Descubrimiento en el espacio: «Hemos detectado un objeto misterioso que ‘no debería’ existir... pero existe»

Un grupo de la UIB, clave para confirmar la fusión entre una estrella de neutrones y un objeto desconocido

Miembros del grupo  Gravity

Miembros del grupo Gravity / T. Costa

Tras el aviso en 2015 de la primera detección de una onda gravitacional, la física menorquina Alicia Sintes fue clara: «Se abre una nueva ventana para conocer el universo». En estos ocho años y medio se han analizado 90 detecciones (y otras tantas están aún pendientes de publicar), y ha situado a los científicos en medio de «una revolución sobre los conceptos que teníamos sobre el cosmos». Y Balears está formando parte activa en esta revolución desde su origen a través de la UIB y en concreto del grupo Gravity, que ha tenido un papel clave en la última detección anunciada, que ha sido considerada «excepcional».

El viernes se dio a conocer a nivel mundial que la colaboración LIGO-Virgo-KAGRA ha captado una onda gravitacional (bautizada como GW230529) causada por la fusión de una estrella de neutrones y «un objeto compacto desconocido» de entre 2,5 y 4,5 masas solares: más grande de lo esperado para ser una estrella de neutrones, más pequeño que un agujero negro. ¿Qué es entonces?

«Es un objeto misterioso que ‘no debería existir’... pero resulta que sí existe», explicó ayer la doctora Sintes en rueda de prensa: «Estamos abriendo muchos nuevos interrogantes, estamos cuestionando teorías que dábamos por supuestas». El tamaño de este objeto compacto «desafía» los modelos actuales de poblaciones de agujeros negros (que en teoría siempre tienen más de 5 masas solares) y estrellas de neutrones (que se supone o se suponía son siempre de menos de tres masas solares).

Aunque traiga nuevas dudas y los investigadores admitan que su proceso de formación es «incierto», el hallazgo de la GW230529, sucedida hace 600 millones de años, también aporta información «esencial» para mejorar el conocimiento actual de estos fenómenos. Así lo explicó ayer Sintes, junto al doctor Sasha Husa, la doctora Marta Colleoni, el doctor David Kietel y la doctora Anna Heffernan.

El trabajo de Husa y Colleoni ha sido especialmente importante en este último hallazgo. Y es que la UIB lleva 20 años liderando la creación de modelos teóricos con diferentes formas de ondas para definir de qué eventos estelares hablamos… «y son modelos muy eficientes», indicó Husa, centrado en la creación de modelos de sistemas binarios de agujeros negros. Collioni por su parte ha desarrollado otro modelo de sistemas binarios formados por estrellas de neutrones, que en esta ocasión se usó para buscar desviaciones de la teoría de la relatividad general de Einstein (los resultados han sido consistentes con la teoría estándar).

El doctor Kietel ha participado estudiando el ‘efecto de lente gravitacional’ por GW230529 y ayer valoró lo que está suponiendo la era de la astronomía gravitacional para el conocimiento científico: «Encontramos cosas completamente nuevas, que en cientos de años de observaciones con luz no hemos podido observar».

Alicia Sintes

Alicia Sintes / UIB

«Somos 30 investigadores en cuatro edificios... pedimos condiciones dignas»

«Nuestro trabajo no es solo estudiar estrellitas», señala Alicia Sintes, líder de Gravity: «Tiene muchas aplicaciones»

Desde 2015, cuando se detectó la primera onda gravitacional y se inició este nueva manera de estudiar el universo, el grupo de investigación Gravity de la UIB (el único grupo español que ha estado en LIGO desde su origen) no ha parado de crecer, de firmar artículos científicos, de generar conocimiento (y recursos propios), de acaparar titulares y de captar talento. Ahora mismo son 30 integrantes en el grupo («somos como una pequeña empresa, pero sin ningún administrativo», señala el doctor Sasha Husa) y aunque agradecen el apoyo de la UIB, señalan que hay condiciones que podrían mejorarse. «Somos 30 investigadores distribuidos en cuatro edificios, tres en el campus y otro en el Parc Bit...», indicó ayer la doctora Alicia Sintes, «estar todos juntos, en un espacio digno y en condiciones nos ayudaría muchísimo». Asimismo, subrayó que de esas 30 personas del grupo solo tres están como permanentes y reclamó que en Balears se ponga en marcha «un programa serio de investigación y de atracción de talento». Recordó que el trabajo de ciencia «de calidad» aporta «visibilidad, prestigio y recursos» y que además su labor, relacionada con el uso masivo de datos, beneficia a otros sectores al margen de la astrofísica y también puede ser apoyo para empresas de muchos tipos. «No solo estudiamos las estrellitas», ironizó, «nuestra trabajo tiene aplicaciones en varios campos», insistió la menorquina.

Anna Heffernan.

Anna Heffernan. / UIB

«Fue muy emocionante, el aviso llegó en mi primera guardia, todos gritábamos»

Anna Heffernan, investigadora en la UIB, estaba de turno cuando tuvo lugar esta «excepcional» detección

Te apuntas como voluntaria para estar de guardia por si se detecta alguna onda gravitacional de especial interés... y en tu primer día llega un aviso que casi desde el principio se intuye que va a ser importante. Así le sucedió a la doctora Anna Heffernan, investigadora en la UIB desde hace más de dos años, que el pasado 29 de mayo a las 19:05 horas era una de las seis personas en todo el mundo que estaba en alerta por si los detectores de LIGO avisaban de algo interesante.

«Fue muy emocionante», narró ayer, «todos gritábamos y nos enviábamos los emojis llorando». La excitación se transmitía por los móviles y ordenadores de los voluntarios repartidos en España, Alemania, Portugal e Inglaterra (no en Australia: «El pobre compañero australiano estaba durmiendo cuando pasó todo, se lo encontró todo en el chat del grupo cuando se despertó»).

Si hablamos de eventos estelares que sucedieron hacen millones de años, ¿por qué hace falta gente de guardia y por qué es necesario actuar con rapidez? Para obtener la máxima información. Así, en el caso de GW230529, Heffernan y otros compañeros se apresuraron en iniciar las investigaciones y aplicar los correspondientes modelos teóricos (como los diseñados por Sasha Husa y Marta Collioni, investigadores del UIB) para definir qué tipo de evento estelar era y confirmar que se trataba de una detección «excepcional».

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