Danza

«Bailar es como respirar»

Mora Aguirre estuvo viviendo en el año 2020, durante la pandemia, en Ibiza, donde siguió formándose en casa de su madre

Esta joven es miembro del cuerpo de baile del International Ballet Company que presentó el Lago de los Cisnes en Santa Eulària

La bailarina Mora Aguirre en Ibiza tras la actuación del International Ballet Company en Santa Eulària. | MARCELO SASTRE

La bailarina Mora Aguirre en Ibiza tras la actuación del International Ballet Company en Santa Eulària. | MARCELO SASTRE / Carmelo Convalia

Mora Aguirre es bailarina profesional. Su historia es la de un sueño que comenzó cuando tenía ocho años en su Buenos Aires natal y que la ha llevado a obtener el diploma de la Academia del Bolshói, en Moscú, considerada como una de las mejores escuelas de ballet del mundo. En su periplo ha recalado en Eivissa, en Sant Josep, donde pasó los años de la pandemia para luego regresar a Rusia. Esta joven bailarina acaba de actuar en Santa Eulària como miembro del cuerpo de baile del International Ballet Company, con el ‘Lago de los Cisnes’.

A los ocho años, Mora Aguirre descubrió que su pasión era la danza y tuvo en su familia el apoyo necesario para poder dedicarse en cuerpo y alma a lo que con el paso del tiempo, y muchos años de formación, se ha convertido en su pasión y su profesión. «Para mí, bailar es como respirar». Con esta frase resume sus sentimientos hacia la danza.

Su relación con Ibiza tiene que ver con su madre, Edith, vinculada la isla, pero también con la pandemia del covid. Al poco tiempo de haber iniciado el curso, en 2019, en la academia de ballet del Bolshói, en Moscú, la escuela cerró por razones sanitarias. En vez de regresar a Buenos Aires, voló hasta Ibiza, donde estaba su madre. Aquí estuvo durante casi dos años. Y aquí, con el apoyo de su familia, siguió con sus exigentes entrenamientos y disciplina diaria.

Cada día miraba su correo electrónico, esperando el aviso de que podía regresar a las clases. Todos los días. Hasta que llegó ese correo. Completó su formación y obtuvo su diploma. El pasado jueves regresó a Ibiza como miembro del cuerpo de baile del International Ballet Company, que actuó en el Palacio de Congresos de Santa Eulária con la obra maestra del ballet clásico, ‘El lago de los Cines’, de Tchaikovsky.

«Empecé a bailar a los ocho años en Buenos Aires. Desde la primera clase me enamoré, literalmente, del ballet y fui formándome y buscando las mejores escuelas», explica la bailarina, que ahora tiene 21 años. De esa forma fue recibiendo clases en Argentina, luego en España y finalmente logró entrar en la Academia del Bolshói en Moscú, una de las más prestigiosas y, a la vez, exigentes del mundo. Cuando estaba allí «en vez de regresar a casa fui a Ibiza, a Sant Josep, donde estuve viviendo en la época de la pandemia».

Mora asegura que para ella «Ibiza es como su casa»: «Siempre que he venido, ya sea de vacaciones o porque he estado viviendo». Recuerda que su estancia en la isla durante la pandemia «fue muy difícil» para ella y para todo el mundo. «Recibí la ayuda del Ayuntamiento de Sant Josep», apunta.

A los 16 años, la vida de Mora Aguirre cambió cuando empezó a prepararse para lograr entrar en el Bolshói: «Empecé entrenando de lunes a sábado, muchas horas. E incluso si podía entrenar de noche, lo hacía, todo valía la pena». Su vida transcurría con las clases de ballet por la mañana y con su formación académica online por la tarde «así tenía más tiempo para entrenarme».

A la escuela de Moscú entró porque quería apuntarse a un curso de verano: «Mandé mi audición para ese curso y ellos me dijeron que probara con otra audición para entrar en la academia, luego llegó el mail, en marzo de 2019, diciendo que me habían seleccionado. Fue el día más feliz de mi vida».

Reconoce que la adaptación en Rusia no fue fácil, especialmente por el idioma, que tuvo que aprender: «No se habla mucho el inglés, pero hoy hablo y entiendo el ruso y tengo el certificado, pero en ese momento yo era muy feliz, era lo que siempre soñé».

Con su juventud y su firme convencimiento, Mora Aguirre quería «demostrar que valía para estar en el Bolshói». «Tuve profesores muy, muy buenos y al mismo tiempo me enseñaron la verdadera disciplina y exigencia del ballet», comenta.

Tras la pandemia regresó a Moscú y pasó al segundo de los tres cursos: «Empecé el segundo curso y cuando fueron las navidades volví a mi casa a festejar con la familia, pero en la escuela sabían que estaba en España y entonces me contrataron para una gira con una compañía de Moscú por España porque necesitaban una bailarina». Esa primera experiencia profesional la recuerda como «positiva» porque podía trabajar y terminar sus estudios. Pero su aventura se volvió a torcer: «Lo lamentable es que cuando quise volver [a Moscú] ya no pude porque había estallado la guerra de Ucrania». Sin perder el sentido del humor, Mora dice, entre risas, que su currículum «tiene pandemia, guerra y de todo».

Finalmente, pudo graduarse y ahora está trabajando en la gira del International Ballet Company. Su agenda de trabajo parece estar llena debido a que ahora reside en Milán y tiene giras por Italia y una audición «bastante importante para un teatro en Italia».

Reconoce que a pesar de su juventud y las renuncias que ha tenido que hacer para dedicarse a la danza, para ella, asumir esa disciplina «nunca fue difícil». Aunque «hoy en día pesa un poco, porque es verdad que se extraña a la familia que está lejos». «Ahora tengo pareja, pero lo mismo, hay que sacrificar algo para hacer lo que amo, es una carrera muy sacrificada, muy difícil en muchos momentos, a veces bailas con un pie roto y siempre te va a doler algo», indica. Asegura que todo eso se compensa cuando «llega ese momento tan mágico, y a la vez efímero, que es el escenario»: «Eso no lo encuentro en ninguna otra parte y eso es lo que me hace sentirme bien, es como respirar, para mí, bailar es eso». «Cuando me subo al escenario y empieza la música todo ese sacrificio, el esfuerzo que hace la familia para poder seguir, todo vale la pena, y más cuando alcanzas los logros, es cuando te sientes llena y feliz», zanja.

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