Una de las paradas habituales de las adolescentes en su ruta por las tiendas de Vila es la tienda de cosmética Kiko, donde más que a comprar van a maquillarse. «Se prueban cosas, se maquillan, se ponen monas», explica Cristina Ramos, trabajadora del establecimiento. Y es que, según Ramos, «igual entran 15 niñas y una de ellas se compra un pintalabios y otra un pintaúñas», pero poco más. «Cuando una adolescente viene a comprar lo hace con su padre o con su madre», apunta.

Ramos cuenta que en estos grupos las adolescentes tienen entre 12 y 16 años. «Ya las tenemos localizadas; hay unas que cuando salen del instituto Santa Maria, sobre las dos o dos y pico de la tarde, pasan por aquí. Y otras vienen por las tardes, pues estamos en la zona de paseo», resalta.

Explica que suelen colocarse en los tocadores de la tienda y que se maquillan con los productos de muestra que tienen. «Y me preguntan si les enseño a arreglarse», subraya la trabajadora de la tienda de cosmética.

En su opinión, el hecho de que acudan allí no es por los precios asequibles de muchos de los productos de maquillaje que tienen, «porque apenas compran». «Es más para maquillarse, están en esa edad como de despertar, les apetece. Y se maquillan y muchas se desmaquillan antes de salir para que no las vean sus familias», destaca.

Y no sólo se pintan, también se hacen fotos «en plan postureo, de decir estoy aquí, y cuando se maquillan», cuenta Ramos, que les dice que si suben las imágenes a las redes sociales al menos pongan como hashtag el nombre del establecimiento.

La trabajadora destaca que el gusto por el maquillaje no le parece una novedad: «Yo también lo hacía con 15 años». Eso sí, reconoce que lo habitual cuando ella quedaba con sus amigas era ir a tiendas de ropa, pues este tipo de comercios donde es posible probar los cosméticos que se ofertan «no existían».

No obstante, lo que a Ramos le llama especialmente la atención es la actitud que muestran algunas de las adolescentes que allí acuden, que aseguran que son «muy feas, horribles». «Yo les meto bronca. Les digo: ´Tienes 15 años, qué vas a ser fea; no serás más guapa nunca en tu vida. Y aunque te compres toda la tienda, si no te ves guapa con la cara lavada no te verás guapa nunca´», cuenta y agrega que les insiste en que «tienen que quererse». «Y muchas de las amigas incluso me dan las gracias por lo que les digo, pues aseguran que siempre están con eso», apostilla.

En este sentido, destaca el daño de las redes sociales en tanto que fomenta su preocupación por «el qué dirán». «He tenido niñas que con 15 años me piden un corrector de ojeras. Recuerdo una niña de 13 años que me dijo que venía su familia de la Península y que necesitaba un antiojeras», cuenta.

Al margen de las escasas compras -que suelen hacer sobre todo las más mayores- y de lo mucho que se maquillan, Ramos subraya que tienen casos de robos. «A algunas las hemos pillado robando, como todo está a mano y es muy pequeño...», indica. Sostiene que una táctica que usan es formar «corrillos» para que no se vea a la que coge algo. Y agrega que no suelen llamar a la Policía cuando las interceptan, sino que se les quitan el material y listo. «Las más jóvenes suelen robar pintalabios», apunta y agrega que han visto estas conductas ya en niñas de 12 años, aunque también en adolescentes más mayores.