La presidenta de la Comunitat Autònoma, Francina Armengol, inauguró el sábado en el cementerio de Maó, en Menorca, un árbol de la memoria, el cuarto que se instala en los camposantos de Balears, entre ellos el de Sant Ferran, en Formentera, en recuerdo de las personas represaliadas y asesinadas por el franquismo. Con la escultura instalada en Maó, diseñada por Sebastiano Rossi, se rinde un homenaje a las víctimas del fascismo y se recupera la memoria de cuatro personas que fueron fusiladas en Menorca (la Mola) entre 1941 y 1942 y cuyos restos yacen en este cementerio en una sepultura en que no figuran sus nombres.

Isidro del Río, José Rodríguez Acosta y Antonio Benedit Moreno, fusilados en La Mola el 4 de julio de 1941, y Vicente Cervera Grau, ajusticiado un año después, han recuperado su identidad en una placa del árbol de la memoria. Los cuatro fueron enterrados inicialmente en una fosa del camposanto de Maó. Sin embargo, en 1950, Leda Pons, novia del sargento de artillería Antonio Benedit, natural de Zaragoza, logró que su cuerpo y el de sus tres compañeros fueran sepultados en un nicho de su familia, en el que estaban los restos de su hermano Mario Pons, que falleció, de difteria en 1935, con sólo tres años.

Leda Pons era la tía de Roberto de Andrés, que nació en 1952 en la ciudad tunecina de Bizerta, donde se refugió su familia tras la Guerra Civil. El padre de Roberto, Ismael de Andrés, era de Segovia, aunque desde pequeño vivió en Madrid, y su madre, Elsa Pons, nació en Menorca. Por diversas circunstancias, cuando Roberto tenía 12 años, su familia se trasladó a Maó. Allí estudió Bachillerato y luego se marchó a Madrid para cursar la carrera de Magisterio. Tras aprobar las oposiciones, en 1981 aterrizó en Ibiza, en concreto Sant Antoni, que «no sabía ni que existía», para ejercer su profesión. Y aquí se quedó. Roberto paga desde hace años el nicho en el que yacen los restos de su tío Mario y en el que se hallan también , aunque de forma anónima, los de los cuatro fusilados en el cuartel militar de la Mola.

Cuando llegó a Menorca, en plena dictadura, Roberto acompañaba a su madre Elsa a visitar las tumbas de sus seres queridos en el cementerio de Maó. Esta le contó que detrás de la lápida con el nombre de su tío Mario estaban enterrados los restos de otras cuatro personas que fueron asesinadas por el franquismo, entre ellos el novio de la tía Leda. «Se sabía pero no se comentaba. Se hablaba muy poco de estas cosas. Menorca fue una isla muy represaliada», explica.

Cómo logró su tía Leda que los cadáveres de su pareja y sus compañeros fueran exhumados y enterrados en el nicho familiar es «un misterio», según indica Roberto, que sólo conocía el nombre del novio de su tía, del que conserva una fotografía con la fecha de su fusilamiento anotada en su reverso que le dio su tío Liberto.

Isabel Cervera, sobrina nieta del capitán valenciano Vicente Cervera, destinado a Menorca en los años 30, se puso en contacto con Roberto hace unos años tras averiguar que en el nicho de su propiedad se encuentran los restos de su familiar. Cervera inició una investigación y contactó con la asociación de Mallorca para la recuperación de la memoria histórica para exponer su caso, que es insólito porque primero fue condenado a cadena perpetua y, después, a la pena capital.

Querella en Argentina

Querella en Argentina

Cervera presentó en 2016 en la Embajada Argentina de Madrid una querella para que la jueza argentina María Servini investigue el fusilamiento de su tío abuelo por un delito de crímenes contra la Humanidad. «La ley de amnistía de 1977 exime a los responsables originales, pero no dice que no se puedan juzgar los hechos. Es una cuestión de voluntad. Los militares republicanos enterrados en Maó no sólo han estado en el anonimato sino que han sido denostados», lamenta.