«Estamos recetando antidepresivos a gente que no lo necesita»

Los expertos revelan que 125.000 personas los toman en Balears y que un 70% son féminas: «Hay un elevado porcentaje de mujeres sedadas»

Oriol Lafau y la doctora Caterina Vicens, tras la conferencia  | DM

Oriol Lafau y la doctora Caterina Vicens, tras la conferencia | DM / i.olaizola. Palma

I. Olaizola

La médica de familia Caterina Vicens y el coordinador de Salud Mental de Balears, el psiquiatra Oriol Lafau, coincidieron en su diagnóstico: se están prescribiendo antidepresivos y ansiolíticos a la población de una manera demasiado alegre, sin agotar antes otras terapias no farmacológicas, señalaron recordando que estos medicamentos, como todos, no son inocuos.

Lafau aportó hace unos días, en el transcurso de la conferencia conjunta Antidepresivos, luces y sombras que ofreció junto a la doctora Vicens en la inauguración del 4 Congrés de la Societat Balear de Medicina Familiar i Comunitària (Ibamfic), cifras que sustentan esta apreciación: en estos momentos hay unas 125.000 personas que están tomando antidepresivos en Balears, el 10,4% de su población. Y un dato especialmente preocupante es que un 70% de estas personas son mujeres.

«Y no sois más vulnerables a los trastornos de salud mental», apuntó el psiquiatra dirigiéndose a su auditorio femenino. «Tenéis la expresión emocional mucho más desarrollada que los hombres y, sin embargo, parece que juega en vuestra contra. Por eso tenemos un elevado porcentaje de mujeres sedadas en nuestra sociedad. Anestesiadas con escitalopram (un antidepresivo que aumenta la recaptación de la serotonina, sustancia natural del cerebro que ayuda a mantener el equilibrio mental) para que ni sientan ni padezcan», lamentó concluyendo a continuación que «estamos dando antidepresivos a personas que no los necesitan».

Y a continuación asumió el coordinador en funciones parte de la culpa de esta situación al estimar que los médicos de familia «no están formados para hacer psicoterapia leve. El deporte es el principal indicador de bienestar emocional. Y el segundo, la alimentación», contrapuso.

Previamente, la doctora Caterina Vicens, una auténtica autoridad en los estudios de prescripción de antidepresivos y ansiolíticos en estas islas, también concluyó que «el ejercicio físico es antidepresivo» al tiempo que abogaba por atender estos trastornos con un enfoque «más social. No hay que medicalizarlo ni psicologizarlo todo».

Tras admitir que no hay recursos humanos suficientes para atender a todas las personas con trastornos mentales, sugirió que sería preferible que a las que refieren síntomas menores no se les derive a unidades de salud mental y que terapias cognitivo-conductuales de seis u ocho sesiones serían preferibles a la prescripción de ansiolíticos.

Y también instó a sus compañeros de cabecera la estrategia de «intervenir sin intervenir» en pacientes que padecen una reacción emocional intensa que mengua paulatinamente tras un inicio devastador antes que «prescribir medicación a la primera. Hay que mejorar el manejo del malestar emocional en Primaria porque al final hipertrofiamos el tratamiento farmacológico y estamos sedando a la población».

Admitió asimismo la médica de familia que en no pocas ocasiones recetan medicación para elevar los niveles de serotonina para que los pacientes puedan seguir manteniendo un frenético ritmo de vida.

Consumo más prolongado

Vicens reveló que el 9% de la población de Balears toma antidepresivos o ansoliolíticos durante todo el año y que en los últimos treinta años su consumo se ha multiplicado por veinte.

«Ha aumentado el consumo prolongado», sentenciaba la especialista atribuyéndolo en parte a los efectos adversos que aparecen tras la retirada de la medicación entre los que citó el insomnio, vértigo, mareos, náuseas y dolores musculares y neuromusculares. «Están cansados. El 56% de los pacientes los tienen y son más habituales con antidepresivos de vida corta», añadió.

Son síntomas serios cuya duración puede oscilar de dos o tres semanas hasta varios meses. Y el problema es que no hay diseñado un protocolo fiable, basado en la evidencia, para la retirada de estos fármacos. «Es más fácil hacerlo con los pacientes jóvenes que con los envejecidos. Y lo que es muy eficaz es explicar previamente al paciente lo que le va a pasar al retirarlos», aconsejó la doctora Vicens para concluir.