Violencia de género

El acusado del crimen de Gondomar (Pontevedra): “Llevo años dándole vueltas, no apuñalé a mi mujer”

Valentín A. B. declaró no recordar lo sucedido aunque llegó a mandar una carta pidiendo perdón

El acusado, este lunes durante el juicio con su abogado.

El acusado, este lunes durante el juicio con su abogado. / MARTA G. BREA

Elena Villanueva

“Llevo dos años y medio que le doy vueltas a ese ensañamiento... ensañamiento de qué. No recuerdo una discusión, no apuñalé a mi mujer”. Estas palabras formaron parte de la declaración que durante poco más de una hora realizó el acusado Valentín A. B., de 67 años, al jurado popular por el crimen de su mujer, Soledad Rey, de entonces 59 años, en la vivienda que ambos compartían junto a su hijo pequeño en la parroquia de Mañufe, Gondomar,  en PontevedraEn medio de un discurso poco coherente y repleto de lagunas, el sexagenario alegó no recordar nada de lo sucedido el día del fallecimiento de su esposa. “El 2 de diciembre para mí no está, no me acuerdo nada ni nadie”, puntualizó en su comparecencia este lunes por la mañana en la sala de vistas de la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo.

Ensañamiento y alevosía

Este “ensañamiento” del que habla Valentín B. A. hace referencia a la veintena de puñaladas que ‘Sole’ recibió en diferentes partes del cuerpo y que no hicieron sino ayudar a prolongar su sufrimiento. Esto sumado a la nula capacidad de defensa de la víctima, tanto por el ataque “sorpresivo” del agresor como por la situación personal de la mujer –padecía obesidad mórbida y su movilidad estaba limitada por el uso de muletas– fueron las razones esgrimidas por las acusaciones, Fiscalía, particular y popular, para solicitar una pena para el encausado de 30 años de prisión por un delito de asesinato con las agravantes de alevosía, ensañamiento y violencia de género. “La atacó por el mero hecho de que ella era mujer; se trata de la muerte cruel y cobarde de un marido a su mujer”, verbalizó la fiscal al inicio de la vista.

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"Situación límite"

Por su parte, la defensa de Valentín expone una “realidad diferente” en la que hace hincapié a reflexionar que si no hubo denuncia, “¿porqué se llega a este extremo?” y si se produjo “una situación límite”. A este respecto, buena parte de la declaración del acusado, que contestó a todas las preguntas, versó sobre la depresión que dice sufrir. “Yo iba una vez al año o cada seis meses a psiquiatría. Tenía una depresión que casi me muero. Me estallaba la cabeza”, afirmó el sexagenario, quien declaró que “nunca” humilló a su mujer, sino todo lo contrario. “Iba cada día a peor; insultos, malas palabras...me decía que era un mierda, un inútil; compré una finca que era la envidia de la gente pero no me dejó disfrutar de ella. Yo era el tonto del barrio”, declaró Valentín B.A.

Intermediación del hijo

A este respecto, reconoció que le transmitió esta situación a su hijo mayor –el pequeño, de entonces 18 años, padecía una severa discapacidad– y que no hizo nada porque su mujer le tenía “calentada la cabeza”. “Le pedí llorando a mi hijo que intermediara entre nosotros y él me dijo que nos divorciáramos”, apuntó el procesado.

Una carta de perdón

Precisamente de la declaración del hijo mayor se desprende una de las pruebas indiciarias contra su padre. Y es que, una vez detenido y ya en prisión provisional, el acusado remitió a la casa de su nuera una carta en la que pedía “perdón” por lo sucedido. “Yo me quedé de piedra cuando la recibí; nos pedía perdón a mí y a la familia y que le enviáramos las gafas”, testificó el hijo, quien llegó a señalar que su madre le confesó que dormía con un cuchillo por “miedo” a su marido, del que pensaba separarse en base al convenio regulador hallado en el domicilio. Sobre esta carta, Valentín B.A. afirmó que “les pedí perdón porque si sucedieron esos hechos pido perdón; sería yo, no sé”, declaró.

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Taxista

Otra testifical de peso celebrada este lunes fue la del taxista que, como todos los días, trasladó al hijo menor del matrimonio desde el centro de día al que acudía hasta el domicilio familiar de Mañufe, cuando el acusado llegó a confesarle el crimen. “No había nadie esperando para recoger al niño, llamé a los dos y no me contestaron. Al final me cogió el padre y me dijo ‘llama a la Guardia Civil que maté a mi mujer y yo me estoy desangrando’”, ratificó este taxista en su comparecencia.

Los problemas psiquiátricos del encausado, en el punto de mira de la Fiscalía

Semejaba una cuestión baladí y sin mucha relación con el caso que se estaba a enjuiciar, pero las preguntas de la Fiscalía sobre la relación que el acusado mantenía con su hermano y su madre obedecían a una dimensión más amplia: la capacitación de Valentín B.A. Y es que en su declaración, el sexagenario reconoció que él asumió las tutorías de su madre y su hermano –internado en un psiquiátrico– tras ser refrendado por un notario. “Si le designaron tutor de su madre y hermano será porque lo vieron capacitado, ¿no?”, preguntó la representante del Ministerio Público, a lo que le acusado respondió “me imagino que me vieron capaz, sí”. Esto contrastaría con la versión ofrecida por el encausado sobre sus problemas mentales que aseguraba padecer. “Yo le pedí al psiquiatra que me ayudara, y me daba pastillas que tomaba mientas no me perjudicase. Dejaba de tomarlas cuando me hacían mal”, compareció.

La mala audición en la sala detuvo el juicio: “Esto es una tortura”

Si ya ejercer como jurado en un tribunal popular tiene sus complicaciones y vicisitudes, tener que hacerlo sin poder escuchar bien las cuestiones y al acusado todavía complica más su labor. Y es que ayer, en esta primera jornada de juicio, hubo que interrumpir durante unos minutos la sesión a instancias de uno de sus miembros al no ser capaz de entender lo que decía. “Llevamos en este edificio desde febrero y los problemas de audición no se han arreglado aunque lo hemos comunicado. Es una tortura”, lamentó la magistrada-presidenta de la Sección Quinta de la Audiencia viguesa.

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