos ver figuras geométricas, signos repetidos, colores, hojas de pinos, ramas… pero es una primera invitación a trascender, que expresa un mensaje más profundo, más sutil. En el compromiso que tiene el artista de desarrollar un lenguaje, de contar algo propio, de abrir puertas como él mismo indica.
Herreyns participa de una vertiente espiritual, el arte como vehículo de conocimiento; por ello, la elección de los signos, la ejecución, el empleo consciente y comprometido del color y la presencia de elementos naturales van en esta dirección. Podríamos afirmar que una constante de su trabajo siempre ha sido la repetición, un mantra que trasciende para elevar a un espacio y comprensión nueva al espectador.
