El caso de las facturas irregulares pagadas o pendientes de pago a Prensa Pitiusa con dinero público por anuncios que no se publicaron ha llevado a la pareja de baile de la alcaldesa de Vila, el PREF, a romper con ella y a dejarla sola en plena pirueta danzarina. El resultado ha sido el lógico. Marienna Sánchez-Jáuregui se ha pegado el gran trompazo y tampoco han salido indemnes los concejales que le bailaban el agua, Ignacio Rodrigo y Miryam Valladolid, que tras su renuncia van a perder (snif) sus sueldazos. Interrumpida abruptamente la música en el Ayuntamiento, muy desafinada desde que el expopular Rodrigo, en un paso de baile muy conocido en tierras españolas, el transfuguismo, decidiera saltar en brazos del pésimo coreógrafo Cándido Valladolid, el animado bailoteo ha sido sustituido por un silencio que presagia nuevas notas, en este caso de marcha fúnebre. A Marienna, aunque apoyada a regañadientes por su desbordado director de orquesta, Vicent Serra, no le queda otra que seguir bailando sola, aunque no parece que le quede cuerda para mucho. Abandonada por el PREF y por casi todos los suyos, Sánchez-Jáuregui sigue dispuesta a seguir (des)gobernando desde el búnker en que ha convertido Can Botino. Mientras tanto, en las filas de la oposición, el PSOE, que no ha sido por cierto quien ha destapado el escándalo, ya saliva ante los réditos que puede conseguir a partir de ahora. Ya lo ha dicho Lurdes Costa, la alcaldesa desbancada por los votantes en las últimas elecciones: «Aprovecharemos esta oportunidad». Se le notaba la alegría aunque, para disimular, declarara que lo ocurrido en el gobierno municipal «es una mala noticia». ¿Saltará Rodrigo, en un triple mortal, a las filas socialistas, al más puro estilo Verstrynge?

Desengáñense, amigos lectores, tras estas disputas no se esconde el interés por los ciudadanos ni por el bien común, conceptos abstractos para nuestros responsables políticos, enzarzados como siempre en luchas de poder que a los sufridos vecinos ni les van ni les vienen pero que, desgraciadamente, son los únicos que las sufren. Mientras los ciudadanos de Vila asisten atónitos al triste espectáculo del despilfarro de dinero público por parte de quienes les fríen a impuestos y del intento de desbancarse unos a otros por ver quién calienta la poltrona, la ciudad continúa su lento pero progresivo deterioro, sin que a ningún partido parezca importarle lo más mínimo qué ocurre en sus barrios ni en sus hogares. La capital de la isla degenera pero su lamento no se escucha en el Ayuntamiento, donde solo hay oídos para la intriga política.

El último episodio de este culebrón cuya protagonista es una irresponsable Marienna y donde el resto de los actores no está a la altura de lo que el ciudadano merece, me recuerda a una fabulosa secuencia de la película ´El baile de los vampiros´. Todos los invitados danzan al son de la música en el impresionante salón de palacio hasta que el protagonista se ve reflejado en el gigantesco espejo de la pared. Lo malo es que es el único que puede verse. El resto son vampiros cuya imagen no aparece en el cristal. Algo así le ocurre a Marienna. La alcaldesa aún no se ha dado cuenta de que es la única que sigue girando sola frenéticamente en un último baile de funestas consecuencias para la ciudad que debería gobernar.

¡Bailarrrrrr!