Que en unas islas donde solo el 0,4% de la energía que se consume proviene de las renovables, donde circulan más de 130.000 vehículos (casi uno por habitante) por las saturadas carreteras, donde solo hay un puñado de cargadores para coches eléctricos y donde, vistos los antecedentes, apenas existe conciencia social e institucional por la protección medio ambiental parece casi una utopía plantear que Ibiza y Formentera se conviertan a largo plazo en un referente en la movilidad sostenible.

Pero con ese ánimo y dispuestos a dar la vuelta a la historia reciente y la fría realidad que ofrecen los datos, plantearon ayer los organizadores este primer foro llamado Ibiza e-Mobility. A la cita, celebrada en el salón de plenos del Consell, acudieron representantes del Govern, Consell, Amics de la Terra, Asociación de Rent a car de la Pimeef, de la empresa Ibiza Electric y Bart Lubbers, director de Fastined, la empresa holandesa que ha impulsado 50 estaciones eléctricas ( y va a instalar otras 200) en ese país y que se ha convertido en todo un modelo de movilidad sostenible en Europa.

Jérémie Fosse, presidente de la asociación mediterránea eco-union, una de las organizadoras del evento, junto a la Fundación para la Conservación de Ibiza y Formentera y la empresa Ibiza Electric, introdujo el debate haciendo una apuesta decidida por las posibilidades que tiene la isla para desarrollar este modelo. «Por capacidad y por la dimensión de su territorio si hay un lugar en el Mediterráneo que puede alcanzar un modelo de movilidad sostenible ese es Ibiza», dijo Fosse, quien cree que el nombre de la isla supone un gancho fundamental para atraer a inversores y empresarios del sector y desarrollar un modelo como el de Lubbers.

Fue Lubbers, precisamente, el que inició el encuentro explicando el proyecto que ha impulsado en ese país y las bondades de los vehículos eléctricos, que en Holanda estiman que en quince años ya serán un millón de coches. Lubbers habló de la necesaria implicación de las administraciones y de las empresas privadas para llevar a cabo este tipo de iniciativas y de la importancia de crear una red de ´electrolineras´ por el país, «para sacar al vehículo eléctrico de las ciudades». Por ejemplo, en Holanda existen numerosas exenciones de impuestos a este tipo de vehículos, solo se sirven de energía renovable (no como en Ibiza, donde los puntos de carga se abastecen de combustible fósil), se premia la sostenibilidad ante el gasto energético y porque, además, existe un compromiso «serio y decidido» del gobierno holandés para ello.

Sobre la implicación institucional para desarrollar estas políticas profundizó el director general de Energía y Cambio Climático del Govern, Joan Groizard. «Nos interesa mucho, aunque hay que reconocer que con cambios de gobierno cada cuatro años es difícil implantar políticas sostenibles a largo plazo, por eso creo que debe haber un compromiso serio y decidido por parte de todos los partidos». Sobre las iniciativas concretas para premiar la utilización de coches eléctricos, Groizard aseguró que están «trabajando con el Consell y los ayuntamientos para exista una coordinación a la hora de favorecer su uso», y citó varias medidas propuestas en un convenio que están preparando, como la gratuidad de la zona azul, la rebaja del precio en los aparcamientos o una reducción del impuesto de circulación, que en algunos municipio de las islas ya se aplica.

Tumbar las barreras sicológicas

De todas formas, al margen de las ayudas, Groizard entiende que debe haber un cambio en la conciencia social sobre el gasto energético que provoca la movilidad actual «y lo que contamina» un vehículo que funciona con gasolina. Además, para el director general, «hay barreras sicológicas por parte de la gente a la hora de comprarse un coche eléctrico porque creen que se quedarán tirados y no podrán cargarlo».

Por su parte, el coordinador de Movilidad del Consell, Gianandrea di Terlizzi, insistió en el problema «gravísimo» que padecen las Pitiusas en movilidad y lamentó el consumo de territorio que han provocado las infraestructuras viarias.

Di Terlizzi, quien reconoció que el Consell tiene competencias «mínimas» en este asunto, avanzó que están elaborando un plan piloto que quieren poner en marcha antes del verano de 2o17 para abrir una estación de carga de vehículos eléctricos suministrada con energías renovables a través de placas solares. Para Di Terlizzi lo ideal sería tener «ocho o diez» estaciones de carga rápida, que se ubicarían «en sitios visibles en las carreteras y en zonas ya degradadas».

Juan Cárdenas, presidente de la Asociación de Rent a Car de la Pimeef, alabó todas las iniciativas que apuesten por el uso de vehículos eléctricos, pero recordó que es un tema que se lleva hablando desde hace años, pero en el que no se ha avanzado mucho. «Queremos dar ese paso, el sector está identificado con las políticas medioambientales, pero a los rent a car ni a los clientes no nos sirven dos o tres puntos de carga en la isla: tiene que ser una apuesta decidida», aseguró Cárdenas.

Por su parte, Juanjo Torres, de Amics de la Terra, amplió el debate hacia un modelo de movilidad sostenible con una clara apuesta por el transporte público y el empleo de las energías renovables. «Los vehículos eléctricos están muy bien, pero si se cargan con electricidad que proviene de energía fósil no hay mucha diferencia con los de gasolina», dijo. Por eso, Torres apostó por una política «sin pegotes», con «planificación» y donde predomine «sobre todo» el transporte público.

Para Sander Laudy, de Ibiza Electric, la experiencia de Holanda es una «inspiración» para que la gente de Ibiza tenga la «confianza» de que debe cambiar el coche de gasolina por el eléctrico y coincidió con los demás en que se debe «provocar una transición de manera coordinada con administraciones, empresarios y agentes sociales». Además, aseguró que los coches de alquiler pueden ser una ventana ideal para mostrar al exterior el modelo sostenible que se quiere implantar en la isla.

El debate, al que asistieron medio centenar de personas (ningún cargo público o dirigente del PP) y que contó con una interesante participación de empresarios de instalaciones eléctricas, de vehículos sostenibles, como barcos y bicicletas, y de técnicos medio ambientales, derivó en la idoneidad de instalar en la isla parques solares o eólicos y de usar las terrazas de edificios públicos y privados para ello. Hubo opiniones para todos los gustos, pero con una única sensación: Ibiza y Formentera deben enchufarse cuanto antes a la movilidad sostenible.