Poner sal en la escoba: el truco definitivo para que limpie como el primer día
Parece increíble, pero es la forma más efectiva
M. R.
Internet ofrece a todo el que dedique su tiempo libre a deslizarse por su contenido toda clase de consejos y trucos que de primeras pueden parecer imposibles. A menudo este tipo de contenidos se viralizan y llegan a una audiencia más extensa, con lo que acaban haciéndose famosos y cada vez más gente se anima a probarlos. Los consejos de orden y limpieza no se quedan lejos de esto.
A los clásicos trucos “de la abuela” que se transmiten boca a boca y de generación en generación se les ha unido en la era de Internet los consejos que invaden las redes sociales. Aunque muchos de ellos resulten poco fiables por lo disparatados que parecen, a menudo funcionan y así se demuestra en cada vídeo. Cada vez parece más sencillo solucionar pequeños problemas o limpiar las zonas de más difícil acceso. En muchas ocasiones no será ni necesario hacerse con productos de limpieza específicos; bastará con algunos elementos que podrás encontrar por la cocina.
Si piensas en algunos de estos clásicos, los primeros que te podrán venir a la mente son el vinagre y el bicarbonato, ya que su uso simultáneo es ampliamente recomendado para acabar con manchas en distintos tejidos, calzado. Eso sí, estos dos elementos no son los únicos que pueden tener su lugar en el cuidado del hogar si le echas imaginación. Hay otros trucos desconocidos a los que no tanta gente recurre y que, sin embargo, prometen ser efectivos.
En este caso necesitarás echar mano del frasco de sal. Esta no es tan habitual para la limpieza, pero ahora podrás encontrarle una nueva función. Si cuentas con una escoba vieja a la que se le han separado las cerdas en el cepillo puedes acudir a ella para devolverla a su estado inicial. Además, este consejo también ayudará a limpiar los restos de suciedad. Es recomendable que eches mano del método antes de que la escoba empiece a deteriorarse de más y que lo lleves a cabo cada varias semanas.
Lo que debes hacer en primer lugar es llenar un cubo con agua lo más caliente posible. Después, añádele una media taza de sal e introduce la escoba dentro del cubo. Una vez dentro, haz pequeños movimientos para que la sal se impregne y la suciedad se despegue. Sin sacar la escoba, déjala reposar por un mínimo de treinta minutos y después ponla a secar para conseguir el mejor resultado posible. Verás que las cerdas han recuperado su aspecto rígido.
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