La Comunidad de Religiosas Agustinas de Sant Jordi, que dirige el colegio Mare de Déu de les Neus, recibió anoche la Medalla al Mérito del Ayuntamiento de Sant Josep en un acto en el que tanto la alcaldesa, Neus Marí, como la concejala de Educación y Cultura, Maria José Ribas, ensalzaron su labor docente y de asistencia sanitaria que fue «crucial» durante décadas, especialmente entre los vecinos más humildes.

La madre superiora, María del Carmen Prados Pardo, se mostraba ayer tremendamente «ilusionada» por el premio. «Ha sido toda una sorpresa pero, sobre todo, una gran alegría y un gran gozo por nuestra parte el que la corporación reconozca la estancia y el trabajo realizado en Sant Josep y en Sant Jordi» durante siete décadas. Así, la comunidad comenzó a dar servicios de escuela y atención sanitaria en Sant Josep en 1942 hasta 1973 y en Sant Jordi desde 1943 hasta la actualidad.

«Por entonces las circunstancias eran otras, la gente era pobre y humilde y el obispado de Ibiza pidió a nuestro fundador si podía enviar a unas hermanas para la formación de las chicas en Sant Josep», explica la superiora.

Las hermanas abrieron una escuela y también enseñaban a las chicas a bordar. «Con lo que cosían se ganaban un dinerito», añade y recuerda además que también echaban una mano en la parroquia, entre otras muchas actividades, «sobre todo dedicadas a las mujeres».

Uno de lo servicios más importantes que prestaron las Agustinas durante décadas fue el de asistencia sanitaria. «La hermana enfermera se ocupaba de dar la medicación a los enfermos, ya fuesen inyecciones o curas», apunta Prados Pardo. «El tema era que tenía que ir andando a todas partes y hay que pensar que las casas estaban completamente diseminadas, con lo que la caminata de la enfermera era de la mañana a la noche», recuerda.

Para el Consistorio, el trabajo de esta congregación «forma parte ya de la memoria colectiva de diversas generaciones de habitantes del municipio, que en algún momento de su vida se han visto beneficiadas por sus servicios». «Su bondad paciencia y delicadeza en el trato con los niños y los enfermos necesitados siempre será recordada», remarcan.

«Nos alegra mucho este reconocimiento», admite la madre superiora.

El centro cuenta en la actualidad con unos 330 alumnos. A las hermanas les encantaría poder crear un grupo de Bachillerato en el colegio como les reclaman muchos padres, ya que por el momento imparten Infantil, Primaria y Secundaria. «Pero lo tenemos muy complicado por falta de espacio y estamos entre dos calles, lo que hace muy difícil cualquier ampliación. En la parte de detrás no hay solares vacíos y tampoco podemos subir plantas porque estamos cerca del aeropuerto y no nos lo permiten», relata Prados Pardo. «Ya lo habríamos hecho porque los propios alumnos nos lo piden. Hay que pensar que muchos de ellos han empezado con tres años y les da mucha pena cuando se tienen que ir a cursar fuera el Bachillerato», afirma.

Las monjas comenzaron a dar clases en una casita payesa al lado del hipódromo que todavía existe. Después compraron un solar en Can Sala.

«Los padres de los niños y la gente del pueblo, entre sábados y domingos, levantaron el primer edificio y tuvieron que pedir permiso al señor obispo porque por entonces no se podía trabajar los domingos», explica la superiora. Poco a poco levantaron el primer edificio del colegio, que se inauguró en 1968. La construcción más reciente es de 1999 «de cuando se abrió la zona de la ESO».

Las Agustinas son 200 en todo el mundo. La congregación de Ibiza la forman en la actualidad cuatro monjas.