Es engañosa la exigua asistencia a las convocatorias sobre violencia contra la mujer: son incontables los enemigos de la violencia contra la mujer que no acuden a ellas. Considerando la publicidad y el apoyo institucional con que contó la última en Vara de Rey, la concurrencia de personas que no se contaban entre sus convocantes, presidentes, alcaldes, etc.., fue paupérrima.

Esas reuniones saturadas de hombres para ver incluir su sexo en la taxonomía de macho darían que hablar a Freud de no estar pasado de moda. Una razón de que muchos no se manifiesten es por evitar que se interprete su presencia como apoyo a asociaciones, partidos o ideologías que se creen dueños de una lucha que si por algo brilla es por la falta de resultados, otra de las razones para los que no acuden a esas convocatorias inanes.

Decía caritativamente el Diario de Ibiza que los asistentes eran menos de un centenar, y casi pudo ahorrarse la crónica de las homilías por lo bien que se ajustaron a lo presumible por repetido hasta la saciedad. Alegatos y diatribas preñadas de un modo de ver la sociedad que no es sino ideología de la autodenominada izquierda y del feminismo más añejo y más acoplado al poder. En el darse la razón unos y otras y ver quién la decía más gorda, compareció el victimismo con lo que le es propio, buscar enemigos donde no los hay. El patinazo de la presidenta de Dones Progressistes, Beatriz Torreblanca, predecible en el calentón de su discurso, mereció el reproche del Colegio de Abogados. Porque hace tiempo que la mujer en nuestro medio dejó de ser víctima de opresión sistemática y de discriminación institucional, pero parece que la pereza mental que algunas disimulan con mucho griterío les impida buscar causas de la violencia contra la mujer más cercanas a la realidad de hoy. Que Beatriz pretenda sensibilizar a los no asistentes acerca de un problema sobre el que están más sensibilizados que alguna oradora les resulta, más que pretencioso, ofensivo.

Pero es de justicia destacar que cuando la directora insular de Igualdad, Lola Guirao, dejó un momento aparte la ideología de género que van a enseñar a nuestros hijos en las escuelas con el beneplácito de la autoridad (¿competente?), acertó a elucubrar que puede haber causas de la violencia que no se deban solo a que se consienta que haya hombres y mujeres que viven su papel como tales. Señaló al consumo de droga como factor asociado a la violencia contra la mujer. Le apunto, por si sirve de algo, que entre clase y clase de ideología de género, sus hijos y los nuestros ven en internet y en su móvil la pornografía más degradante para la mujer, más abundante y más ubicua y sin barreras que vieron los siglos. Y esas imágenes superan y derrotan a cualquier ideología: desatan el sexo, esa capacidad gigante de la persona, para orientarlo en el hombre hacia un trato bestial a la mujer imitando lo visto; y a la mujer a aceptarlo como normal.