Muchas generaciones de ibicencos han conocido la necrópolis de Puig des Molins con sus característicos olivos y, por tanto, para Benjamí Costa, director del Museu Arqueològic d'Eivissa i Formentera, «no es imaginable este sitio sin ellos» ante la amenaza real de que la plaga de la xylella pueda acabar con muchos de los 300 árboles centenarios de este espacio.

«Está claro que los valores de Puig des Molins son su patrimonio arqueológico, pero luego tiene otros valores paisajísticos y etnográficos que forman parte de la historia; hay que recordar que en los últimos cuatro o cinco siglos la necrópolis ha sido un área de cultivo y que los campesinos utilizaban los pozos de los hipogeos púnicos para plantar los arboles, de tal modo que seguro que donde tú veas un olivo, debajo hay un pozo de hipogeo».

El director del museo relata que hace varios siglos los agricultores, «al carecer de suficiente nivel de tierra, lo que hacían era buscar los pozos de los hipogeos y plantar allí los árboles».

La importancia de este paisaje en el corazón de la ciudad de Ibiza, que como reconoce Costa no se ha visto traducida en un mantenimiento adecuado (ver página 3), sí parece que será tenida en cuenta por la dirección general de Cultura del Govern, que «no tiene ninguna duda de que es un bien que hay que mantener». «Vamos a hacer todo el esfuerzo que sea necesario para evitar perder este elemento patrimonial. No es imaginable que lo podamos perder. Sería un desastre de unas proporciones enormes», advierte el director de museo.

Desde hace poco más de un año el mantenimiento de estos olivos corría a cargo de la Agrupación de Defensa Vegetal y Sanitaria del Olivar de Ibiza, que, con un grupo de voluntarios, se dedicaba a podar los árboles. La agrupación firmó un convenio con el Govern un convenio mediante el cual se dedicaban tres días al año a adecentar los olivos. Los trabajos servían de prácticas para los agricultores y en este tiempo se han podado poco más de una docena de árboles, una cifra insuficiente para la magnitud del problema al que se enfrentan ahora y que ha obligado a contratar a una empresa para la poda, limpieza y desinfección de la zona.

Mariano Tur, presidente de esta agrupación, tiene bien claro que si los olivos estuvieran bien conservados no existiría este problema. «Es una lástima que estos árboles no estén bien cuidados; bueno éstos y los muchos olivos centenarios que hay en la isla y que están totalmente descuidados», lamenta Tur, que considera que se trata de un problema más global. «El campo de Ibiza está muy abandonado», sentencia.

Sin alarmismos

De todas formas, Tur señala que la plaga de la xylella ha de ser tratada «sin alarmismos», como otras plagas que han afectado a los cultivos de la isla. «Convivimos con muchas plagas y lo que hay que hacer es cuidar los campos y aplicar los tratamientos que sean necesarios», apunta. Tur espera que la Unión Europea apruebe el protocolo del Govern con las medidas de contención y no las de erradicación, (que acabarían con miles de olivos) empleadas en otros lugares con esta plaga, porque de lo contrario «sería un desastre». «Lo que hay que hacer es cuidar lo que tenemos», insiste.

De similar opinión es el conseller insular de Medio Ambiente, Miguel Vericad, que apela al código de buenas prácticas (poda, limpieza y tratamiento) que ha elaborado el Govern «y en el que el Consell ha participado» para que los agricultores y los particulares tengan en buen estado sus plantaciones.

Los técnicos coinciden en señalar que la plaga de la xylella no es la principal amenaza de los árboles ibicencos: la sequía de los últimos años ha ayudado bastante a este deterioro y a debilitar los árboles. De esta manera, en ese estado de «decrecimiento generalizado», como lo califica Vericad, que vive el campo ibicenco, los olivos o los almendros, por ejemplo, se han vuelto más vulnerables. Así, viejos y abandonados poco puedan hacer para sobrevivir a la xylella.