Los delfines de Ibiza son una gran familia, formada por varias decenas de miembros de todas las edades, jóvenes y maduros, que viven y crían aquí. Esta es la conclusión de las observaciones e investigaciones que desde hace cuatro años viene realizando la holandesa Wietske Hoekstra, una empresaria turística que desde su juventud ha consagrado su vida a estos cetáceos y que se define, sencillamente, como «apasionada de los delfines».

La contemplación de uno o varios delfines saltando sobre el mar y acompañando a un barco como si fuera un integrante más de la manada es una de las estampas más conmovedoras que proporciona la naturaleza. Lo que muchos ibicencos ignoran es que esos delfines que han visto alguna vez pueden ser los miembros de esa gran familia de delfín mular con base en la costa ibicenca, lo que no impide que ocasionalmente emigren para luego regresar.

Wietske Hoekstra conoce a todos los que integran una de las ´familias´ que habitan en el sur de la isla, y a la que sigue de cerca. Durante las expediciones que realiza con su barco, los observa y escucha atentamente. Es capaz de distinguir a cada uno de ellos por sus sonidos y por la forma de sus aletas dorsales, que, según asegura, constituyen la ´firma´ de cada ejemplar, del mismo modo que la huella dactilar identifica inequívocamente a un ser humano.

Esta amante de los delfines muestra sus croquis y dibujos de las aletas asomando sobre la superficie. Hay indicaciones manuscritas con flechas que se dirigen a cada aleta: ´Mamá´, ´bebé´,... y otros nombres con los que identifica a cada ejemplar. Cuando sale a navegar, no tarda en verse rodeada de sus delfines. «Algunos reconocen mi voz o el motor de mi barco y vienen directamente hacia mi», señala. También dice que las madres con sus crías suelen vivir más cerca de la costa, mientras que los machos se alejan mar adentro para conseguir alimento.

Amenazas

Sin embargo, una amenaza se cierne en el horizonte. Los sondeos sísmicos que proyecta Cairn Energy consisten en tremendas explosiones submarinas realizadas de forma continuada durante días, que literalmente destrozan los oídos de todo tipo de cetáceos. En el caso de los delfines, su vida depende del sistema de ecolocalización que tienen en su organismo y con el que se comunican y se orientan para encontrar alimento. Son como sus verdaderos ojos. Una sola de las explosiones previstas, aunque se produzca a distancia, destroza por completo ese sistema y deja a los delfines totalmente desprovistos de control.

«La empresa dice que irá con precaución y que a bordo de los barcos irá un biólogo. Pero, ¿para qué? ¿Qué hará ese biólogo?», se pregunta incrédula Hoekstra, quien recuerda que tortugas, peces de cualquier especie y sus larvas sufrirán los mismos efectos a causa de estas prospecciones.

«Los air guns emiten, cada 10 segundos, ondas a 249 decibelios, pero es que el umbral de dolor está en 180 decibelios», recuerda.

Esta observadora de los delfines colabora con la Alianza Mar Blava para recoger firmas contra el proyecto de Cairn Energy para concienciar a la población sobre los devastadores efectos que la fase previa a las extracciones tendrá sobre el mar.