Aunque no lo parezca a simple vista, las cuevas y galerías que horadan como un queso de gruyer el islote de s'Espartar (en plena reserva natural de los islotes de Ponent) están llenas de vida. En verano, de ellas emerge un gorjeo constante, parecido a un ronroneo, que emiten decenas de pollos de Hydrobates pelagicus, el ave marina más pequeña. Conocidos como paíños o fumarells, se crían en esas galerías, en plena oscuridad, hasta que pasados dos meses, poco antes del otoño, las abandonan para emprender su primer vuelo. Pero no es una colonia cualquiera: es la que alberga el mayor número de paíños de España, entre 600 y 1.000 parejas. Y tiene otra característica que acaba de ser descubierta por los científicos: en una de sus cuevas se ha detectado una densidad de garrapatas blandas ( Ornithodoros maritimus) enorme -como no se ha visto en ninguna otra colonia mediterránea- que está causando estragos entre los diminutos hydrobates.

Ana Sanz Aguilar, doctora en Biología e investigadora del grupo de Ecología y Demografía Animal del Imedea, expuso en las pasadas VII Jornadas de Medio Ambiente, celebradas en Vila, los efectos «negativos» que esos parásitos provocan en los pollos de los hydrobates, especialmente en su condición física: «Se ha comprobado que la mortalidad de los pollos es más grande en la zona de la cueva donde las garrapatas son más numerosas», señala Sanz.

Parásitos en Mordor

Además, los hydrobates atacados tienen peor complexión corporal: «Pueden representar una amenaza para la conservación de esas aves marinas, tanto por alimentarse de su sangre como por los posibles patógenos [virus, protozoos, bacterias] que trasmiten», se avisa en el estudio desarrollado por la doctora, que para este trabajo cuenta con la colaboración de Marina Viñas (técnica de Red Natura), Virginia Picorelli (técnica de las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent), y los agentes de Medio Ambiente (y expertos ornitólogos) Esteban Cardona y Oliver Martínez.

La abundancia de garrapatas se da, sobre todo, en la cueva de es Cap des Migdia, donde iniciaron el seguimiento en el año 2014. La cueva es, en realidad, un complicado y peligroso dédalo de cavernas y galerías a las que los investigadores han bautizado con nombres como Inframundo o Mordor, lo que da una idea de la profundidad a la que se encuentran y del calor y el hedor que hay allí. En la entrada hay nidos en pequeñas cavidades y en zonas de desprendimientos, pero en las cámaras interiores y en el llamado ático, la parte más oscura de esa cueva de es Cap des Migdia, están «por todas partes». Hay que tener sumo cuidado para no aplastar allí un pollo (que son como peludas y frágiles motas de polvo) o un huevo (los hydrobates sólo tienen uno en cada puesta anual).

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La cueva de las garrapatas de Ibiza donde las aves están amenazadas

El seguimiento de la colonia entre los años 2014 y 2016 «puso de manifiesto una elevada mortalidad de pollos de fumarell». Contabilizaron 48 fallecidos en 2014; 53 en 2015 y 25 en 2016. La mayor parte fueron encontrados en las cámaras interiores y en el ático. Es decir, tienen «un éxito reproductor muy bajo» comparado con el de la cueva del islote de Benidorm (allí investiga también la doctora Sanz), donde sobreviven entre el 90% y el 95% de los pollos. En las cámaras de la principal cueva de s'Espartar sólo prospera el 50%.

Se alimenta de noche

Ante esas cifras, saltaron las alertas: «Nos dimos cuenta de que algo pasaba, de que había demasiadas defunciones. Tras preguntarnos durante mucho tiempo qué sucedía, por qué había tanta mortandad, nos centramos en las garrapatas». El entomólogo y profesor Miguel Ángel Miranda, de la UIB, las identificó: eran Ornithodoros maritimus, una garrapata común de las aves marinas. «Es de tipo blanda. No es como la del ganado. Principalmente es nocturna, por lo que es difícil verla. Durante el día permanece enterrada, inactiva». Pero no tanto en s'Espartar, «donde están más activas que en otros sitios, sobre todo en la parte oscura de la cueva».

Sanz las conoce bien por sus investigaciones en la isla de Benidorm (situada justo frente a ese destino turístico), donde se estudia el hydrobate desde hace 26 años: «Allí nos picaban cuando nos quedábamos a dormir de noche; de día, lo normal era que no nos atacaran. Pero en s'Espartar nos picaban hasta durante el día». Y la densidad de esos parásitos en el islote de Ponent era espectacular en comparación con la registrada en otras zonas de anidamiento, tanto de los islotes de Ponent (na Bosc, na Gorra, na Plana o Escull Vermell) como en Benidorm, incluso de aves marinas en general.

Microhábitat perfecto

Ignora por qué hay tantas en esa parte de la cueva des Cap des Migdia de s'Espartar: «Pueden coincidir varios factores. Por ejemplo, podría ser su microhábitat perfecto, pues es húmedo; quizás el suelo les beneficie, y además es un lugar muy oscuro y hay mucha densidad de paíños (es decir, tienen mucha comida disponible). Y como cualquier parásito, cuanto más comen, más se reproducen».

Las larvas de paparres pueden pasar varias horas alimentándose del huésped, mientras que las ninfas y adultos sólo lo hacen durante unos minutos: «Los adultos de garrapata sólo pican durante unos segundos, pero las larvas pueden permanecer enganchadas de uno a dos días».

Sólo en los pollos pequeños

«Principalmente, hallamos las larvas de garrapata blanda en los pollos pequeños -señala la investigadora del Imedea-. No se encontraron parasitando a los pollos de edad más avanzada (desde que desarrollan las plumas primarias)», detalla Sanz en el estudio. No las tenían ni siquiera aquellos que ya habían sido atacados por los parásitos previamente.

La conclusión del estudio es obvia: las garrapatas son responsables «de las elevadas tasas de mortalidad de pollos detectadas en las cámaras de la colonia» de la cueva de es Cap des Migdia. Y eso, avisa, «puede suponer una amenaza para su conservación».

Sobre la posibilidad de actuar químicamente para acabar con tantos parásitos, Sanz pide prudencia: «Las actuaciones de gestión son cosa de la Reserva Natural. Pero yo creo que hace falta saber más antes de fumigar. Por ejemplo, no tenemos ni idea de si hay allí dentro algún invertebrado endémico o único. Los islotes, en general, albergan especies únicas. La garrapata, es cierto, provoca un problema, pero si para acabar con ella matamos a otra especie única? Antes deberíamos investigar qué invertebrados habitan en esa cueva».

Curiosamente, pese a que sus puestas no prosperan, pese a la elevada mortalidad, los paíños apenas desplazan sus nidos: «Es que son bastante fieles, tanto con sus parejas como a la hora de anidar. Cada año vuelven a ocupar el mismo nido para hacer su puesta». Eso lo han comprobado estadísticamente: de la entrada a las cámaras (es decir de la zona buena a la mala, la que está llena de garrapatas) cambian el nido un 1% al año; y de las cámaras a la entrada (de la zona mala a la buena) un 2%. Confiados (es fácil capturarlos), parece que no aprenden.