Premio Nobel de Medicina

Karikó y Weissman, un Nobel cantado

“Han salvado millones de vidas y han prevenido enfermedades graves en muchas más”, destaca el Instituto Karolinska de los científicos que perfeccionaron la tecnología ARNm

Katalin Karikó y Drew Weissman, distinguidos con el Premio Nobel de Medicina 2023.

Katalin Karikó y Drew Weissman, distinguidos con el Premio Nobel de Medicina 2023. / EFE

Rafa López | @Garcio72

Pocos premios Nobel de Fisiología o Medicina han sido tan cantados –y tan merecidos– como el que ayer se anunció para Katalin Karikó y Drew Weissman, cuyas investigaciones, ignoradas durante muchos años, permitieron crear la tecnología del ARN mensajero (ARNm), fundamental para desarrollar en tiempo récord las primeras vacunas contra el COVID-19.

Ya hace dos años que Katalin Karikó (Hungría, 1955) y Drew Weissman (Estados Unidos, 1959), catedráticos de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), eran favoritos para este galardón, pero la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska de Estocolomo tiene sus tiempos y ha esperado hasta este año para reconocer a los “padres” de las vacunas contra el coronavirus. “Han salvado millones de vidas y han prevenido enfermedades graves en muchas más”, señaló ayer la prestigiosa institución científica sueca. Antes habían recibido el Premio Princesa de Asturias 2021, el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento y el Breakthrough Prize in Life Sciences 2022.

Aunque concluida con un magnífico esprint final por la emergencia pandémica, la investigación de las vacunas de ARNm tenía un recorrido detrás de más de 20 años. Como explica la inmunóloga África González, mientras que las vacunas tradicionales emplean el microorganismo entero o partes de él, estas usan solamente unas instrucciones (secuencias de ARN) para que la propia célula produzca la proteína concreta, en este caso la proteína S o espícula del coronavirus SARS-CoV-2. Para que el ARN sea estable se introduce en nanopartículas lipídicas, lo que permite su estabilidad y activar una respuesta inmunitaria eficaz.

Otro de los obstáculos que vencieron fue modificar el ARN para reducir la inflamación que producía en el organismo. Estos avances los aprovecharon BioNTechPfizer Moderna, cuyo nombre proviene de Modi-RNA (modified RNA, “ARN modificado” en inglés).

Nada de esto ha sido fácil, especialmente para Katalin Karikó, la 13ª mujer en ganar el Nobel de Medicina. “Llegó a Estados Unidos con un título, dos maletas y una niña bajo los brazos”, como recordó en 2021 la gallega Sonia Villapol, mujer, científica y emigrante como Karikó. Sus investigaciones sobre ARNm culminaron en 2005, veinte años después de emigrar con su marido y su hija. Nació en una familia muy humilde, en una vivienda sin agua corriente, nevera ni televisor, y tras doctorarse en Biología emigró a Estados Unidos. Para ello vendió su coche en el mercado negro y los mil euros que obtuvo los llevó escondidos en el osito de peluche de la niña. El régimen comunista húngaro solo dejaba sacar cien dólares del país.

Como ha dicho Villapol, la carrera científica de Karikó “ha sido una maratón con múltiples caídas”. Su vida en EE UU, donde no conocía a nadie, fue muy complicada. Sus proyectos científicos fueron rechazados sistemáticamente y fue degradada en 1995 por la Universidad de Pensilvania, que no creía en el futuro del ARNm. Además, sufrió un cáncer. Rechazada en numerosas convocatorias de subvenciones, en los años noventa estuvo a punto de abandonar sus investigaciones debido a la falta de fondos.

Pero un encuentro casual en una fotocopiadora de la universidad con Drew Weissman, que investigaba una vacuna contra el VIH y sufrió también el rechazo de la comunidad científica, cambió su destino.

Como señala el pediatra e investigador gallego Federico Martinón-Torres, uno de los mayores expertos españoles en vacunas, este es un premio “al tesón y a la insistencia”. “Es muy estimulante e inspirador para todos aquellos que hacemos investigación –apunta a FARO con entusiasmo el jefe de Pediatría del Hospital de Santiago–. Durante décadas se enfrentaron al rechazo de la comunidad científica, pero perseveraron y antepusieron su convicción sobre el potencial que tenía su idea para llevarla a cabo. Esto recuerda a todos que investigar en la frontera del conocimiento no es sencillo”, subraya Martinón-Torres.

La "crónica de un galardón anunciado" y "casi popular"

De “unánime” se puede calificar el respaldo de la comunidad científica al Nobel para Katalin Karikó y Drew Weissman. También recibieron la enhorabuena del ministro de Sanidad, el gallego José Manuel Miñones: “Su indispensable contribución al desarrollo de vacunas eficaces frente a la COVID-19 ha sido fundamental para doblegar la pandemia en todo el planeta. La Ciencia es el camino”, escribió en redes sociales. Los investigadores en virología e inmunología aplaudieron la decisión del Instituto Karolinska de Estocolmo, tal como reflejan las reacciones recabadas por FARO y Science Media Center:

África González Fernández, catedrática de Inmunología, CINBIO, Universidad de Vigo

“Es un verdadero orgullo que hayan concedido el premio Nobel a los doctores Karikó y Weissman por el desarrollo de la tecnología para el diseño de una vacuna de ARN, que tanto las empresas Moderna como Pfizer han empleado en sus vacunas durante la pandemia COVID. Quiero destacar de forma importante la figura de la Dra. Karikó, mujer incansable, con un tesón envidiable y que, pese a todas las dificultades, ha logrado el mérito que le correspondía. Ha sido sin duda la pionera, la visionaria, la mujer que estuvo muchos años en la sombra e incomprendida por la comunidad científica, pero constante y muy consciente de lo que tenía entre manos. Debería ser una mujer referente para las futuras generaciones. Contó con un colaborador inmunólogo excepcional, mostrando que la colaboración entre disciplinas es posible y necesaria. Hay un antes y un después de la tecnología de las vacunas de ARN frente al COVID. Su vacuna ha salvado a millones de personas y lo seguirá haciendo en el futuro. Sirva su éxito para hacer un reconocimiento a la Inmunología. Se abren puertas a la investigación, a seguir innovando, buscando nuevas dianas y enfermedades”.

Federico Martinón-Torres, jefe de Pediatría del Hospital Clínico Universitario de Santiago

José Gómez Rial, jefe de Servicio de Inmunología del Hospital Clínico Universitario de Santiago

“Las primeras vacunas ARNm, con la formulación sin modificar, resultaban altamente reactogénicas, con producción de gran cantidad de efectos secundarios inflamatorios a nivel local que hacía su uso impensable en seres humanos. Fueron los trabajos de Karikó y Weissman los que descubrieron que haciendo pequeñas modificaciones en la composición del ARNm disminuía la reactogenicidad y la inflamación, desaparecían los efectos secundarios locales y las vacunas de ARNm empezaron a poder aplicarse a seres humanos”.

Ana Fernández Sesma, viróloga, Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, Nueva York

“Me parece un Nobel totalmente acertado que está reconociendo el trabajo de científicos durante muchos años en una ciencia fundamental –no me gusta llamarla básica, sino fundamental–, como son las modificaciones del ARNm que han permitido que se estabilice y que se puedan utilizar para terapias, en este caso, para vacunas. Es una alegría y, sobre todo, que se haya reconocido a una mujer, que como bien sabemos hay muy poquitas [entre las laureadas], y es totalmente merecido”.

Jose Alcamí, virólogo, Instituto de Salud Carlos III

“Es una alegría la concesión del Nobel a Katalin Karikó, con quien coincidí hace poco en la lección conmemorativa de la Fundación Jiménez Díaz. En cierta manera era la ‘crónica de un Nobel anunciado’, porque Drew Weissman y Katalin Karikó son los progenitores de la modificación del ARN que permite que las proteínas que codifica sean expresadas a alto nivel sin que la maquinaria celular degrade ese ARN”.

Isabel Sola, codirectora del grupo de coronavirus en el Centro Nacional de Biotecnología

“Es un premio a la ciencia básica y a su potencial aplicación para resolver problemas del mundo real. Es un ejemplo de la perseverancia de los investigadores para seguir adelante con su trabajo sobre el ARNm, a pesar de muchas negativas para financiarlo”.

Suscríbete para seguir leyendo