Viaje

La vuelta al mundo de Jacobo en un bachillerato

Se trata del único español que estudia 1º de Bachillerato a bordo del “Sorlandet”, un navío que da la vuelta al mundo durante el curso

El “Sorlandet”, el navío en el que 66 estudiantes cursan Bachillerato alrededor del mundo.

El “Sorlandet”, el navío en el que 66 estudiantes cursan Bachillerato alrededor del mundo.

Elena Villanueva

Si hay una embarcación creada con una clara vocación educadora es el Sorlandet. Se construyó en Noruega en 1927 con el propósito de formar a jóvenes marineros para la Marina Mercante del país nórdico. Tras años de vicisitudes bélicas, en 2015 se transformó en una especie de internado conocido como A+ WORLD ACADEMY, una escuela preparatoria para la universidad que ofrece clases tradicionales mientras navega por más de 20 ciudades de 14 países de 4 continentes alrededor del mundo con salida en Kristiansand, Oslo, recorriendo Saint-Malo en Francia, Setúbal, Cartagena, Las Palmas de Gran Canaria, Cabo Verde, Granada, St Martin, San Juan de Puerto Rico, St.George, Azores, Países Bajos y de vuelta a Noruega; lo equivalente a casi 24.300 millas náuticas.

La escuela cuenta con 66 estudiantes de múltiples nacionalidades para cursar 1º de Bachillerato a través del sistema americano. A mayores de los conocimientos académicos, los estudiantes participan en las operaciones diarias del barco, realizando turnos de día y de noche, que incluyen limpieza, mantenimiento, maniobra de velas, gobierno, vigía, cocina y hasta rondas de seguridad.

Un vigués, único español

Uno de estos jóvenes es Jacobo Romero, un adolescente de Vigo y único español, que desde agosto de 2023 está enrolado en el Sorlandet donde cursa este bachillerato tan singular. “Todo está siendo muy distinto a lo que es un colegio ordinario pero lo más chocante es el cambio cultural con respecto a tus compañeros. Estudias y convives con 66 personas de otros países, con sus formas de estudios, distintos niveles... pero está siendo todo una experiencia. No me arrepiento”, cuenta el joven vigués desde uno de los puertos del Caribe en el que está ahora amarrado.

Sin móvil ni internet

Y es que estas llamadas e incluso contactos familias solo pueden realizarse cuando están en tierra. Precisamente, esta es una de las pocas características en común con su último instituto, el IES Rosais 2, el teléfono móvil está totalmente prohibido durante las travesías en alta mar. “No tenemos ni móvil ni tampoco acceso a internet. Son muchas las diferencias en cuanto a la forma de estudiar. Cada uno tiene su portátil y va consultando los pdf o los archivos que tú tengas. El resto, lo consultamos todo por libros, explica el joven, que se encuentra terminando el segundo trimestre de curso. “Por el momento no me está costando mucho sacarlo. No disponer de estas ayudas te da otras alternativas. Socializamos mucho entre nosotros y eso nos ayuda para saber trabajar en grupo”, añade el joven estudiante.

Sin conocimientos náuticos

La idea de este sistema educativo surgió en la familia Romero Pérez en 2018. “Este barco vino a Vigo y junto a mis padres fuimos a verlo. Nos gustó la idea y siempre lo tuvimos ahí como alternativa. Se me planteó para este curso y lo acepté”, explica Jacobo. Si bien sus primeros días no fueron todo lo bueno que se esperaba, ahora está siendo toda una experiencia. “Estábamos todos muy tímidos. El hecho de instalarte en una misma habitación, dormir en hamacas... Todo era muy nuevo para todos. Alguna vez hice buceo y surf, pero nada más relacionado con el mar”, explica. Su padre, Santiago Romero, cuenta entre risas como en estos primeros días “más de uno acabó verde por los mareos”.

Disciplina y compañerismo

Además de las horas puramente lectivas, otro de los objetivos que plantea esta travesía es la procura de una mayor disciplina. “Aquí o te integras o te integras. Tenemos que limpiar el barco, hacer guardias, tener todo recogido porque convives con muchas personas; por ejemplo por las mañanas tenemos un baño para 33 personas. Aprendes a saber ser compañero”, cuenta Jacobo. Echando la vista atrás, es consciente de que en su mente no cabía la opción de abandonar pero sí de no disfrutar la experiencia como lo está haciendo. “No era consciente de que podría llegar a mantener este nivel de ilusión. Lo mejor fue no tener expectativas altas. Hay veces que sí dices quiero volver, sobre todo después de hablar con tus padres, pero luego ya vuelves a tus quehaceres, a tu vida, a tu día a día y todo es genial, aplaude el joven.

Futuro laboral

Reconoce encontrase tan bien integrado que no descarta en el futuro dedicarse a algo relacionado con el mundo náutico. “Esta experiencia sí me lo ha hecho pensar. La tripulación te orienta en muchos aspectos y al final acabas con mucha información y conocimientos”, añade Jacobo Romero.

Playas del Caribe

Todavía restan varios meses hasta el final de esta travesía. El puerto actual los llevó a las playas del Caribe. “Fue una sorpresa para nosotros. No estaba en la ruta y la verdad es que estamos alucinando. Los aviones pasan al lado nuestro porque hay una aeropuerto casi en la misma playa. Son lugares a los que de normal no vendría y eso te da otra perspectiva de esta experiencia”, sentencia.

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