Incendios

De turismo a la 'zona cero' del incendio forestal de Gran Canaria

Excursionistas que pasan sus vacaciones en la isla se acercan al origen del incendio en la Cumbre

incendio forestal de Gran Canaria.

incendio forestal de Gran Canaria.

Daniela Marrero

David Gutiérrez y Sara Gómez disfrutaban de sus vacaciones en el sur de Gran Canaria cuando divisaron columnas de humo gris sobresaliendo desde distintas partes de la Cumbre. Los grandes protagonistas de este jueves en el Pico de las Nieves fueron los coches de alquiler. Los excursionistas curiosos aprovecharon la reapertura de las carreteras principales para contemplar la zona cero del incendio forestal iniciado el martes.

"Es una pena ver un paisaje natural de esta manera" comentan Gutiérrez y Gómez consternados. Habían elegido la isla canariona para pasar sus vacaciones de julio, pero nunca se imaginaron divisar una postal tan devastadora como la de un pinar endémico calcinado. Con su scooter de alquiler llegaron a un montículo localizado en el Pico de la Gorra para ser testigos en primera persona de las más de 400 hectáreas arrasadas. 'Una serie de catastróficas desdichas naturales' es el título que deberían de recibir las vacaciones de estos turistas de Madrid y Sevilla: "En 2022 fuimos a La Palma para ver el volcán Cumbre Vieja, y ahora este año coincidimos con el inicio en Gran Canaria de este incendio", bromea el turista madrileño. Una foto para el recuerdo que esperan volver a repetir, pero esa vez con un pinar verde decorando la vista.

Por la carretera del Centro que sube hasta el municipio de Tejeda ya no se observan columnas de humo ni llamas, sin embargo, el 'kilómetro cero' del fuego deja una imagen catastrófica que recuerda a los incendios que asolaron la isla en 2019. Desde la zona de descanso de los Llanos de la Pez se puede apreciar con claridad la trayectoria que siguió el fuego ladera arriba desde el Cortijo de Huertas, este último ahora delimitado por un cordón que señaliza el lugar donde saltaron las primeras chispas culpables de la tragedia. A partir del enclave original, el fuego avanzó decidido unos seis kilómetros en dirección al Pico de Las Nieves, para después frenarse en su llegada a la Caldera de los Marteles, lugar donde las autoridades estabilizaron los últimos coletazos del incendio. Aun así, los operarios no pudieron evitar la quema de algunos cobertizos de almacenamiento de material y de una vivienda.

Entre los esqueletos de los árboles calcinados, los cernícalos emprenden el vuelo en busca de su próxima presa, sin suerte. El único ser vivo que hay en el carbonizado lugar es un ciclista londinense que llega sin aliento a la cima del Pico de las Nieves. Hoss Ghodse decidió emprender una subida extrema desde Meloneras sin tener ni idea acerca del incendio que se estaba desarrollando en la cumbre. "Tuve suerte de encontrar la carretera abierta", expresa el británico, ya que tampoco conocía la noticia del cierre de vías decretado por el Cabildo. Su recorrido en bicicleta fue el mejor periódico del que podía informarse. Ghodse se lleva a Londres una experiencia con olor a pino quemado y unos pulmones a prueba de cenizas.

«Veía el humo, pero si se hubiera acercado a mí lo habría apagado yo mismo», ironiza un vecino de Camaretas

Una suerte parecida a la del ciclista fue la de la pareja de estadounidenses que visitó las alturas de Gran Canaria. Tampoco estaban notificados de la noticia, aunque aclaran que "algo les sonaba". Los turistas fueron sorprendidos en el pico de la isla por un paraje negro y la bienvenida de unos troncos humeantes que amenazaban con iniciar otro incendio.

La carretera que bajaba a Cazadores (GC-130) permanecía hasta ayer al mediodía custodiada por dos agentes de la Policía Canaria. "Lo que más se ve hoy son coches de alquiler" exponía uno de los guardias. Y es que la cumbre es uno los lugares favoritos de los turistas para disfrutar de las vistas panorámicas de la isla. Muchos de ellos transitan el puesto venta del Pico de las Nieves se aprovisionan para continuar su travesía. El trabajador del quiosco, Ernesto Martín, narra cómo el fuego les cogió por sorpresa el martes. "Al mediodía nos dijeron que teníamos que desalojar rápidamente", explica. Por fortuna para él y las cercanas instalaciones de las Fuerzas Armadas, las llamas quedaron a las puertas del pico, permitiendo la vuelta a la normalidad durante la mañana del jueves.

Un caso extraño fue comportamiento del vecino de Camaretas, Juan Ramírez, que alegaba que eso del fuego "no le preocupaba mucho" porque el viento y la humedad "estaban de parte de los residentes". Ramírez concilió el sueño con normalidad a pesar de vivir de cerca la tragedia. "Veía el humo, pero si se hubiera acercado a mi casa lo hubiera apagado yo mismo", ironizaba. Otros lugareños no encajaron la situación con la tranquilidad y el aplomo que Ramírez demostró ante este sobresalto.

Un final feliz

El pasado martes, la Asociación de Scouts Acanac era trasladada desde el albergue de Camaretas ante la presencia de humo en las cercanías. Gracias a la reapertura de la vía que comunica 'La Lechuza' en la Vega de San Mateo con el lugar en el que se produjo el desalojo, los scouts más veteranos y los monitores pudieron volver al lugar para recoger las pertenencias no esenciales que habían dejado atrás.

"Seguimos el itinerario original con normalidad", afirma el coordinador del grupo, Moisés Gomollón. La noche del martes durmieron en el Instituto de Santa Brígida, y al día siguiente disfrutaron de una jornada en las piscinas naturales de Bañaderos. Los scouts alevines descansan en sus hogares, y finalizarán mañana la experiencia veraniega con un almuerzo de despedida, tal y como estaba previsto. "Hasta octubre no tenemos más actividades", explica Gomollón. A los de Acanac les toca ahora aprovechar para recargar pilas durante el mes de agosto y asimilar un campamento atípico que sin duda guardarán para el resto de sus vidas.

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