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Castilla y León

La tragedia de una madre en Zamora: “¿Qué precio tiene que te quiten a un hijo?”

Una madre relata “la tortura” vivida al verse separada de su pequeño medio año con la amenaza de llevarle a un centro de acogida, hasta que la Audiencia intervino

Un niño solitario.

“¿Qué precio tiene que a una madre le quiten a su hijo?”. La pregunta resume una historia “de tortura” para una zamorana y su hijo mayor que vivieron durante seis meses sin poder ver ni de lejos al pequeño de la familia, ni comunicarse por ningún medio con él. Se les cortó todo vínculo repentinamente y “sientes un vacío tremendo, se me salía el corazón del pecho”, declara esta zamorana, que tuvo que ponerse bajo tratamiento ese tiempo para no volverse loca.

La decisión la tomó una técnica de Protección de Menores, a la que tuvo que reconducir la Audiencia de Zamora, consideró que el menor de 12 años sufría “maltrato psicológico” por parte de la madre y “situación grave de desamparo”. Y se hizo sin valorar las circunstancias en las que vivía el pequeño, el ambiente y el apego familiar u otros factores.

Lo que resulta más grave, sin tener en cuenta una sentencia del juez que concede a la progenitora en diciembre de 2020 la guarda y custodia, apoyado en el informe psicosocial del equipo de los juzgados. Eso adujo la Audiencia en otra sentencia en la que contradijo a la funcionaria y la drástica medida adoptada.

El niño "no quería ir con el padre"

El servicio de la Junta no tuvo en cuenta que la ausencia del padre, que desapareció durante la pandemia de la vida del pequeño durante meses, provocó un rechazo en el menor, “no quería ir con él”, lo que motivó la decisión del juez, explica la madre.

Los magistrados fueron los únicos que pusieron freno a un despropósito que hizo caso omiso de la postura de la Fiscalía de Menores a favor de la progenitora ni de la decisión del mismísimo juez de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Zamora por la que “se atribuye de forma exclusiva a la madre” la guarda y custodia del niño. El juez había ordenado restringir las visitas al padre al punto de encuentro en fines de semana alternos durante tres horas y en vacaciones, 15 días.

Aún así, el servicio de la Junta de Castilla y León tomó su propia decisión y los abuelos paternos, con los que tenía una relación poco fluida, terminaron por quedarse con el pequeño. “Había una valoración positiva en favor de ellos como cuidadores”, una posibilidad que ni siquiera se plantearon con la familia materna, denuncia esta zamorana, respaldada por su hermana, que le acompaña en la entrevista.

La mujer se vio abocada por los servicios de la Junta a firmar un documento por el que se comprometía a no aproximase al niño “para evitar su internamiento en el Colegio del Tránsito. A mis hermanos, a toda mi familia, les prohibieron acercarse al niño”.

El desapego al que se le sometió respecto de ellos fue absoluto e inexplicable para todos. Y desolador para el niño, “¡qué crueldad!”, exclama la mujer. El único deseo del menor era volver con su madre y su hermano mayor, “tienen una relación muy estrecha, él también estaba fatal”, incluso fue a pedir al padre del pequeño que les apoyara para que no se lo llevaran a un centro de menores. Fue inútil.

El niño se vio “de la noche a la mañana” lejos de su hogar en la capital para vivir en un entorno que no era el suyo, en un pueblo, situación que profundizó en su retraimiento. La separación de su madre y de su hermano fue tan angustiosa que “pensó en venirse en bicicleta desde el pueblo de los abuelos, que está a varios kilómetros, pero le habían dicho que se lo llevaban a una casa de acogida a Madrid”, cuanta la madre.

Pero era acceder a esa determinación de la funcionaria “o que se llevaran a mi hijo” bajo la tutela de la Junta por una decisión que bien podría ser aleatoria, como vino a decir la Audiencia de Zamora en la sentencia que ordenó a Protección de Menores a rectificar. El argumento fue claro, “salvo la consideración de la técnico que ha llevado el expediente” no hay razón para mantener al menor separado de la madre, dicen textualmente los magistrados.

"Ni siquiera me conocían"

“Tenían un concepto de mí que no entendía porque ni siquiera me conocían”, no hubo una evaluación previa, “tengo trabajo, llevo una vida normal”. Su hermana se muestra igual de indignada por lo que ha sido una injusticia por reparar que también han vivido con gran dolor el resto de la familia materna. “Voy a ir hasta el final, porque sé que hay muchos más casos”, añade esta madre que ha sacado fuerzas de donde no las tenía para que su hijo volviera a casa.

El espinoso camino comenzó “a mediados de febrero de 2021, cuando me llamaron para una entrevista”, les cuenta que el niño lleva sin ver al padre durante meses por la pandemia y que por eso se ha decidido que la relación comience poco a poco, con visitas en el punto de encuentro limitadas. “Hablan con el niño, que les dice lo mismo, y con mi cuñado, aunque no consta este testimonio en ningún lado”.

La siguiente comunicación de Protección de Menores llega “el 19 de mayo, me llaman para que vuelva a ir con el niño. Escucho llorar al niño en el despacho, entro y me dicen que lo derivan a un centro de menores porque la versión del niño y la mía no coincide, pero esto tampoco consta en ningún informe porque los reclamé y no hay nada de esto”. Para entonces, el padre había denunciado a la mujer aduciendo que no le dejaba ver al menor.

De nada sirvieron los ataques de ansiedad del niño, ni las lágrimas ni el aislamiento sufrido porque “no le dejaban ni hablar con sus primos, con mis sobrinos, con sus tíos ni por teléfono”. Llegó a “no salir de casa” cuando estaba con los abuelos.

Las consecuencias de esa separación forzosa fueron de tal envergadura que “todos hemos estado en tratamiento psicológico”. Sin explicaciones que justificaran el supuesto maltrato psicológico de la madre hacia el hijo y el desamparo del niño, “de un día para otro me lo quitaron”.

Tampoco sirvió de nada el informe de la pediatra del menor, ni del colegio, “que fueron positivos”, favorables a la madre, demostraban que la progenitora prestaba la atención y el cuidado debido a su hijo. Esta madre ha puesto una reclamación a la Junta, pero “¿cómo se valora el daño psicológico causado?”.

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