«¡Viva la sardina... Viva!». Con esta frase comenzaba ayer por la tarde el pasacalles del entierro simbólico que organiza en Ibiza la asociación de vecinos de es Clot. Como en cada edición, el momento más esperado era ver cómo sería el pez gigante de Basilio Gómez y Toni Colom.

Apenas pasaban unos minutos de las 19 horas, cuando sus creadores y dos personas más salieron a la calle de Agapito Llobet con la sardina. «Es la reina Clotilde», expresó Gómez mientras señalaba la corona que lucía.

Los primeros repiques de los tambores anunciaban el inicio de este cortejo fúnebre, en el que participaron una cuarentena de personas. Los músicos lideraron la comitiva por las calles de Vila y les seguían los actores que representaban al obispo y al cura y las plañideras. Todas lucían ropa negra y llamativos complementos. «Al principio sólo vestíamos de negro, pero hace años que las mujeres nos ponemos pelucas de colores y boas», explicó Victoria Balanzat, una de las fundadoras de la asociación de vecinos y profesora de baile. Ella llevaba una peluca y boa de color azul y collares y pulseras de perlas.

Los sollozos y sonrisas de las plañideras captaron la atención de los que caminaban por las aceras de la calle País Valencià. «¿De dónde sale esta sardina? ¡Es la primera vez que veo esto!», afirmó Ángeles Arrebola, una vecina de Vila que había sacado a pasear a sus dos perros.

Música y 'sardinada'

Mientras el cortejo fúnebre recorría las calles de Navarra, Murcia y Josep Ribes Llobet, la mayoría de fieles a esta tradición esperaba en el parque de la Paz. Unos estaban cerca del escenario porque querían ver de cerca a la sardina creada por Gómez y Colom. Otros, prefirieron guardar cola para degustar una ración de sardinas. En total, el Ayuntamiento de Ibiza repartió 90 kilos, diez más que en 2016.

Cerca de la barra estaba el presidente de la asociación de es Clot y conocido peluquero, Pepe Pérez. «Se ha fundido un foco y estamos un poco a oscuras, pero no pasa nada», comentó Pérez, que lucía un sombrero negro. Aunque no había ninguna novedad destacada en la celebración de este año, para él lo mejor del entierro de la sardina es reunir a todos los miembros del colectivo vecinal. Media hora más tarde, el cortejo fúnebre llegó al parque de la Paz y una multitud se acercó al para fotografiar la sardina reina y los estrafalarios complementos que lucían las plañideras. Las mujeres agitaban con ritmo los pañuelos y exclamaban «¡qué pena, qué pena!». Ninguna lástima sentían por la sardina una decena de niños que habían ocupado las sillas colocadas delante del escenario. Nada más ver a Clotilde gritaron sin piedad «¡que la quemen, que la quemen!».

Sin embargo, antes de lanzar a las llamas esta sardina de 170 centímetros, las integrantes del pasacalles cantaron cuplés y bailaron salsa y merengue. 'Desde Santurce a Bilbao', 'Las camareras' y 'Suavemente', entre otros, fueron algunos de los temas que habían ensayado las vecinas de es Clot y que estaba previsto que animasen la velada. Al concluir este espectáculo, se quemó la sardina para despedir el carnaval de Vila.

A pesar de que este entierro simbólico marca el inicio de la Cuaresma, las personas que todavía tengan ganas de disfrazarse podrán hacerlo este sábado, a las 17.30 horas, en la rúa de Sant Antoni.