El 30 de mayo de 1999, día de Sant Ferran, está marcado a fuego, y nunca mejor dicho, en la historia de la Administración local de Formentera, entonces Ayuntamiento. Un incendio provocado, mal investigado y jamás resuelto se llevaba por delante buena parte del archivo de la entonces concejalía de Urbanismo, situada en la planta piso de la Casa Consistorial. Era la víspera de las elecciones y el bloque conservador dejaba un Consistorio maltrecho con serias tensiones internas. En aquel momento la Coalición de Organizaciones Progresistas (COP), con el PSOE local dentro, era la formación que más expectativas levantaba. El 13 de junio de 1999, día de las elecciones, la COP ganaba con una amplia mayoría absoluta, liderada por Isidor Torres.
Una de las primeras tareas que hizo ese gobierno fue, con los pocos medios con los entonces contaba, intentar recuperar el mayor número posible de expedientes urbanísticos que se habían quemado parcialmente.
Ahora, la conselleria de Patrimonio insular ha decidido continuar con ese trabajo de conservación de expedientes quemados por ese incendio que desde hace dos décadas se guardan en cajas de cartón.
La consellera Raquel Guasch presentó ayer las tareas que se están realizando «con el objetivo de cumplir con el deber de la Administración de preservar los documentos oficiales, que suponen una fuente de información para los ciudadanos de Formentera, además de contribuir a nuestra memoria como isla».
Añadió que «desgraciadamente, este incendio es una página negra de nuestra historia, pero desde el Consell creemos que es muy importante y nuestra obligación es conservar este material que se quemó de forma intencionada».
El área de Patrimonio presentó las labores de conservación coincidiendo con la celebración del Día Internacional de los Archivos. Estas tareas se desarrollan en el Archivo del Consell por parte de las conservadoras y restauradoras de Einam Nieves Peinado y Kena Marí Llano.
Los trabajos contratados prevén seiscientas ochenta horas para tratar los documentos de las 22 cajas que contienen aproximadamente mil expedientes, con un presupuesto de 7.300 euros.
Los documentos no sólo sufrieron por el fuego sino también por la acción del agua utilizada en su extinción, que ha permanecido en los papeles durante estos años.
Las tareas se centran ahora en la limpieza, desinfección y recomposición de los expedientes, siempre que el estado de los documentos lo permita.
También se realiza la extracción de las partes de los papeles afectadas por suciedad y microorganismos, para que no proliferen por el resto y provoquen su degradación total. Se aprovecha para realizar la clasificación necesaria dejando constancia de la información que queda disponible así como de todo el proceso desarrollado durante el tratamiento. Por último, se procede a su almacenamiento en cajas de cartón neutro de conservación.
Nieves Peinado explicó que «la afectación de los expedientes es irregular: en unos casos conservan la capacidad para permanecer unidos, mientras que en otros casos se ha producido la degradación total o su fusión y adhesión por el material plástico y el calor». La conservadora afirmó que «todo el conjunto muestra suciedad en forma de acumulación de cenizas y restos de papel quemado, cuyo carácter graso afecta al resto del papel que se descubre en mejor estado, acelerando su oxidación y deterioro».
Según declararon, «tampoco ayuda el sistema de almacenamiento que se empleó, en cajas de cartón convencional, característico por su acidez».
