Prisión

En la cárcel no se vive “como Dios”

El equipo de Intervención Penitenciaria de la Fundación Érguete de Pontevedra edita una guía para desmontar creencias y bulos sobre la realidad de las personas privadas de libertad

De izquierda a derecha, Adriana Pérez, Jenifer Dios y María Rodríguez.

De izquierda a derecha, Adriana Pérez, Jenifer Dios y María Rodríguez. / Redacción

Carolina Sertal

“Entran por una puerta y salen por la siguiente. Las condenas les salen gratis”. “Las mujeres solo acaban en prisión si cometen delitos muy graves”. “Si estás loco o te drogas, la condena jamás se cumple”. “De la cárcel salen con sueldo”. “Las prisiones están llenas de asesinos y violadores”. Y el más repetido hasta la saciedad: “¡En la cárcel viven como Dios! Tres comidas diarias, calefacción, televisión, piscina, etc”. Son tan solo algunas de las creencias más extendidas entre la población sobre la realidad de las personas privadas de libertad en las prisiones, bulos que, con cifras objetivas en la mano, el equipo de Intervención Penitenciaria de la Fundación Érguete de Pontevedra ha querido desmontar en una guía que divulgaron hace tan solo unos días.

María Rodríguez es la responsable del área técnica de la entidad y, a sugerencia de Nerea Couso, junto a sus compañeras Adriana, Jenifer y Maite, emprendió la tarea de recabar información para retirar esa venda que todavía mantiene la sociedad con respecto a la vida que llevan los internos y las internas en las cárceles gallegas y en el resto del territorio español: “A veces nos cuesta mucho que la sociedad entienda que queramos estar del lado de este grupo de población que sufre una exclusión muy severa, por lo que con esta guía buscamos que la sociedad vea con otros ojos a las personas privadas de libertad”, asegura Rodríguez.

A veces nos cuesta mucho que la sociedad entienda que queramos estar del lado de este grupo de población que sufre una exclusión muy severa

Para ello, la metodología empleada fue una consulta popular preguntando cómo pensaban que se vive en un centro penitenciaro a unas 30 personas de distintos ámbitos profesionales y diversas realidades socioeconómicas, de manera que se abarcara un amplio espectro de la ciudadanía. “¿Existe el aislamiento como castigo?”, “¿es fácil conseguir drogas dentro de prisión?”, “¿pueden comprar cosas dentro de prisión?”, “¿cotizan para su excarcelación?” o “¿llevan diariamente la misma rutina?”, fueron algunas de las dudas que se plantearon, además de las convicciones mencionadas anteriormente.

“Una de las creencias más extendida es que las prisiones están llenas de personas peligrosas que han cometido un crimen en un grado horroroso y esto no es verdad. En la guía que publicamos en la Fundación Érguete ofrecemos datos porcentuales en los que se puede ver con claridad que la mayor parte de los delitos que cometen las personas en nuestro país están relacionados con la necesidad económica, con la falta de dinero y la pobreza en sí misma. La cárcel está llena de personas pobres, de personas enfermas, con discapacidad, con problemas de salud mental, drogodependientes, etc. Y, por otra parte, ahora que vivimos un momento convulso debido a ciertas facciones políticas que crean alarma por la llegada de personas extranjeras a nuestro país, debemos decir que el número de población extranjera condenada es irrisoria. Para nada las cárceles están llenas de extranjeros y para nada es cierto que vengan a España a delinquir”, afirma María Rodríguez.

Las mujeres que entran en prisión lo hacen de la mano de un varón. No son ellas las que inician el delito, sino que acompañan

En este sentido, los datos compilados en el documento elaborado por la entidad reflejan que, según el código penal vigente, los delitos más comunes entre la población masculina reclusa se corresponden con los vinculados al patrimonio, siendo los más comunes los hurtos y robos (un 34,6%); seguidos de los de salud pública (18,3%), violencia machista (10,5%), contra la libertad sexual (8,2%), homicidios (7,4%) y contra la seguridad vial (2,5%). El 52,9% de los internos están en la cárcel por cualquiera de los dos primeros delitos. Con respecto al volumen de extranjeros en prisión, el 74% de los reclusos en las cárceles del país son de nacionalidad española, según datos de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.

El día a dia de la prisión

Por los diferentes programas que desarrollan dirigidos a la población reclusa, las profesionales de Érguete conocen de primera mano la realidad de este colectivo. Frente a ese “viven como Dios”, María Rodríguez habla claro sobre el día a día en las prisiones indicando que, “en la cárcel se vive muy mal. Es una cárcel, no estás en tu casa, y son frías, inhóspitas, hay unas normas y horarios que cumplir. Cuando alguien entra en prisión se despersonaliza, porque ya no vuelve a ser dueño de sí mismo, tú no vuelves a decidir absolutamente nada, ni siquiera lo que comes. Por otra parte, debes convivir con otros internos que, bien por carácter o por el tipo de delito, no es agradable y tu comportamiento debe ser lo más prosocial posible. Pierdes tu intimidad, compartes una celda y, cuando quieres utilizar el baño que hay en ella, no hay puerta. Además, cumplir una condena conlleva importantes daños en la salud y también dejas una vida fuera que cuando sales y la quieres recoger, ya no existe. Muchos internos nos comentan que han llegado a casa con toda la ilusión en su primer permiso y su sitio en la mesa ya no está. El proceso de privación de libertad es durísimo”.

En cuanto a la población femenina reclusa, que supone aproximadamente un 8% en España, María Rodríguez hace especial hincapié en que, “las mujeres que entran en prisión lo hacen de la mano de un varón. No son ellas las que inician el delito, sino que acompañan. Generalmente entran muy dañadas, debido a patrones de abuso, y sus procesos de evolución son más lentos, no tienen tanto apoyo en el cumplimiento de la condena”.

La “Guía pola prisión” es pública y ya puede consultarse en la página web de la Fundación Érguete.

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