Iván Córdoba es el director de Pompas Fúnebres de Ibiza y uno de los pocos formadores en tanatopraxia del país. Del 26 al 28 de febrero imparte un curso sobre iniciación a esta desconocida profesión, que engloba las diferentes técnicas y tratamientos que se deben aplicar en un difunto. «La importancia de la tanatopraxia radica en facilitar que la familia afronte el duelo de la mejor manera posible», asegura . Trabajador del tanatorio desde hace 18 años, considera que «no todo el mundo vale para este trabajo» y que lo hacen, sobre todo, «por empatía con los familiares», ya que una buena despedida les ayuda a «cerrar» y a «superar antes la pérdida».

¿Qué es la tanatopraxia?

Se refiere al conjunto de prácticas y tratamientos que se realizan a un difunto. Por un lado tenemos la tanatoestética, que se centra en la higienización, el maquillaje, el peinado y la vestimenta; y por otro la tanatoplastia, que se dedica a la reconstrucción, la conservación transitoria, el embalsamamiento y extracción de órganos o de ADN, aunque esto último no se suele realizar porque muy pocos familiares lo piden.

¿Cuál es la finalidad de estos tratamientos?

Que el difunto luzca lo mejor posible, más por la familia que por el propio fallecido. No debemos olvidar que psicológicamente están afectados y tienen que pasar por un proceso de duelo. Nuestro deber es intentar que los familiares lleven ese proceso de la mejor manera posible y que, sobre todo, lo cierren cuanto antes.

Será la última imagen que tengan de sus familiares...

Exacto. Por ejemplo, cuando alguien ve a su familiar después de haber sufrido un infarto, que es un fallecimiento con tensión, y luego le vuelve a ver sosegado y tranquilo, eso les genera paz y les ayuda a afrontar mejor la situación,

¿Y qué pasa si no se puede mejorar mucho la apariencia del difunto?

Siempre se puede hacer algo. Aunque claro, si viene una persona que ha fallecido en un accidente de tráfico, es más costoso. Por eso lo primero que debemos hacer es realizar un reconocimiento del cuerpo y seleccionar el tratamiento que mejor se adapte. Bueno, lo segundo, lo primero es detectar si tiene alguna enfermedad contagiosa, por seguridad.

¿Cómo acabó trabajando en esta profesión?

Empecé en Pompas hace 18 años porque mi primo trabajaba aquí y me dijo que buscaban a gente. He sido el recadero, he trabajado en la administración, como funerario, como encargado y ahora como director. Me gusta esta profesión porque me gusta ayudar a las personas.

¿A qué se refiere?

A que, por ejemplo, la peor muerte es en la que no hay cadáver. Si un difunto llega y tiene un golpe fuerte en la cara, normalmente las funerarias no dejan que la familia lo vea. Dejan el ataúd cerrado y listo. Esto lo hacen por comodidad y por desconocimiento. Sin embargo, si sabes cómo se comporta un cuerpo después de fallecer y te anticipas, si también sabes de reconstrucción y te preocupas en dedicarle tiempo a esa persona, en lavarlo, vestirlo y en dejarlo presentable para la familia, les estás ayudando a que afronten mejor el duelo.

¿Vale todo el mundo para este trabajo?

No, no vale todo el mundo. Te tiene que gustar, aunque claro, la primera vez siempre es impactante. Tienes miedo de hacerlo mal, el tacto de la piel es fría y no estás acostumbrado... Pero al final te acostumbras.

¿Qué enseñáis en el curso?

Todos los pasos a seguir desde que recibimos a un difunto hasta que se lo entregamos a los familiares unas 2 0 3 horas después.

¿Cuál es el procedimiento?

Lo primero es conocer de qué ha muerto la persona para saber qué tratamiento se debe aplicar y cerciorarnos de que no corremos ningún riesgo. No aplicaremos las mismas técnicas a un cuerpo de 140 kilos que en uno de 40. Los fluidos que se sueltan no son los mismos...igual que no emplearemos la misma técnica en una señora que se ha muerto dormida a los 90 años que en uno al que han atropellado. A continuación higienizamos, lavamos el pelo, con champú y con acondicionador, e intentamos reducir hematomas o livideces. Reconstruimos en el caso de que sea necesario y también embalsamamos. Luego les vestimos.

¿Qué opina del término maquillador de muertos?

Me ofende porque no es así. Un funerario lo que tiene que hacer es evitar que haya que utilizar maquillaje aplicando un tratamiento personalizado a cada persona. Por supuesto, hay veces que se necesita aplicar un poco, pero se trata de que quede lo más natural posible y que la familia esté contenta con el resultado.

¿Imparte el curso con difuntos reales?

Si, las prácticas son reales. El año pasado hicimos un curso para trabajadores del sector, este año es de iniciación, por lo que la gente parte de cero. Al principio seré yo quien les enseñe cómo hay que llevar a cabo el proceso, pero espero que el tercer día lo hagan ellos.