La iglesia de Can Bonet se quedó ayer pequeña en el día en que se erigía oficialmente como la parroquia de la Sagrada Familia. Más de 400 personas abarrotaron el templo y ocuparon cualquier recoveco del templo para seguir la ceremonia, mientras que otra cincuentena de personas tuvo que aguardar fuera al no quedar sitio disponible.

Además de los vecinos de la zona, se sumó a la fiesta un buen número de filipinos, al igual que el primer párroco de la Sagrada Familia, Virgilio Bago, que también es el capellán de esta comunidad asiática en Eivissa. De hecho, en la iglesia de Can Bonet ya se ofician desde el pasado mes de julio misas en tagalo todos los domingos por la tarde.

Poco antes de las diez de la mañana, los miembros de la Colla de Can Bonet aguardaban en el exterior del templo al inicio de la misa. Hasta el momento, esta agrupación se ha alternado con las otras dos colles de Sant Antoni las fiestas patronales y la misa del día del Carmen que se celebran en la iglesia de la villa de Portmany. De momento, no se han planteado cambios al constituirse como parroquia independiente, pero uno de los balladors bromeaba cuando se les preguntaba al respecto y hacía gala del sentimiento de pueblo que impera en Can Bonet: «A ver si hay suerte y nos expulsan de una vez de Sant Antoni».

El alcalde, Josep Tur, esperaba en primera fila, junto a otras autoridades, cuando los miembros de la colla empezaron a repiquetear tambores y castanyoles para entrar en la iglesia. Les sigue la comitiva religiosa, aunque ésta se detiene antes del porche. Entonces, llega con un pequeño cofre Toni Costa, el primer obrer major de la Sagrada Familia.

Rito de las llaves

El obispo, Vicente Juan Segura, extrae las llaves del edificio y las entrega a Virgilio Bago. Se trata de una parte del rito de celebración de la eucarístía en el nombramiento de un nuevo párroco. Tras el ritual, se adentran en el templo para dar comienzo en la misa.

En un costado del porche, una placa recuerda que la Sagrada Familia fue consagrada como iglesia el 19 de marzo de 2016, después de que se ampliara la capilla que fue levantada en 1986. En la eucaristía, el obispo recordó al sacerdote Vicent Bonet, que cedió los terrenos cuando el crecimiento del barrio se había multiplicado y empezaba a demandar un lugar de culto. En la actualidad, Can Bonet cuenta con cerca de 5.000 vecinos, recordó el obispo, una cifra que, unida a las reivindicaciones históricas del vecindario, finalmente ha hecho posible su conversión en parroquia.

Tras la ceremonia de erección de la Sagrada Familia como parroquia y el nombramiento de Virgilio Bago, se dio paso a una fiesta en la explanada de detrás de la iglesia, que algún vecino denominaba con sorna «plaza municipal». Francisca Planells se apresuraba a buscar las orelletes que le tocaba repartir, pero mostraba su alegría: «Esto es el no va más, porque yo no pude estar ni cuando se consagró la iglesia ni antes la capilla».

La satisfacción era evidente en el obrer major, Toni Costa, que ha visto crecer Can Bonet desde que abandonó Buscastell tras casarse en 1972. «Por supuesto nos sentíamos un pueblo, pero ahora que somos parroquia, todavía más», sentenciaba. Más tiempo lleva Joan Marí, que llegó hace 50 años, «cuando aquí no había nada». «Los primeros vecinos venían de Sant Mateu, Corona y alguno de Sant Agustín, pero caleros como yo, pocos».

En la fiesta de la nueva parroquia destacó el bufé de gastronomía filipina, con fideos salteados con verduras o diversos tipos de rollitos fritos. «Somos unos 2.000 compatriotas en la isla y los primeros llegaron hace 40 años», detalló el presidente de la Asociación filipina de Eivissa, Óscar Palacios.