El incendio de Morna de 2011, en el que se destruyeron 1.576 hectáreas de pinar, cambió por completo el trabajo de los aficionados a la apicultura. Desde la Associació d´Apicultors d´Eivissa son tajantes: «El marco legislativo actual hace que nuestra práctica sea totalmente inviable», asegura Vicent Marí, portavoz de la asociación. Antes de que un ahumador de abejas fuera señalado como la causa del incendio, no había una normativa específica respecto a estos artefactos. Ahora, tras el desastre, los apicultores aseguran que muchos de ellos abandonaron su afición y que se sienten desprotegidos. «Un apicultor nunca ha sido la causa de un incendio durante los últimos 100 años. Además, seguimos creyendo en la inocencia de nuestro compañero Martín», indica Marí. La normativa que les aplican actualmente es el decreto 125/2007 del 5 de octubre de la Dirección general de Medio Natural, pero Marí añade que es demasiado «restrictiva» y, además, está pensada para personas que hacen fuego de forma «arbitraria». «Nosotros solo hacemos humo», matiza, antes de añadir que si respetan a rajatabla toda la normativa existente la explotación de las colmenas se vuelve «inviable», ya que trabajan en terrenos ajenos y se verían obligados a prácticamente deforestar un perímetro de cinco metros. «Es imposible que el propietario nos dé permiso para algo así», lamenta el portavoz de los apicultores.