Planean, en un característico vuelo a ras de agua, sorteando las olas con sus largas alas color ceniza, adaptadas para aprovechar los vientos de la superficie del mar. Las pardelas cenicienta mediterráneas están regresando de sus áreas de invernada y ocupando de nuevo sus colonias de Baleares, en islotes como Murada, s’Espardell, Llarga, Malvins o las reservas de los Illots de Ponent.

Sin embargo, y sin que se conozca la razón para ello, estas aves marinas comenzaron su viaje de retorno semanas antes de lo previsto y en el mes de enero ya han podido observarse ejemplares en aguas de las islas. El biólogo Miguel McMinn señala, por poner un ejemplo, que en la zona de Muleta (Sóller), en el primer mes del año, ya se contaron 400 ejemplares. Una rareza. Hay que tener en cuenta que se considera que prácticamente toda la población de esta especie emigra hacia zonas más cálidas en la segunda quincena de octubre, quedando vacías las colonias del archipiélago, al igual que las de otras áreas costeras españolas como islote de Palomas, Chafarinas o Columbretes. Y regresa a sus áreas de cría del Mediterráneo a mediados de febrero.

Parlela captada en la costa ibicenca. Foto: CAT

En lo que sí hay unanimidad es en la identificación de las amenazas que sufren las poblaciones de pardela cenicienta, denominada baldritja en Ibiza y virot gros en el resto de las islas. Contaminación, sobrepesca, alteración de los hábitats, predadores introducidos por el ser humano en sus lugares de cría, pesca accidental, aumento de las actividades recreativas en los islotes y persecución directa se suman para que tanto las poblaciones de esta especie como las del resto de las que forman el grupo de las aves marinas estén en regresión. Buenos centinelas del estado de conservación del medio marino, su declive sólo puede interpretarse como un síntoma del deterioro del Mediterráneo.

Faltan datos

Faltan datosMiguel McMinn señala que es probable que cada una de las colonias existentes en las islas sufra distintos tipos de amenaza y asegura que «se necesitan más datos y más colonias de control para hacer un seguimiento a largo plazo» y , de esta forma, conocer exactamente el estado en el que se halla la pardela en Baleares y cómo llevar a cabo las campañas adecuadas para conservar la especie. «El problema es que tenemos datos aislados», añade. Sin embargo, sí incide en la elevada mortalidad de adultos provocada por las capturas accidentales en diversas artes de pesca, principalmente el palangre.

Hay que tener en cuenta que se trata de una especie longeva, que puede vivir más de treinta años, no cría hasta los cuatro o seis y pone un único huevo por año, por lo que las muertes de adultos, de ejemplares reproductores, supone un alto coste para la pardela. En el Libro Rojo de las Aves de España se incluye una estimación de las muertes de ejemplares en palangre en aguas de Balears: 1.300 individuos al año. Y la pregunta que cabe hacerse es si tal mortandad es sostenible.

También puede destacarse la incidencia de la contaminación lumínica de una costa excesivamente urbanizada, ya que puede desorientar a los individuos jóvenes cuando emprenden su primer vuelo (en octubre). Ocurre con otras especies como el virot (pardela balear o Puffinus mauretanicus) o el paíño (Hydrobates pelagicus), pero es la pardela cenicienta la especie que registra mayor número de animales afectados.

En los islotes de es Vedrà y es Vedranell el problema es otro. Las ratas. Las colonias de pardela son muy sensibles a la presencia de roedores, un depredador numeroso en estas islas, hasta tal punto de que podría haberse perdido esta reserva como área de nidificación de Calonectris diomedea.

La baldritja está catalogada en peligro de extinción en el ‘Libro Rojo de las Aves de España’, donde puede leerse que «está presente en prácticamente todas las Balears, con las mayores concentraciones en Menorca, sobre todo en la costa noroeste, y otras colonias en islotes de Cabrera e Ibiza, en la costa noroeste de Mallorca (Dragonera, Pantaleu) y en Formentera». Y la organización SEO/Birdlife acaba de publicar ‘Migración y ecología espacial de las poblaciones españolas de pardela cenicienta’, la tercera monografía del programa Migra, destinado a descubrir y analizar las rutas migratorias de diversas especies de aves. En este último informe, realizado con los datos del marcaje de 460 ejemplares en 13 colonias de cría distribuidas en diferentes regiones españolas, se revela que «la población mediterránea utiliza cuatro áreas de invernada diferenciadas, que son la corriente de Canarias, las aguas de Angola y Namibia, las aguas del Atlántico central y el golfo de Guinea», que la mayoría de las aves son fieles a una misma área de invernada a lo largo de los años y que tardan menos de quince días en alcanzar esos lugares. En este estudio se resalta que todo el grupo de aves marinas se encuentra en situación de riesgo: «Las aves marinas, que dependen de los océanos y costas durante todo o buena parte de su ciclo vital, han sufrido en las últimas décadas una acelerada disminución de sus poblaciones a nivel mundial».