Llengua

«Aprender a hablar catalán en el Voluntariat me cambió la vida»

Participantes del Voluntariat Lingüístic del IEE reflexionan sobre su experiencia en este programa de parejas lingüísticas, en el que algunos han pasado de ser aprendices de catalán a enseñar esta lengua a quienes se han incorporado hace poco

Presentación de la edición 2023-2024 del Voluntariat Lingüístic el jueves 21 de septiembre en la sede del IEE.

Presentación de la edición 2023-2024 del Voluntariat Lingüístic el jueves 21 de septiembre en la sede del IEE. / VICENT MARÍ

Es mucho más práctico aprender a hablar catalán tomando un café, en una visita cultural o en una quedada grupal que en un pupitre. En un aula no siempre se puede practicar la oralidad, o al menos no es tan natural hacerlo. Esto es lo que posibilita el IEE con el Voluntariat Lingüístic que organiza junto con el Ayuntamiento de Ibiza, que emparejan a aprendices y voluntarios que se ofrecen a enseñar catalán a desconocidos.

Para que el uso social de la lengua catalana gane peso es imprescindible que no se quede sólo en las aulas o el ámbito académico. Así, son claves iniciativas como el Voluntariat Lingüístic del Institut d’Estudis Eivissencs (IEE). Es una forma amena de practicar la lengua: se empareja a personas que saben hablar el idioma con quienes sean principiantes y busquen practicarlo, independientemente de cuál sea su nivel. En quedadas informales, estas personas van conociéndose a medida que practican la oralidad del catalán.

De izquierda a derecha: Amparo Calvo, Antònia Escandell y Abdul Chendri. | VICENT MARÍ

De izquierda a derecha: Amparo Calvo, Antònia Escandell y Abdul Chendri. / VICENT MARÍ

El objetivo es precisamente generar un marco en el que los no catalanoparlantes puedan practicar la lengua y hacerla suya.

La presentación fue el primer encuentro entre algunos participantes y voluntarios. | VICENT MARÍ

La presentación fue el primer encuentro entre algunos participantes y voluntarios. / VICENT MARÍ

Concretamente, las parejas lingüísticas adquieren el compromiso de encontrarse un mínimo de diez sesiones de una hora y hablar de varios temas, tal y como se detalla en la web del Ayuntamiento de Ibiza, ya que el Voluntariat es fruto de la colaboración entre el IEE y el Consistorio. En ocasiones se queda en grupo, con varias parejas a la vez, ya sea para visitar el patrimonio, espacios naturales o simplemente tomar un café.

Participantes fieles

Una de las más veteranas de esta actividad es Maria Piedad Guardiola, que nació en Murcia y hace unos nueve años que vive en la isla. Cuando comenzó a aprender catalán (hace más o menos cinco años) quería sacarse el A2. Hoy cuenta con el C1 y ha hecho el Pla de Formació Lingüística i Cultural (Folc).

El voluntariado se organiza por niveles de cada participante: dependiendo de qué nivel quiera cada uno adquirir, se le intenta asignar -en la medida de las posibilidades- un voluntario que sea capaz de hacerle llegar a tales objetivos. Aunque normalmente, añade Piedad, «quienes se inscriben saben nada o poco»: «Yo comencé con una mujer de Sant Rafel, Maria [Riera], quien continúa siendo mi pareja lingüística. Normalmente la pareja cambia cada año, pero nosotras hemos funcionado muy bien y Maria es ya como una amiga». Piedad quiere continuar aprendiendo, a pesar de contar ya con titulación.

«Lo bueno del voluntariado -resalta- es que hablas en catalán; cuando vas a los cursos todo se centra más en la gramática o el vocabulario. Sí se habla, pero no mucho, y cuando vas a examinarte o al trabajo y necesitas el título, tienes que hablar la lengua», explica esta participante. En las quedadas, hablan durante una hora mientras se toman un café y van tocando diferentes temas.

Al margen del Voluntariat, expresa que le gustaría contar con otros espacios en los que poder hablar con normalidad en catalán en la isla: «Me gustaría mucho practicarlo en la calle, ahora lo uso en el trabajo. Aquí en cuanto te notan un acento, automáticamente cambian al castellano, ¡no sé por qué!». Piedad explica que en muchas ocasiones se le presenta esta situación: «Yo digo que no pasa nada, que lo entiendo todo y que podemos hablar en catalán ibicenco. Pero se resisten un poco. Me dicen: ‘No pasa nada, hablamos en castellano, está bien’. Y yo respondo: ‘Es que necesito hablar en catalán’».

Sobre su experiencia en el Voluntariat, lo recomienda a todos los castellanoparlantes de la isla y subraya que «es un trabajo que [los voluntarios] hacen gratis y con mucho amor»: «A mí me ha cambiado la vida. Hoy día soy docente interina y aparezco en las listas de admitidos gracias al IEE, porque tengo el C1 y el Folc y ellos me han ayudado totalmente». Piedad ejerce de profesora de francés en la Escuela Oficial de Idiomas.

Además, al margen de lo estrictamente lingüístico, esta entrevistada hace hincapié en que el Institut le ha hecho conocer y entender mejor Ibiza: «En el IEE conoces a gente de la isla. Maria es de Ibiza de toda la vida y gracias a ella he conocido cómo era la isla en los años 60, por ejemplo. Me ha contado tantas cosas... Es profesora retirada y me ha contado su infancia, cómo era la isla antes, me ha mostrado imágenes y he ido con ella a exposiciones fotográficas de los 60. Es una manera perfecta de conocer la isla y de sentirla un poco más». En este sentido, cuenta que al pasar de Murcia a Ibiza notó que las diferencias culturales son evidentes. «Gracias a todo esto, ahora conozco mucho más la gastronomía y la cultura de aquí. También sé de ball pagès, me gusta verlo. Creo que el IEE te ayuda no sólo a aprender la lengua, también a integrarte en la isla, conocer la cultura y comprender un poco más a la gente que vive aquí», agrega. El voluntariado incluye visitas grupales a museos para conocer mejor la historia de Ibiza, entre otras citas similares: «A veces nos hablan de algún autor ibicenco en la sede y el año pasado, antes de Navidad, nos reunimos todos y comimos salsa de Nadal».

Maria Riera, por su parte, destaca que «participar da mucha satisfacción»: «A veces en la calle nos da la impresión de que la gente utiliza muy poco nuestra lengua, pero a la vez después vemos casos de gente de cualquier parte del mundo que quiere aprender». Riera es maestra retirada de Primaria y Catalán.

Abdul Chendri, ibicenco de origen marroquí, no recuerda el año exacto en el que comenzó a participar en este voluntariado, pero fue hace ya mucho tiempo. Es uno de los habituales de los que enseña catalán, aunque en su momento fue aprendiz.

«No es porque necesite título»

«Todavía no me han pedido ningún nivel de catalán [para trabajar], pero quería aprenderlo porque el idioma me llama mucho la atención, me gusta», señala en conversación con este diario. Al entrar, Chendri estaba estudiando para sacarse el B1 (a día de hoy cuenta con el B2 y tiene que consultar los resultados de su examen del C1), de manera que si en algún momento necesita acreditar sus conocimientos de catalán para optar a algún puesto, ya los tiene y es en gran parte gracias a la formación que proporciona, de una forma lúdica, el Voluntariat.

Quienes participan suelen ser personas jóvenes que tienen un trabajo en el que se les pide un nivel de catalán y quieren sacárselo o que busca mejorar la manera de hablarlo, explica Chendri, que tiene 38 años. Él nació en Ibiza, pero al poco tiempo se fue a Marruecos y regresó a la isla con tres años de edad, aproximadamente. Aprendió un buen nivel de catalán sobre todo durante su paso por la escuela de adultos: «Cuando llegué a Ibiza de pequeñito, no entendía nada». Comenzó a ir a la escuela y lo primero que le enseñaron fue el castellano.

A esta actividad del IEE se apuntó solo y fue, en principio, para ser voluntario, aunque también estuvo en el rol de aprendiz debido a que ya había muchas personas dispuestas a enseñar catalán. «Ahora soy voluntario. Doy clases a personas que tienen un nivel más bajo que el mío y que acaban aprobando el examen. Siempre me están llamando porque quieren volver para practicar otro nivel. Esto ayuda porque me da más confianza», explica. Chendri les pide que hagan redacciones en catalán. En su día a día, cuenta, habla con amigos o en los comercios en una lengua u otra dependiendo de cuál sea en la que se dirijan a él: «Y si voy a un negocio en el que sé que hablan en catalán, seguramente sí que comenzaría en catalán».

Él, como el resto de entrevistados para este reportaje, recomienda a todo el mundo a participar de esta actividad del IEE y propone fomentarlo más, también en espacios como las redes sociales. «Aunque no haga falta conocer el idioma en un momento concreto, a la larga yo creo que sí que sirve», concluye.

Otra persona que ha pasado de ser aprendiz a voluntaria es Amparo Calvo. Estuvo mucho tiempo pensando en dar el paso y acabó apuntándose hace ya años. Es una de las veteranas. Esta ibicenca proviene de Aragón (de Huesca). Ahora hace ya casi 40 años que vino a vivir a Ibiza. «Cuando tuve a mis hijos, yo lo entendía todo, pero quería ayudar a mis hijos a estudiar en la escuela y el instituto. Quería hablar como la gente de aquí. Cuando llegué me molestaba que me llamasen forastera».

Destaca que con el primer año de voluntariado ya se le quitó el miedo a hablar en catalán, aunque a veces antes tenía que insistir: «Iba a comprar y como notaban que no era de aquí, ya cambiaban al castellano, a pesar de que yo quería hablar en catalán». Ahora hace aproximadamente tres años que ejerce de voluntaria: «No conozco completamente la lengua, tengo el nivel C, pero a las personas que comienzan sí que les puedo ayudar. Es muy gratificante».

Ahora puede contar ogullosa que habla en catalán con muchas personas de su entorno y en las tiendas.

En la edición 2023-2024 del Voluntariat, que arrancó el jueves 21 de septiembre, hay 31 voluntarios y alrededor de 52 aprendices. En la anterior edición hubo 45 aprendices.

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«El Voluntariat Lingüístic es un espacio menos físico, donde la gente se conoce y comparte intereses, experiencias y tiempo de ocio de una manera muy alejada de lo que podría ser un espacio más pedagógico y orientado específicamente al aprendizaje de la lengua. Intentamos establecer un vínculo con la terra, con nuestra isla». Así explica Antònia Escandell, la coordinadora del Voluntariat Lingüístic desde la edición del año pasado, una iniciativa impulsada por el Institut d’Estudis Eivissencs y el Ayuntamiento de Ibiza.

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El perfil laboral de los participantes, apunta Escandell, es «muy diverso», aunque «en ediciones anteriores ha habido mucha gente del ámbito sanitario que necesitaba un título para acceder a un ciertos puestos de trabajo o para promocionarse»: «Es verdad que a muchos de ellos, cuando se presentan a los exámenes de nivel de catalán, aunque se inscriban en algún curso específico para estos niveles, les falta un poco esa parte oral. Y muchas veces el motivo inicial para participar es este», aunque luego acaban cohesionados con el grupo e involucrados de una manera más personal que utilitaria, concluye Antònia Escandell.

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