Más de diez años después de que empezara a tramitarse y tras dos años de obras, la nueva planta de triaje de Ca na Putxa está a punto de entrar en funcionamiento, lo que está previsto para el mes de noviembre. La instalación ocupa 50.000 metros cuadrados de superficie en el recinto del vertedero (de los que 30.000 metros cuadrados son edificación) y su objetivo consiste, fundamentalmente, en separar las diferentes clases de residuos que se lanzan al contenedor gris. De este modo, dicho material dejará de depositarse en el vertedero y pasará a empaquetarse, una vez clasificado por tipos de residuos, para enviarse a la Península y ser posteriormente reciclado. (Ver galería de imágenes)

Eso supondrá, pese al considerable retraso acumulado, ir acercándose a los objetivos marcados por la normativa vigente para que el vertedero de Ibiza vaya disminuyendo cada vez más de superficie (se reducirá al menos un 50% la entrada de residuos sobre las cifras actuales), en paralelo a un aumento del reciclaje. Las normas obligan a que sólo vaya al vertedero un 10% de la basura en el año 2030.

También lodos de depuradora

La planta, sin embargo, no sólo separará residuos, sino que también centralizará la descarga de los lodos de depuradora de todas las estaciones de Ibiza, así como los restos de poda. Gracias a las nuevas instalaciones, se podrá fabricar compost de calidad agrícola. No sólo eso: tras el tratamiento de estos lodos y residuos orgánicos se podrá obtener metano y, con él, generar energía eléctrica para la planta, que de este modo no necesitaría abastecerse de la central de Ibiza. De hecho, suministrará a la red pública el excedente de energía que se genere aquí, pues está previsto alcanzar los dos megawatios, lo que equivale a «poder dar luz a unas 2.000 viviendas», afirma Toni Roig, gerente de la Unión Temporal de Empresas (UTE) Giref, responsable de la planta.

La instalación levantada en Ca na Putxa funciona en realidad como un gigantesco filtro. Los camiones de basura de la isla llegarán aquí y se dirigirán directamente a una gran nave donde unas enormes pinzas tipo 'pulpo' extraerán su contenido para empezar el proceso de triaje propiamente dicho. Varias cintas transportadoras irán llevando las diferentes clases de residuos para descartar los que no formen parte de su clase. Es un proceso automatizado, dirigido por una Inteligencia Artificial que reconoce la forma y naturaleza de cada objeto y fragmento, si bien al final del proceso un grupo de empleados terminará de comprobar manualmente que no haya elementos extraños en la criba final.

60 trabajadores

«Todo estará automatizado. En realidad, el número de trabajadores que habrá aquí será de unos 60», explican el conseller insular de Medio Ambiente, Vicent Roig, y Toni Roig.

El resultado final será el empaquetado de los residuos para llevarlos a la Península y reciclarlos. En realidad, la parte no reciclable también será embalada para que quede en el vertedero depositada. También aquí se hará la separación de los envases y plásticos del contenedor amarillo, pues ahora sólo se recogen y se envían a Mallorca para su clasificación.

«Se trata de recuperar todo lo que tenga valor que se encuentre en los contenedores de color gris (residuos sólidos urbanos), amarillo y marrón», añade Roig. Este último contenedor, destinado fundamentalmente a restos de comida, no existe aún en las Pitiusas y tampoco tiene fecha para su implantación. Todo dependerá de las contratas de cada municipio, pues la gestión de la recogida sigue estando fraccionada por ayuntamientos, en vez de estar centralizada desde el Consell.

En los exteriores de la planta hay dos tanques cilíndricos, uno de los cuales es la planta de lixiviados, es decir, ese líquido pestilente que a veces hay en el fondo de la bolsa de la basura. Es el causante de gran parte de los malos olores que siempre ha generado el vertedero. Con su tratamiento y con la reducción de los residuos orgánicos que se depositarán en el vertedero, «la reducción de esos malos olores será enorme; la verdad es que los vecinos lo notarán mucho», asegura Vicent Roig, para quien la diferencia entre la gestión de residuos antes y después de esta planta «será como la noche y el día».