Entrevista

Eduardo Jordá, escritor: «Todo el mundo sitúa la Movida en Madrid, pero realmente surgió en Palma»

Jordá acaba de publicar lo que él llama «una autobiografía poética», con 56 poesías

Eduardo Jordá revisa el proceso de creación en su nuevo libro.

Eduardo Jordá revisa el proceso de creación en su nuevo libro. / DM

Montse Terrasa

Nacido en Palma en 1956, cuenta parte de su vida en los relatos que acompañan los poemas de ‘Doce lunas’ (Fundación José Manuel Lara). Preparando el material, ha vuelto a escribir versos tras años de sequía.

‘Doce lunas’ es mucho más que un poemario, explica su vida a través de los relatos que acompañan los poemas.

Sí, es una autobiografía poética pero siendo lo más pudorosa posible, porque no me gusta nada ni el exhibicionismo ni el victimismo, ni ponerte en primer plano continuamente. No sé si lo he logrado.

Son 56 poemas, ¿cuál ha sido el criterio para elegirlos?

Están escritos hace ya bastante tiempo, 15 o 20 años, y cuando los relees ves que todavía siguen manteniendo el impacto emocional, siguen teniendo fuerza, siguen teniendo emoción y entonces los mantienes. Otros no, otros se te derrumban y no los quieres resucitar.

En cuanto a los relatos, ¿cómo ha sido el proceso de recordar la escritura de los poemas?

Creo que va en contra de todos los principios poéticos, pero yo escribo directamente en ordenador. Entonces, a los poemas, muchas veces, les pongo una fecha, les pongo comentarios, guardo los borradores. Y más o menos se puede reconstruir la escritura. En cambio, si escribes a mano, como escribían los poetas tradicionales, pues es muy difícil, guardas los borradores, pero no guardas una serie de material suplementario que el ordenador te permite conservar.

Afirma que un poema nunca está completo hasta que no pasa a formar parte de la vida de quien lo lee. ¿Eso lo defiende aunque se le dé un sentido diferente?

El lector puede hacer lo que quiera con un poema, con cualquier obra de arte. El espectador, si es un cuadro o una película o una obra de teatro, o el lector, si es un poema, una narración, un relato, puede hacer lo que quiera. Esa es la maravilla del arte. Luego te puede salir un lector loco que lo tergiverse por completo y que le dé una interpretación que no tiene nada que ver con lo que tú habías pretendido, pero esa es la libertad del arte, ¿no? Ahí está Don Quijote, que lo interpreta todo al revés, pero también es la grandeza de Don Quijote. Si no lo hubiera interpretado todo al revés, no sería un personaje admirable.

En otro poema, en el que dedica a su amigo Pere Joan, habla de Palma y la recuerda como una de las ciudades más libres y más abiertas. ¿Por qué lo era entonces? ¿Lo sigue siendo?

Bueno, hombre, lo primero porque eres joven, cuando eres mayor, cualquier sitio se te vuelve ajeno. Pero vamos, yo creo que Palma en los años 70-80 fue una ciudad maravillosa. Tuvimos una gran escena musical. Era una ciudad muy abierta, en la que se podían hacer muchas cosas y había una ebullición que yo creo que ha habido en muy pocos lugares. Todo el mundo sitúa la Movida en Madrid, en Barcelona, pero yo creo que la Movida realmente surgió en Palma. Y es el primer lugar donde creo que se empezó a escuchar música antes que en cualquier otro sitio, gracias a los extranjeros, gracias a la plaza Gomila y a los garitos, pero vamos... Yo creo que donde más se escuchó el rock en los últimos 60 y principios de los 70 fue aquí, eso hace que Palma fuera una ciudad incomparable en términos de lo que era una pequeña ciudad de provincias. Pero es que no era una pequeña ciudad de provincias, era al mismo tiempo una ciudad en la que había montones de gente con la antena puesta.

Desde Sevilla, donde reside, ¿Cómo ve a Mallorca?

Hombre, comparado con aquel momento, no la veo. A Palma la veo una ciudad muy apagada. En aquella época había una cantidad de iniciativas que surgían espontáneamente. Ahora hay una especie de dependencia de lo público, no hay esa ebullición que yo veía. Ahora todo tiene que ser un festival que está subvencionado, una revista está subvencionada. Hay una falta de iniciativa espontánea que antes, justamente porque no existían las ayudas, las cosas surgían.

En el libro hay un montón de anécdotas, de personajes extraordinarios, como Robert Graves, con el que se cruzó por la calle...

Solo tenías que ir por la calle San Miguel o a Correos, y él estaba ahí, o en el bar Formentor, que estaba delante de Correos. Creo que tomaba un Tío Pepe, sí, un jerez, mirando la correspondencia... Una de las grandes virtudes de Palma como ciudad era la gran cantidad de personajes que tenía. Personajes que veías por la calle.

Ahora quizás ya no...

No, ahora los personajes son de otro tipo, son personajes en las redes sociales, lo cual hace que sean personajes inventados, ficticios, falsarios. Pero en aquella época eran reales. Los veías por la calle, los veías sentados en el Borne, en Gomila. El barman del Joe’s es un personaje que cualquier persona de mi edad o más joven todavía tiene que recordar, era inconfundible. La forma en que movía la coctelera, cómo sonreía, cómo te miraba cuando entrabas en el Joe's.