Cada dos días, los voluntarios de Protección Civil de Sant Josep aparecen en la puerta de sus casas cargados de bolsas de comida. Las ha preparado la empresa que realiza el catering de los colegios del municipio e incluye «menús completos de primer plato, segundo plato y postre», que les servirán para dos jornadas. «De momento es así porque el sistema de reparto lo permite; aunque contemplamos la posibilidad de cambiar la periodicidad en caso de que fuera necesario», indica la concejala de Protección Civil y Emergencias de Sant Josep, Pilar Ribas. (Mira aquí las fotos)

Ellos, principalmente personas mayores que viven solas o en pareja, que pueden tener movilidad reducida o que en este momento carecen de red familiar y social que les pueda servir de apoyo, los reciben «muy agradecidos».

Hay quienes se animan a dar un poquito de conversación a los voluntarios de Protección Civil: «Algunos están confinados sin poder hablar con nadie», dice José María Rosselló, uno de los integrantes de la agrupación, al tiempo que Ribas afirma que en este sentido iba precisamente una de las indicaciones que se dieron al poner en marcha la iniciativa: «Que aprovechen que iban a las casas y, aunque no puedan tener una cercanía, les pregunten cómo les va o si necesitan algo más. Es ese ratito de charla de cinco minutos que los conecta con la realidad y les hace sentir: 'No se han olvidado de mí, estamos aquí y alguien nos está cuidando'».

Y ese cuidado llega incluso más allá de llevarles la comida o de conversar con ellos y transmitirles seguridad. En este sentido, Rosselló explica que algunas personas les preguntan si podrían ir al supermercado a buscarles alguna cosa que necesitan o a la farmacia a por medicamentos. «Y sí, claro, vamos a buscarlo», responde rápidamente y con total rotundidad, al tiempo que agrega: «Para todo lo que podamos ayudarles, estaremos ahí».

20 vecinos recibiendo comida

Actualmente son 21 los vecinos de Sant Josep que están recibiendo el servicio de comida a domicilio que el Consistorio comenzó a prestar el jueves día 19. Entonces empezaron con 14 usuarios y la cifra sigue creciendo.

«Tenemos nuevas solicitudes y se van detectando más casos porque nos avisa algún vecino, porque nos llaman ellos mismos o porque Servicios Sociales los localiza por algún otro sistema, porque han ido al centro de salud o alguna cosa así», comenta Ribas, quien agrega que, a razón de todo ello, la previsión es que el volumen de personas que necesiten este servicio, que sufraga el Consistorio, continúe aumentando.

Pero no sólo por este motivo: «Yo entiendo que la semana que viene habrá un crecimiento importante si la cifra de personas que se quedan sin trabajo continúa subiendo como hasta ahora», sostiene Ribas, que indica que se trataría de personas que habitualmente no eran usuarias de Servicios Sociales pero que «lo van a poder ser» en la situación actual.

Sobre el perfil de los usuarios, la edil explica que la mayoría son personas de avanzada edad. «Tienen movilidad reducida o no tienen familiares, y viven solos o en parejas», detalla y agrega que están distribuidos por todo el municipio. «En el pueblo de Sant Josep creo que había dos. Y tenemos por la zona de Cala de Bou, por Sant Jordi, alguno en cala Bassa, en Benimussa. Son 21 usuarios muy repartidos», dice.

A este respecto, resalta además que en algunos casos son personas que residen en zonas aisladas, pues habitualmente para quienes viven en los núcleos urbanos resulta más fácil disponer de algún vecino o de una persona cercana que les puede echar una mano. «Lo más problemático es la gente que vive aislada; están más lejos, es más complicado llegar, nadie sabe si necesitan algo o no», incide.

Canalizado por Servicios Sociales

Cuando llega la información sobre alguien que puede necesitar el servicio, corresponde al departamento de Servicios Sociales del Ayuntamiento analizar el caso concreto. «Contactan con la persona y se miran de cotejar los datos que nos facilitan con la realidad», sostiene Ribas, que reconoce que ha habido alguna persona que al saber del servicio ha llamado al Consistorio para solicitarlo y que vayan a atenderla, pero después, al preguntar, han visto que sí tienen hijos, familiares o movilidad para salir y desplazarse. «Pero no quieren contagiarse», apostilla.

Cuando se comprueba que efectivamente tiene una necesidad y el servicio de comida a domicilio es necesario para la persona, se pone en marcha el procedimiento para incluirlo. «Nos dicen: 'Hay un matrimonio nuevo aquí o una persona allá, y entonces vamos a llevarles la comida», resalta Ribas.

Respecto a los criterios concretos para poder beneficiarse, indica que se pueden incluir en él a «personas mayores que son de riesgo, gente con patologías importantes para quienes el contagio podría resultar más peligroso, personas con movilidad reducida, con bajos ingresos, con falta de red de apoyo, ya sea familiar o social», así como familias cuyos hijos percibieran becas de comedor y tengan una situación de necesidad, por ejemplo.

Ribas resalta la colaboración de la ciudadanía en la detección de personas que pueden encontrarse en situación de vulnerabilidad por el estado de alarma.

Asimismo, reconoce que la iniciativa de llevar la comida a domicilio está funcionando incluso mejor de lo que esperaban. «Yo pensaba que la gente sería más reacia. Me parecía que era un poco como invadirles la intimidad, pero no, están reaccionando muy bien; la gente está muy contenta, se siente protegida y acompañada, que al final es lo importante», señala.

Recogida y reparto

Ribas cuenta que la empresa de catering lleva cada dos días la comida hasta la sede de Protección Civil. «Lo suelen traer, normalmente, entre las 12 y las 13 horas, y a partir de ahí se hace el reparto», detalla. En este sentido, Rosselló explica que los voluntarios, que van por parejas -«hay medidas muy estrictas en el sentido de que sólo van dos agentes en cada vehículo y siempre son los mismos», comenta el miembro de la agrupación-, se la reparten para «hacerla llegar lo antes posible a las personas que la necesitan».

Durante le reparto, van provistos de guantes y mascarillas y entregan los menús en una bolsa cerrada en cuyo interior están las bandejas de comida. «La verdad es que este trabajo es muy gratificante», afirma Rosselló sobre la labor que están desarrollando.

En total, son 76 los voluntarios de Protección Civil que están activos. Se organizan en turnos por la mañana y por la tarde, pues su trabajo incluye otras tareas además del reparto de comida: colaboran con la Policía Local en la difusión de mensajes o avisar a quienes localizan por la calle de que, «si no es por razón de necesidad han de volver a sus casas», entre otras.

Según Ribas, la actual forma de reparto de comida cada dos días se podría cambiar si se considera necesario. «Los voluntarios de Protección Civil son los que son y depende de las necesidades que podamos detectar en breve. Yo pienso que entre la semana que viene [por la que ahora empieza] y la siguiente todavía habrá un aumento importante del número de casos», afirma y agrega que se pueden plantear medidas como dividir el municipio en dos y repartir días pares en una zona e impares en la otra [con comida para los dos días] o hacer las entregas para tres días.

Otras 6 personas reciben comida

Por otra parte, la concejala de Protección Civil y Emergencias recuerda que además de este servicio, hay otras seis personas del municipio que también están recibiendo comida a domicilio gracias al programa que el Consistorio había puesto en marcha y adjudicado a Apfem Aktúa antes de esta crisis sanitaria.

Se trata de personas «que viven solas, con necesidades especiales casi todas porque son gente mayor o que no tiene movilidad para cocinar o ir a la compra», había detallado Ribas hace unos días.

Un portavoz municipal concreta que este servicio comenzó a prestarse también el jueves 19 y que en este caso la entidad realiza el reparto a diario, con excepción de los sábados, que entregan comida para ese día y para el domingo.