Salinera Española confía en aumentar este año un 13,65% la cosecha de sal de ses Salines, que inició ayer y que dada su elevada cantidad probablemente se prolongará más de dos meses, cuando habitualmente dura mes y medio, según el director técnico de la empresa en Ibiza, José María Fernández. La producción de este año podría superar las 50.000 toneladas, según los cálculos que maneja Fernández, 6.000 toneladas más que las que se retiraron el pasado año de sus estanques. La pertinaz sequía es, a su juicio, la causa de ese notable incremento. Con la excepción de un día de mediados de agosto, lleva sin llover copiosamente en las Pitiusas más de tres meses, lo que ha evitado que se disolviera (y a la postre se perdiera) el cloruro sódico acumulado. Ha sido un año tan seco que la sal empezó a precipitarse en los estanques a finales del mes de abril: «Y eso es muy pronto -indica Fernández-, porque lo normal es empezar en junio. La producción se ha adelantado, pues, mes y medio».

Salvo imponderables, la cosecha de 2014 -«muy buena», en palabras del director técnico de Salinera- superará la de 2013 (44.000 toneladas de sal) y la de 2012 (48.000 toneladas), pero no la de 2011, cuando se alcanzaron las 53.000 toneladas. ¿Qué ocurrió en 2011 para alcanzar semejante cifra? «Lo que ocurrió es que en 2010 no sacamos la sal de muchos charcos porque no se vendía. La extrajimos en 2011, un año más tarde, de manera que la cifra de 53.000 toneladas corresponde en parte a ese año y en parte al anterior».

Lo malo para Salinera es que a una buena cosecha no se corresponde un buen precio. La sal está tirada en los mercados: «Andamos fatal. Hay mucha sal en el mundo. Hay una gran competencia, lo que ha provocado que los precios bajaran cerca de un 25% en los dos últimos años». Este año el recorte será de entre un 25 y un 30%, según augura, si bien depende del cliente: «Los precios cambian mucho. Hay unos para quienes nos compran 35.000 toneladas y otros para quienes adquieren 50 toneladas».

El precio medio es de 24 euros la tonelada. Es decir, la espectacular montaña blanca que a finales de octubre se verá a la entrada de ses Salines costará, en el mejor de los casos, 1,2 millones de euros. En realidad, medio millón de euros más si se tiene en cuenta que en la actualidad ya acumula 20.000 toneladas que Salinera no pudo vender este año. Según Fernández, allí hay espacio de sobra para acumular las 70.000 toneladas totales. De hecho, según sus cálculos podrían meterse hasta 10.000 toneladas más.

En el aumento de la competencia han jugado un papel importante «los países árabes, como Túnez, Egipto, Arabia Saudí y Yemen, además de Senegal, que producen su propia sal y que están construyendo sus propias salinas», señala Fernández. A esa saturación en el mercado («también hay mucha sal de mina europea», añade) se suma la crisis, pues el descenso del consumo ha generado la consecuente caída de los precios.

En la cosecha de este año trabajarán 15 personas, tanto para mover las palas cargadoras como para conducir los camiones que la transportan. «Esta empresa es pequeña -advierte Fernández-. Ahora nos mantenemos, pero durante muchos años la producción salinera era deficitaria. Ahora, después de muchos años de correcciones y sacrificios, de bajar precios y de mecanizar todos lo procesos, hemos logrado que ya no se pierda dinero. Hubo años en que estuvimos en trance de desaparecer, especialmente porque sufrimos mucha presión por parte de las administraciones, que no nos dejaban trabajar, por ejemplo en las motas». Para modificar una mota necesitaban siete años de papeleo. Ahora, suspira, llevan «tres años tranquilos». «Las reparamos -añade- y no pasa nada. De hecho, hay más flamencos y aves que nunca. Cuanto mejor funcionen las salinas en cuanto a su producción, mucho mejor para la fauna y flora».

La sal ibicenca sigue siendo usada para salazón de bacalao, como desde hace un siglo, en las islas Feroe y Dinamarca, «y algo, raramente, en Escocia». También envían una parte a la Península: «Casi el 100% se destina a alimentación, aunque a veces sacamos algo para hielo de carreteras. Pero no es lo normal», según el director técnico de Salinera.