El Teléfono de la Esperanza atiende a más menores que nunca por conducta suicida

El año pasado marcaron el número 204 niños y adolescentes, la mitad por ideación, frente a los 24 atendidos antes de la pandemia | El perfil mayoritario es el de una mujer de entre 46 y 76 años que sufre soledad, depresión y conflictos familiares

Diego Riera, de Acción Social CaixaBank, Maria Nadal y Lino Salas.  | DM

Diego Riera, de Acción Social CaixaBank, Maria Nadal y Lino Salas. | DM / redacción. palma

Redacción

Los responsables del Teléfono de la Esperanza en Balears expresaron ayer su «preocupación» por el incremento de jóvenes que llaman al Teléfono de la Esperanza de Baleares desde la pandemia. Un total de 204 menores recurrieron a este servicio el año pasado, aproximadamente la mitad de ellos por consultas relacionadas con ideación suicida. Esta cifra contrasta con la de 2019, cuando fueron atendidos 24 niños y adolescentes.

Los números no dejan lugar a dudas sobre la irrupción de un colectivo que hasta la crisis sanitaria apenas había recurrido a un servicio que mayoritariamente está en el radar de los adultos. «Es un crecimiento muy importante porque los menores no suelen llamar. Un total de 175 de esos 204 usuarios fueron derivados a recursos específicos para ellos. Para nosotros es un éxito que 175 hayan reconocido que necesitan ayuda y que además la pidan», explicó Lino Salas, portavoz y voluntario del Teléfono de la Esperanza en Baleares, durante la presentación del informe de 2022.

Incremento de menores con problemas emocionales

De 24 menores atendidos en 2019 a los 204 de 2022 media una pandemia que afectó notablemente al bienestar emocional de los menores. Más de un centenar de esos llamantes reportaron ideación suicida. 

Dominio de mujeres:soledad, ansiedad y conflictos familiares

El 60% de quienes recurren al Teléfono de la Esperanza en Balears son mujeres, especialmente las que tienen edades de entre 46 y 76 años. Soledad, ansiedad y conflictos familiares son los principales motivos para pedir ayuda.

Doce llamadas en el momento de cometer el acto suicida

De las 4.840 personas que marcaron el número el año pasado, 207 lo hicieron por consultas de temática suicida. Dentro de este grupo, doce personas informaron de que estaban cometiendo el acto suicida en ese momento.

En conjunto, un total de 492 jóvenes —hasta los 25 años— acudieron a este servicio en busca de ayuda a lo largo del año pasado, confirmando una tendencia ascendente por la pandemia. En 2019 únicamente 71 jóvenes y adolescentes hicieron la llamada.

Además de consultas motivadas por ideaciones suicidas, marcan el número porque sienten soledad, aislamiento, incomunicación, o bien a causa de embarazos prematuros y conductas adictivas, tanto de sustancias como de pantallas. «Hay quien no acepta su cuerpo y deja de comer. O conflictos familiares; hay menores que están teniendo conductas violentas ante sus progenitores. Hay padres que no saben qué hacer y nos llaman preguntando qué hacer porque su hijo es el que manda», señaló Salas.

En total 4.840 personas marcaron el número de la esperanza el año pasado en Balears, 207 de ellas con consultas relacionadas con temática suicida (4,25%). Y, pese al notable incremento de jóvenes y adolescentes, el perfil mayoritario es el de una mujer de entre 46 y 76 años. «Supusieron el 57% de las llamadas atendidas por nuestros voluntarios. Son mujeres, casadas, separadas o viudas, y los problemas que más padecen son soledad, ansiedad, depresión y conflictos dentro de la familia», subrayó Salas.

Teléfono de la Esperanza

971 461 112

Voluntarios atienden 365 días del año, las 24 horas.

Asimismo, precisó que doce de las 207 personas cuya llamada era de temática suicida marcaron el número en el momento de cometer el acto. Carmen Nadal, orientadora del Teléfono de la Esperanza, explicó uno de estos casos que llamó cuando estaba de guardia. «Balbuceaba, me dijo que había tomado pastillas y que se estaba despidiendo. Entras en shock, no sabes si le podrás rescatar o no. Es tan grande su dolor que quieren que alguien le acompañe en sus últimos momentos», manifestó esta voluntaria.

El hombre estaba discapacitado y no quería ser una carga para su familia. «Le pregunté si le podía ayudar y me dijo que no había nada que hacer», indicó Nadal. Sin embargo, con mucho tesón se ganó su confianza. «Le pedí permiso para que fuera alguien en su ayuda. Le convencí, llamamos a emergencias y estuve hablando con él hasta que llegó la ambulancia y tuve la seguridad de que entraban en su habitación. Se despidió dándome las gracias por el acompañamiento. Ese día no se suicidó», destacó Nadal.

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