«Solo quiero tiempo para curar mis heridas y para retomar mi vida en cuanto pueda, aún sabiendo que tendré siempre estos estigmas», subrayó ayer Josep Lluís Mollà, párroco de Sant Josep y es Cubells y director del colegio de Can Bonet, tras conocer que la jueza María Risueño Cortés, magistrada del juzgado de Instrucción número 1 de los de Ibiza, emitió ayer un auto que acuerda el sobreseimiento y archivo de la causa abierta contra él en abril de 2011 después de que ocho alumnos del centro le denunciaran por abusos sexuales.

Mollà, acompañado de su abogada, Ascensión Joaniquet, aseguró que no emprenderá acciones legales contra el joven denunciante, de 14 años: «Como ciudadano tengo todo el derecho (...). Pero soy sacerdote. He perdonado ya y no voy a emprender ninguna acción», aseguró. Según Joaniquet, «ahora que se ha acabado el entuerto, se han aclarado las cosas, se ha dictado un auto de sobreseimiento que ha dejado completamente limpio el nombre de Josep Lluís Mollà, como persona y como representante de la Iglesia».

Nadie que lo recurra

«Al ser el propio ministerio fiscal el que solicita el archivo de la causa y el sobreseimiento y al no estar personada ninguna acusación particular, en principio no hay nadie que lo tenga que recurrir y yo no lo voy a recurrir», afirmó Joaniquet, que explicó que el auto de la jueza, «recogiendo más o menos las mismas argumentaciones que contiene el informe del fiscal» llega a la conclusión de que los hechos no son constitutivos de delito. La magistrada ha levantado también «cuantas medidas cautelares hubiera habido en su día contra Josep Lluís Mollà.

Es decir, si quiere podría volver el lunes al colegio». Entre las medidas incorporadas en el auto de fecha 18 de abril de 2011 dictada por el juez de guardia que le tomó declaración tras ser detenido por la Guardia Civil se prohibía a Mollà que se acercara al centro educativo de Can Bonet de Sant Antoni y a los menores «cuya declaración y exploración constan en el atestado», a una distancia inferior a 50 metros, con prohibición de comunicación con los mismos por cualquier medio.

De momento, Mollà piensa celebrar el lunes la festividad de San José y el martes visitará a sus compañeros del colegio «para invitarles», es decir, para celebrar con ellos la buena nueva, señaló. «Después, según lo que me digan los especialistas [psicólogos, aclaró luego] que me están tratando, actuaré en consecuencia». Cuando se le preguntó si regresará inmediatamente al centro como director, dio a entender que será una decisión que le costará: «Esto todavía tengo que digerirlo», indicó en referencia a que allí se encontrará con los chavales que inicialmente le denunciaron.

También comentó que el obispado no le ha expresado ninguna oposición a que se reincorpore como director a las aulas del colegio concertado: «No hay negativa para que vuelva, no me han comunicado nada en contra», dijo.

En el escrito en el que el fiscal pidió que fuera archivado el procedimiento judicial contra Mollà por supuestos abusos sexuales a los escolares, se matiza que del comportamiento relatado por el principal denunciante «no se desprende que merezca reproche penal alguno».

Es más, «cuando se le preguntó por las contradicciones [el joven] se mostró evasivo y poco colaborador en sus respuestas, a diferencia de la espontaneidad que demostró ante la exploración realizada por la Guardia Civil, reconociendo finalmente entre lágrimas que se arrepentía de lo sucedido y que le gustaría volver atrás», según recoge el texto de la fiscalía.

«Hechos sobredimensionados»

La conclusión del fiscal es que había que sobreseer las actuaciones «ante las versiones contradictorias, ausencia de testigos, inconsistencia de las manifestaciones del menor, [y] sus posibles contradicciones, unido al hecho de que los hechos se hubieran sobredimensionado por este».

Según explicó ayer la abogada del párroco, el escrito del fiscal «analiza una por una las declaraciones de los menores, algunos denunciantes y otros no, y llega a la conclusión de que hay un montón de comportamientos que no tienen credibilidad respecto a los incidentes que pudieran ser constitutivos de delito. Pasa revista a todos ellos y, salvo algún matiz, ni siquiera lo que ellos denuncian tampoco sería constitutivo de un delito de abusos deshonestos».

Joaniquet considera que este asunto «empezó un poco como un juego, una broma», y que esos chicos [de entre 14 y 17 años] «hicieron unas manifestaciones que después no sostuvieron. No eran conscientes de la gravedad de lo que estaban diciendo y haciendo».

La abogada de Mollà confía en que ahora se archive la investigación eclesiástica

«Se me ha hecho un daño moral irreparable aunque la justicia me haya amparado y aclarado que no he cometido ningún delito ni acción punible o censurable desde el punto de vista legal, moral o ético», subrayó ayer el sacerdote.

«Se me ha hecho daño moral personalmente y también porque pertenezco a una institución que ha sido muy cuestionada», insistió tras leer una nota manuscrita en la que, además, cargó contra algunos medios: «Me lapidaron antes del pronunciamiento de los jueces», alegó. «Ahora pienso en todo lo mal que lo he pasado, en las paranoias que me han venido a la mente. Pero por otra parte, descanso (...). Desde ese punto de vista, siento satisfacción», dijo cuando se le preguntó cómo había recibido el auto de la jueza.

Respecto a la investigación preliminar del obispado en el ámbito canónico, la abogada Ascensión Joaniquet confía en que también sea sobreseída: «Me imagino, porque estoy en contacto con el abogado que le lleva el tema eclesiástico, que si no el lunes, el martes o el miércoles lo archivarán también, pues estaba a la expectativa de ver qué pasaba con la causa penal». El juez eclesiástico de Ibiza y vicario adjunto, Miguel Ángel Sánchez, ha mantenido todo este tiempo abiertas las diligencias.