Cala d´Hort es para madrugadores, sobre todo los domingos de agosto. La masificación de turistas este mes en la isla es patente en este rincón de Sant Josep, donde a partir de las 10 horas ya no cabe ni un vehículo en el terreno más próximo que sirve de parking, que tiene una capacidad de 200 coches. Muchos conductores optan por aparcar en un carril de la empinada cuesta que lleva a la playa, lo que dificulta el acceso y convierte la zona en una ratonera: los vecinos expresan su preocupación por lo que podría ocurrir en una emergencia, ya que solo hay espacio para que pase un vehículo.

«Vamos, circulen. Lo siento, el parking está completo», repite una y otra vez Diego, el encargado de «supervisar y controlar» la entrada a esta playa y evitar colapsos. No obstante, conseguir que la circulación de vehículos sea fluida entre las dos y las tres de la tarde de un domingo en esta zona es una misión imposible para Diego. La masiva aglomeración de coches convierte la rotonda en un embudo. Los conductores tienen que esperar pacientemente para entrar o salir de Cala d´Hort, ya que el tráfico es constante.

Diego hace guardia de pie justo enfrente del camino que da acceso al aparcamiento improvisado de Cala d´Hort, detrás de uno de los restaurantes, para impedir el paso. «Para dejar el coche cerca de la playa hay que venir antes de las 10 de la mañana. A partir de esta hora ya hay follón», explica este trabajador contratado desde hace cinco años por dos de los tres restaurantes de este rincón de Sant Josep para controlar el tráfico desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre, de 9 a 17 horas. Aunque Cala d´Hort atrae a turistas y residentes durante todo el verano, agosto es el mes más ajetreado. «Yo me limito a informar a los turistas de si hay espacio o no en el parking, pero no puedo impedirles que aparquen en la carretera», lamenta Diego, que critica que haya coches aparcados en uno de los lados de la calzada, de modo que solo cabe un coche y los que vienen en otra dirección tienen que esperar. «Lo ideal sería que en los 100 metros próximos a la playa no hubiese coches en ningún lado de la carretera», opina este empleado, sin dejar de dar instrucciones a los conductores. «Vamos, no se detengan. Circulen, circulen», repite como un mantra. «Lo peor de todo es que ni la Policía Local ni la Guardia Civil han pasado por esta carretera en todo el verano. Aquí no se multa a nadie», critica Diego.

Carrera de obstáculos

La circulación es como una carrera de obstáculos en esta carretera, sobre todo cuando se cruzan dos vehículos en un mismo tramo, debido a la hilera de coches aparcados en un carril. Hay que reducir la velocidad y es preciso que el conductor más amable se detenga para permitir el paso al otro. Eso sí, la maniobra se complica si uno de los dos vehículos es un monovolumen o si coincide con las decenas de personas que caminan por la calzada porque han dejado sus coches en las fincas que hay de camino a la playa. Para los peatones, su máxima preocupación es subir una pendiente con una inclinación de un 15 por ciento bajo una asfixiante temperatura de 30 grados.

«En el caso de que ocurriese una emergencia en la playa, ¿cómo llegaría una ambulancia hasta allí?», apunta con preocupación Blanca Guañabens, una catalana que veranea en Cala d´Hort desde hace al menos 40 años. Guañabens afirma que el estado de este rincón de Sant Josep es peor año tras año. «Hasta hace un par de años, aquí se podía venir a descansar. Ahora, por culpa además de los party boats, esto es imposible», asegura esta turista, que prefiere ir andando porque vive en una casa que está a unos 400 metros de distancia. «Es una tontería coger el coche porque de todos modos tendría que aparcar lejos de la playa. Menos mal que mi marido puede venir a recogerme», expresa esta catalana. Sin embargo, el atasco de Cala d´Hort no ha sorprendido a Ángel, un turista madrileño: «En Madrid el tráfico es mucho peor», comenta despreocupado.

Ni diez minutos pasará en Cala d´Hort Paula Mazón:«Acabo de llamar a mis amigos para que me recojan en vez de que aparquen tan lejos porque no hay mesa en ningún restaurante hasta las cinco», cuenta esta alicantina a las tres de la tarde, hora a la que se marchan Jorge y Mara, también de la Comunidad Valenciana: «Nosotros hemos aparcado cerca de la playa porque hemos venido a las nueve y media de la mañana», comentan satisfechos.