Alrededor de un treinta por ciento de la población de Balears, o lo que es lo mismo, unas trescientas mil personas, sufren molestias por alergias a ácaros o a algún tipo de polen; trastornos que se traducen en conjuntivitis (picor de ojos, lagrimeo), rinitis (estornudos, moqueo, picor nasal), síntomas respiratorios de vías bajas (tos) e incluso urticaria e hinchazón de la piel y hasta la enfermedad crónica del asma.

Los alergólogos han anunciado una dura primavera para quienes padecen estas molestias porque este húmedo invierno dará lugar a una exuberante floración de las gramíneas que provocará concentraciones de polen de más de 5.000 granos por metro cúbico. Pero aquí en Balears podemos estar tranquilos. «Ésta es una previsión para la Península, donde hay una presencia de gramíneas mucho mayor que en las islas. Aquí la cosa no será tan grave. El año pasado también anunciaron una primavera desastrosa y finalmente no fue así», tranquiliza Marzia Boi, profesora asociada del área de botánica del Departamento de Biología de la UIB.

Boi admite que las alergias afectan a un treinta por ciento de la población de las islas –«y cada año vamos a más», advierte– pero la mayoría de ellas son provocadas por los ácaros del polvo, algo que nada tiene que ver con el polen provocado por las floraciones primaverales.

Particulas contaminadas

«Los granos de polen entran por la nariz y se enganchan a nuestra mucosa, que despierta a la proteína del grano de polen y provoca la reacción alérgica del cuerpo. Además, en las ciudades los granos de polen se convierten en vectores de otras partículas más pequeñas e invisibles, como los gases de emisión de las combustiones.

Por este motivo las reacciones alérgicas provocadas por la polinosis pueden empeorar debido a la unión de los alérgenos con partículas químicas», explica el proceso la profesora.

La investigadora de la UIB enumera los pólenes que, por orden de importancia, provocan más alergias en las islas. «En primer lugar se encuentra la parietaria, más conocida en el archipiélago como mollera roquera. Tiene un grano muy pequeño y no se puede decir que sea estacional, porque florece durante todo el año. En segundo lugar, el polen que provoca más alergias es el del olivo (olea), aunque nada que ver con los problemas que origina éste árbol en lugares como Andalucía. En tercer lugar se encontrarían las gramíneas y, por último, el polen de los cipreses (Cupressus), entre otros varios. Este último está presente en casi todas las rotondas y es un árbol muy usado para hacer setos. En febrero detectamos un pico de granos de polen de ciprés que a buen seguro que fue notado por los alérgicos a estos granos».

Estaciones en todas las islas

La red balear de aerobiología, compuesta por cinco estaciones de muestreo –en Formentera, Eivissa, Menorca y dos en Mallorca, Palma y Manacor–, recolecta las partículas presentes en el aire cada día del año. «Esta xarxa, subvencionada por la dirección general de Cambio Climático de Medio Ambiente, controla permanentemente la calidad biológica del aire. Como es lógico, los granos de polen aparecen en el aire según su época de floración. En esta época es cuando se da el comienzo y aumento de los granos de polen en el aire, que es en la típica primavera y que finaliza su auge a finales de junio. Cuando detectamos un grano de polen durante tres días consecutivos podemos afirmar que ya está aquí», apunta Boi.

Pese a que las alergias provocadas por polen de plantas o árboles no son tan graves en las islas, la investigadora recomienda una serie de medidas que deberían adoptar todas las personas alérgicas.

«Que no dejen las ventanas abiertas en primavera y que no tiendan la ropa en el exterior. El polen se impregna en las prendas y provoca el mismo efecto. También les aconsejaría que evitaran salir a las horas centrales del día, entre las 11 de la mañana y las tres de la tarde, que es cuando mayor concentración polínica hay en el aire», alecciona Marzia Boi.

«También recomendaría a los alérgicos que usen gafas de sol y que se pongan en manos de un alergólogo, aunque esta comunidad no ofrece las atenciones de este especialista en la sanidad pública», denuncia la profesora de biología, que mantiene que las molestias de una alergia pueden sortearse vacunándose, tomando antihistamínicos o algún producto homeopático.

Boi concluye advirtiendo que no hay que tomarse las alergias como una molestia estacional ya que «una alergia mal curada puede degenerar en una enfermedad crónica como el asma».